martes, 21 de abril de 2020

Epidemias y literatura (I): El Decamerón

El Decamerón - Las malas lenguas





John William Waterhouse

El cuento del Decamerón
(1916)

Óleo sobre lienzo 109 x159 cm
Lady Lever Art Gallery 
Port Sunlight (Reino Unido)



Las grandes epidemias han constituido épocas muy temidas por su alta morbilidad y mortalidad. Una muestra de ello, lo encontramos en la Biblia. En el libro de Samuel, se plantean elegir entre tres flagelos: Siete años de hambruna, tres meses de guerra o tres días de peste. Como vemos, estas tres desgracias de duración tan desigual se plantean como equivalentes. 

En otras entradas de este blog, hemos insistido en que las epidemias producen cambios históricos de mucha importancia. De hecho, cambian el curso de la Historia de forma más radical que las guerras o los avatares políticos o económicos. No es extraño pues que hayan encontrado un gran eco en la literatura  universal. 


Lorenzo and Isabella
John Everett Millais: Isabella 


Decamerón (Bocaccio)

Uno de los libros más clásicos al hablar de epidemias es el Decamerón de Bocaccio, Una de las grandes obras de la literatura universal. La acción del Decamerón se sitúa en el verano de 1348, en Florencia, una ciudad devastada por la peste. En este contexto, diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres, se encuentran en la Basílica de Santa Maria Novella. Temerosos del alto peligro de contagio y de la gran mortalidad que arrasa la ciudad, deciden retirarse juntos a una villa en el vecino pueblecito de Fiésole, confinándose allí durante diez días. 

Ilustración de una edición flamenca de 1432 (Wikipedia) 

La primera jornada viene precedida de una detallada descripción de la peste y del relato de cómo se produjo el encuentro fortuito de los narradores de estas historias. El Decamerón contiene así una descripción de los efectos físicos, psicológicos y sociales que la peste bubónica ejerció en la Toscana: 

"¡Cuántos valerosos hombres, cuántas hermosas mujeres, cuántos jóvenes gallardos a quienes no otros que GalenoHipócrates o Esculapio hubiesen juzgado sanísimos, desayunaron con sus parientes, compañeros y amigos, y llegada la tarde cenaron con sus antepasados en el otro mundo!"

Para entretenerse durante su retiro, cada noche se reúnen en el jardín, alrededor de una fuente. Cada uno de ellos debe contar una historia breve cada día. De ahí el título del libro (Decamerón, un neologismo que forma Bocaccio a partir del griego δέκαdéka ("diez") y ἡμέραhēméra ("día"), para es decir: [acontecimiento] de diez días). En efecto, el libro reúne en total las cien historias contadas durante este tiempo. Unas historias jocosas, teñidas de una gran carga erótica muchas veces, en un buscado juego entre la exaltación de la vida (Eros) y la amenaza de la muerte (Thanatos). 


El Decameron Franz Xaver Winterhalter
Franz Xaver Winterhalter. El Decamerón (1837) 


El Decamerón anticipa ya el Renacimiento por la concepción profana del hombre, la ausencia de rasgos fantásticos o míticos y la burla de los ideales medievales, lo que dota a la obra de un carácter claramente humanista. 

Este gran libro ha sido celebrado también en la pintura, como en la obra de Waterhouse con la que encabezamos esta entrada (1916). Otras obras que aportamos son las de Franz Xaver Winterhalter (1837) y la de John Everett Millais (Isabella, en referencia a una de las historias del Decamerón: jornada IV, cuento 5º). Por cierto, que a este relato ya dedicamos otra entrada del blog


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