martes, 10 de septiembre de 2019

El "chancro inocente"






Émile Gallé 

Florero

 Vidrio soplado y grabado al ácido
Museo Art Nouveau y Art Déco Casa Lis 
Salamanca





Comenzamos hoy con una bella obra de vidrio de Émilie Gallé (1846-1904) un gran artista al que debemos muchas obras en cristal tallado y vidrio soplado dentro del estilo de Art Nouveau. Un buen comienzo para hablar de los recipientes de vidrio soplado y de los artesanos que los fabricaban. 


Recipientes romanos de vidrio soplado.
Museu d'Arqueologia de Catalunya. 
 Los recipientes de vidrio soplado aparecieron hacia el s. I d.C. Hasta entonces los recipientes eran de núcleo previo, es decir, se introducía una barra de metal en la pasta de vidrio incandescente y simplemente se extraía tras el enfriamiento del material. Así quedaba un hueco (el que había sido ocupado por la barra) para depositar esencias o perfumes. 

A partir del s. I pues, la casi totalidad de los recipientes de vidrio se realizaban soplando el vidrio caliente. Se tomaba la masa incandescente de vidrio en la punta de un tubo metálico de cierta longitud y se soplaba, como quien infla un globo. El vidrio se distendía y con herramientas especiales se le iba dando forma al gusto y aplicando asas, u otros complementos. 




Diderot y D'Alembert  Diferentes operaciones relativas a la
fabricación de un vidrio.(1751-1772) Corning Museum of Glass



















Si tenemos en cuenta esta gran antigüedad del vidrio soplado deduciremos fácilmente que los trabajadores del vidrio tienen un oficio de tradición secular.  

Una cosa curiosa es que la sífilis fue considerada una enfermedad profesional en el s. XVII y XVIII. Podemos pensar que ciertamente constituía un peligro para profesiones expuestas a contactos sexuales como la prostitución, pero no era este el caso. Se consideraba una enfermedad profesional en los sopladores de vidrio! 

En efecto, los sopladores de vidrio frecuentemente pasaban los tubos por los que soplaban de uno a otro. En el caso que uno de ellos tuviera un chancro sifilítico en los labios o en la lengua, se podía realizar el contagio a otro compañero, a través de su mucosa bucal. 


Conjunto de navajas de afeitar del s. XIX, que habían pertenecido
 a Franz Grillparzer (1791-1872). Museo de Viena. 

La cuestión del llamado "chancro inocente" (chancro inoculado por un contacto no sexual) fue muy debatida en el s. XIX. Este tipo de transmisión de la sífilis es posible, si bien hay que aclarar que se produce en un porcentaje mínimo de casos, ya que Treponema pallidum puede atravesar las mucosa (genital o oral) pero no es capaz de atravesar la piel queratinizada. Se necesita una inoculación o efracción cutánea, como es el caso de los tatuajes, por ejemplo. Se comentaba mucho el llamado "chancro barbero" o "picadura de barbero", que tenía lugar cuando en una barbería se erosionaba una lesión de sífilis (generalmente sífilis secundaria) en la cara y a continuación, contraviniendo la higiene más elemental, se afeitaba a otro cliente. En estos casos si se producía un corte o una erosión al nuevo cliente se podía transmitir la enfermedad, aunque esta secuencia de hechos era bastante rocambolesca. 


Anuncio de hojas de afeitar. Primera mitad del s. XX.
Museo de Viena. 
En el s. XX, Duperrat refiere que en toda su dilatada carrera profesional en el hospital de Saint Louis solamente se encontró con tres casos de "contagio inocente". Uno de ellos era la de una laborantina a quien se le rompió un tubo de ensayo que contenía suero de un sifilítico, con la mala suerte que se hizo un corte en un dedo con el vidrio roto. Como vemos en todos estos casos, la mala suerte juega también un cierto papel. 

En mi experiencia profesional recuerdo haber visto algunos casos de chancros sifilíticos extragenitales. El más curioso (y que reconozco que me costó bastante llegar a un correcto diagnóstico) era un chancro localizado en la nuca. Todo se explicó cuando el paciente me refirió que tenía la costumbre de subir a hombros a algunas prostitutas que frecuentaba. Por lo visto el hombre debía tener alguna erosión o una pequeña foliculitis en la nuca y al contactar con algún chancro genital de algunas de sus partenaires había provocado esta poco usual localización. Pero claro, a esto no se le puede llamar "chancro inocente". 


Reconstrucción de un típico salón de barbería del s. XIX
Museo de Viena.



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