miércoles, 18 de marzo de 2015

El sentido del tacto






 P.P. Rubens y 
J. Brueghel el Viejo

El tacto 
(1617-1618)

Óleo sobre tabla 
Museo del Prado, Madrid


La piel es un órgano extenso y complejo. Efectúa muchas funciones vitales. Es a la vez nuestra tarjeta de presentación y nuestra frontera, aislándonos y defendiéndonos del exterior. Y también es la sede de uno de nuestros sentidos: el sentido del tacto, que nos sirve para cosas tan diversas como reconocer las cosas del mundo exterior, captar la temperatura, sentir dolor y darnos placer.  

La serie de los sentidos es una de las más importantes colaboraciones entre Rubens y Brueghel el Viejo. Se trata de una serie de grandes lienzos dedicados a los sentidos corporales. En esta serie, Brueghel se encargó de representar los ricos y exhuberantes escenarios de la corte de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia (que eran los gobernadores de los Países Bajos) y Rubens realizó las figuras alegóricas de cada uno de los sentidos. 

En cada una de las tablas se representan objetos alusivos a  los cinco sentidos. En todos ellos, presidiendo, una  diosa, personificación alegórica del sentido correspondiente. El resto de la composición se basa en objetos que puedan evocarnos el sentido en cuestión. Así, en el sentido del olfato aparecen multitud de flores, evocando su aroma; en el del gusto, manjares apetitosos; en el del oído, pájaros canoros e instrumentos musicales. Muchos de los objetos, pinturas e instrumentos que aparecen en las tablas debían pertenecer a la colección del archiduque que era un gran coleccionista y un importante mecenas. Muchas de las pinturas representadas desaparecieron en un incendio, y la única que sabemos de forma segura que perteneció al archiduque es la Derrota de Senaquerib, representada precisamente en la dedicada al sentido del tacto. 

En la tabla El tacto aparecen múltiples armaduras y escenas de forja (insistiendo en la dureza y frialdad del tacto del acero) que contrasta con la suavidad de la piel del amorcillo a quien la diosa besa tiernamente (sensibilidad epicrítica). 


Estas obras, como otras de esta colección pasaron a ser propiedad del rey Felipe IV y a engrosar los fondos reales del Alcázar. Forman parte de la colección del Museo del Prado de Madrid desde mediados del s. XIX. 


Brueghel el Viejo: El gusto, el oído y el tacto (de la serie de los sentidos). Museo del Prado, Madrid. 

Otra obra, también de Brueghel el Viejo (1620 circa), representa a la vez el sentido del gusto el oído y el tacto. En ella aparece un banquete con varios comensales, personificación de estos sentidos. El músico y los niños cantores, encarnan el oído; la joven que se dispone a saborear las ostras, el gusto; y la que acaricia un visón, el tacto. En la esquina inferior izquierda aparece un mono tirando del cabello a un amorcillo, que igualmente representa el tacto (en su faceta más dolorosa). Los cuadros que aparecen representados son también alusivos: La Anunciación (en la tapa del clavicordio) y La visita de Minerva al Parnaso hacen referencia al oído; El sacamuelas al tacto; y el Castigo del rico Epulón y Las bodas de Caná, al gusto. 

A destacar el interés que despertaba en el barroco la representación de los sentidos y la dificultad de representarlos, muy especialmente el sentido del tacto, el que reside en nuestra piel. 








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