Anónimo
El rey Fernando VI (1754)
Óleo sobre lienzo 151 x 31 cm
Museo del Prado. Madrid |
Fernando VI de Borbón reinó en España de 1746 a 1759. El último año de su reinado fue conocido como "el año sin rey" ya que una patología psiquiátrica impidió al monarca ejercer como tal y su ausencia fue manifiesta de todos los asuntos y actos públicos. La enfermedad mental de Fernando VI fue calificada en su tiempo por los numerosos médicos que lo atendieron como manía o melancolía, diagnósticos poco precisos pero muy habituales en la época. Pero ¿como diagnosticaríamos en la actualidad un caso así? ¿con qué cuadro psiquiátrico se correspondería? Revisemos algunas de las principales hipótesis que se han barajado hasta ahora.
Se ha apuntado la posibilidad de que se tratara de un síndrome de Alzheimer. El diagnóstico puede basarse en su evidente deterioro psíquico. Aunque es poco probable, si tenemos en cuenta la edad del paciente (murió a los 46 años), la rápida progresión clínica, la ausencia inicial de déficits de la memoria episódica y la grave alteración de la conducta.
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Evolución clínica de Fernando VI durante el "año sin rey"
Antecedentes: Episodios depresivos previos
Agosto de 1758: Sintomatología depresiva
Septiembre-diciembre de 1758: Alteraciones de conducta
Ideas de muerte
Pensamientos psicóticos e irracionales
Pérdida de función como gobernante
Enero-junio de 1759: Encamamiento progresivo
Conducta motora durante el sueño
Incontinencia urinaria y fecal
Crisis epilépticas focales ¿mioclonías?
Julio-agosto de 1759: Demencia grave
Muerte
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(Tomado de S. Fernández-Menéndez y cols Rev Neurol 2016; 62 (11): 516-523
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Según otros autores, Fernando VI presentó un cuadro depresivo. En favor de esta hipótesis hay que tener presente la enfermedad mental de su padre, Felipe V (que también sufrió una grave alteración mental, probablemente depresiva); los propios antecedentes personales (Fernando había ya presentado épocas depresivas en su juventud); y el desencadenante que supuso la pérdida de su esposa, a quien debía su equilibrio afectivo.
Fernando VI y su familia, según un grabado de la época |
Teniendo en cuenta la gravedad de los síntomas, la pérdida de interés por sus actividades habituales (caza, juegos de cartas, oficios religiosos), anorexia, alteración del sueño, abandono de la higiene personal, pensamientos de muerte recurrentes y diversos intentos de suicidio, se debería plantear la hipótesis de un trastorno depresivo mayor.
Por otra parte, aparecen también momentos en los que se observa un estado de ánimo elevado, aumento anormal de la actividad, irritabilidad y episodios de heteroagresividad que concuerdan con un episodio de manía o hipomanía, por lo que cabe plantear tal vez un transtorno bipolar tipo II.
La aparición de otros síntomas, como las crisis epilépticas o la progresión rápida hacia un estado de encamamiento y demencia grave, tendrían que explicarse por otros motivos. Es importante recordar su mal estado nutricional, y posibles trastornos deficitarios, endocrinos, metabólicos y finalmente infecciosos. La posibilidad de un transtorno neurológico, teniendo en cuenta la aparición de las convulsiones, que podrían explicarse por un origen epiléptico focal, lo cual orienta a un posible daño cerebral estructural.
La evolución clínica de Fernando VI encajaría dentro de lo que hoy clasificaríamos sindrómicamente como demencia rápidamente progresiva. Existen varias causas que irían a favor de este diagnóstico entre las que cabe destacar por su frecuencia en la actualidad las enfermedades priónicas, seguidas de las enfermedades neurodegenerativas y las encefalitis autoinmunes; sin embargo, como señala Santiago Fernández-Menéndez no hay que descartar la posibilidad de un origen infeccioso, frecuente en el s. XVIII. Una demencia rápidamente progresiva cuyos síntomas habrían pasado desapercibidos al coincidir con la agonía y la muerte de la reina explicaría mejor todo el proceso clínico.
En resumen puede ser que Fernando VI padeciera un trastorno psiquiátrico de base (o un trastorno bipolar, o un episodio depresivo mayor). Lo que parece claro es que el empeoramiento grave de su sintomatología, con la decadencia funcional que eso acarreó, se tiene que explicar por otras causas. Una etiología orgánica que haya causado una demencia rápidamente progresiva cuyos síntomas hayan pasado desapercibidos al coincidir con la agonía y muerte de la reina explicaría mejor todo el proceso clínico. Lo que está claro es que su mal estado nutricional y las complicaciones infecciosas fueron factores importantes para su muerte precoz.
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