martes, 2 de marzo de 2021

La lengua de oro

 





Momia con lengua de oro 
(Época ptolemaica. 323-330  a.C.) 


Restos humanos 
Taposiris Magna (Alejandría) 



Hace pocas semanas una misión de la Universidad de Santo Domingo encabezada por la egiptóloga catalina Martínez descubrió un hipogeo con 16 tumbas en el subsuelo del templo de Taposiris Magna, cerca de Alejandría (Egipto). Los hipogeos son construcciones subterráneas o excavadas en la roca que eran usadas para albergar diversas tumbas en la época ptolemaica (323-30 a.C.) y la época romana. 

El templo de Taposiris Magna fue fundado alrededor del año 280 a.C. por Ptolomeo II Filadelfo, el segundo faraón de la dinastía ptolemaica, por lo que tiene una estrecha conexión con la familia real. Este lugar ya había sido noticia en 2002 por el hallazgo de monedas de oro acuñadas durante el reinado de Cleopatra, un descubrimiento que incluso llevó a sugerir que en este templo podría estar enterrada la última reina de Egipto, aunque las actuales hipótesis no parecen dar mucho crédito a esta especulación. Ahora se encontraron ocho cabezas esculpidas en mármol, y algunas momias. 

El estado de conservación de las momias era bastante deficiente. Algunas de ellas estaban recubiertas de máscaras funerarias, cartonajes, y llevaban collares y otros adornos, como era habitual en la época. Pero una de ellas albergaba un hallazgo excepcional: un amuleto en forma de lengua de oro en el interior de la boca.  

¿Como interpretar este poco habitual descubrimiento? El significado sin duda era permitir al difunto dialogar con Osiris, el dios del Más Allá. El difunto debía ser un personaje bastante importante en vida. 



Osiris en su trono. Tras él, los dioses Anubis y Horus
(Tumba de Horemheb) 

Según la mitología egipcia, el alma del difunto era tomado de la mano por el dios chacal Anubis y conducida a la presencia de Osiris, en la sala de las dos Maât. Osiris preside el tribunal de los cuarenta y dos dioses y está sentado en su trono cubierto por un dosel, con Isis y Neftis a su lado. El dios escriba Tot permanece cerca de la balanza dispuesto a anotar en su tablilla el resultado del juicio. Ante el trono del dios, tenía lugar un juicio en el que el difunto debía declarar 42 frases exculpatorias: 

"No he matado, 

no he robado, 

no he mentido, 

no he hecho llorar a nadie...". 

Entonces tenía lugar la psicostasis, el peso del alma. Anubis tomaba una balanza y colocaba en uno de los platillos el corazón del difunto y en el otro una pluma de Maât, la diosa de la verdad. Si el pesaje era favorable, el difunto era declarado "justo de voz" y podía vivir toda la eternidad en los verdes campos de cebada de Osiris. Si no lo era, era devorado instantáneamente por el monstruo Ammit, una mezcla de cocodrilo, hipopótamo y león. Esto era la máxima desgracia para los egipcios: morir para siempre (capítulo 125 del Libro de los Muertos) 

El oro, que siempre ha sido considerado vinculado a los dioses, debía facilitar el diálogo en el juicio. Este era el significado de la lengua de oro: permitir que el difunto se comunicara mejor con Osiris. Siglos más tarde encontramos un eco de esta concepción áurea atribuída a San Juan Crisóstomo (literalmente, boca de oro) para expresar la vivacidad y calidez de su oratoria. 

Desde el punto de vista médico, el oro puede depositarse en la piel si se reciben cantidades importantes de sales de oro, que fueron muy usadas en el tratamiento de enfermedades como la artritis reumatoide. En estos casos se encuentran acúmulos de gránulos de oro en el interior de los macrófagos dérmicos, lo que recibe el nombre de crisiasis. El nombre de crisiasis se deriva de chrysos chrysanthos, una palabra griega que significa “flor de oro”. Estos acúmulos áureos pueden dar lugar a pigmentaciones azul-verdosas o grisáceas en las áreas de la piel especialmente expuestas a la luz. También pueden verse con cierta frecuencia en las escleróticas oculares. Pero eso sí, el acúmulo de oro suele respetar la mucosa oral y por lo tanto, la lengua. 



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