domingo, 25 de septiembre de 2016

Experimentos médicos no éticos (II): el estudio Tuskegee








Punciones lumbares en el Experimento Tuskegee 


Fotografía
Archivos Nacionales. Atlanta.  


Tras considerar en la entrada anterior las fases iniciales del experimento Tuskegee (un experimento no ético que observaba - sin tratar ni informar  - a un grupo de enfermos negros con sífilis) comentaremos hoy cómo continuó este nefasto experimento entre 1940 y 1972. A pesar de disponer de tratamientos de alta eficacia no se ofreció jamás la posibilidad de tratamiento a los pacientes que formaban parte del estudio. Simplemente se observaba como se desarrollaba la enfermedad, como se producían nuevos contagios, como se transmitía a sus hijos, con total pasividad y ausencia de toda ética.  

Introducción de la penicilina en el tratamiento de la sífilis

El descubrimiento preliminar de la penicilina había sido realizado por Fleming en 1928, si bien fue publicado con gran circunspección. Fleming, y sus colaboradores Chain y Florey realizaron posteriormente numerosos estudios para comprobar la eficacia del antibiótico, así que la penicilina no fue usada en terapéutica humana hasta la II Guerra Mundial (1940). Los médicos militares norteamericanos la usaron para tratar la sífilis en las tropas del Pacífico en diciembre 1943 (MahoneyArnold, y Harris). El éxito del tratamiento fue notable, y en 1947, la penicilina se había convertido ya en el tratamiento estándar para la sífilis, y era administrada por el PHS. Antes de la penicilinoterapia, la sífilis conducía frecuentemente al desarrollo de una enfermedad multisistémica, crónica, dolorosa y fatal. Gracias a la penicilina, el panorama cambió radicalmente. El éxito fue tal que a mediados de los años 50, la incidencia de la enfermedad bajó tan bruscamente que muchos creyeron estar ante una posible erradicación de la sífilis.

Sin embargo, el experimento Tuskegee siguió adelante y el grupo participante en el estudio no fue ni tratado, ni informado a este respectocon el objetivo de continuar la investigación acerca de cómo la enfermedad progresa y mata al paciente. El tratamiento fue intencionadamente denegado a muchos de ellos. Muchos fueron engañados administrándoles placebos para poder así observar la fatal progresión de la enfermedad. Incluso se advirtió específicamente a los sujetos del estudio que evitaran el uso de penicilina, que estaba siendo administrada a otros enfermos del lugar.


Extracciones de sangre durante el experimento Tuskegee

A pesar de que el gobierno de los EEUU patrocinó muchas campañas sanitarias, programas de formación y centros de tratamiento rápido para la erradicación de la sífilis, el grupo del estudio Tuskegee fue cuidadosamente evitado. Varias campañas nacionales para acabar con las venéreas llegaron al condado de Macon, pero los investigadores impidieron que los sujetos del estudio participasen.

Algo similar había pasado unos años antes, durante la II Guerra Mundial, cuando 250 hombres del experimento fueron llamados a filas. Como que a los soldados norteamericanos se les practicaban serologías, los hombres de Tuskegee fueron diagnosticados de sífilis. En estos casos, los médicos militares avisaban a los soldados enfermos de que requerían tratamiento, pero por orden del PHS estos avisos no llegaron a sus destinatarios. El representante del PHS de la época dijo: 


"Por el momento, estamos impidiendo que los pacientes positivos a sífilis reciban tratamiento".

En 1951, el PHS insistía que el experimento Tuskegee constituía “una oportunidad única” para la mejor comprensión de la evolución natural de la lúes. A pesar que a consecuencia del Juicio de Nüremberg se habían desarrollado códigos éticos que prohibían todo estudio médico que pudiera perjudicar y que no informara adecuadamente a los sujetos del estudio.


El final del estudio

El estudio continúo hasta 1972, cuando un filtración a la prensa – mas que cualquier otra consideración ética o moral – condujo a su cancelación. El estudio Tuskegee es frecuentemente citado como uno de los más grandes incumplimientos de ética y confianza entre el médico y sus pacientes, en la realización de un estudio clínico en los Estados Unidos. 


Un médico inyecta un placebo (no medicinal) a un enfermo del experimento Tuskegee (Fotografía de 1971) 

En 1968, William Carter Jenkins (“Bill”), estadístico afroamericano del PHS, que trabajaba en el Departamento de Salud, Educación y Asistencia Social (Department of Health, Education and Welfare), fundó y editó una revista, Drum, dedicada a acabar con la discriminación racial en su departamento, parte del PHS. En un artículo de DrumJenkins pedía el fin del experimento Tuskegee, pero se desoyó su petición. Años más tarde, en 1980 Jenkins se unió a la sección de venéreas del CDC, donde dirigió el Programa de Beneficios para la Salud de los Participantes (Participants Health Benefits Program) que aseguraba atención médica a los supervivientes del experimento Tuskegee.

La noticia que apareció en The New York Times
el 26 de julio de 1972supuso el fin del experimento.
 
Ante la falta de reacción de los responsables del estudio, Buxtun finalmente acudió a la prensa a principio de los años setenta. La noticia apareció por primera vez en el Washington Star (25 de julio de 1972) y al día siguiente en la portada del New York Times. El escándalo motivó que el senador Edward Kennedy organizara una vista en el Congreso, donde acudió Buxtun a testificar. Tras la enérgica protesta se creó un grupo consultor que determinó que el estudio no tenía justificación médica y se ordenó su fin.

El estudio Tuskegee había durado 40 años. Al final del estudio, solo 74 sujetos estaban aún vivos. De los 399 participantes infectados, 28 habían muerto de sífilis y otros 100 de complicaciones médicas relacionadas. Además, 40 mujeres de los sujetos resultaron infectadas y 19 niños nacieron con sífilis congénita.


Consecuencias del estudio Tuskegee

El estudio Tuskegee tuvo importantes repercusiones en la sociedad norteamericana y en la regulación de las normas éticas en la investigación.

Una de las primeras medidas fue la del establecimiento de compensaciones para los familiares de los sujetos del estudio. Como parte de un acuerdo establecido en un juicio de acción popular iniciado por la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP, National Association for the Advancement of Colored People,), se compensó a los supervivientes participantes y familiares que habían sido infectados a consecuencia del estudio, con nueve millones de dólares y la promesa de tratamiento médico gratuito.

Como consecuencia del estudio Tuskegee, se hizo evidente la necesidad de establecer normas de regulación ética. En 1974, parte del Acta Nacional de Investigación (National Research Act) se convirtió en ley, creando una comisión que estudiaba y regulaba la investigación en humanos.  En 1978, la Comisión Nacional, reunida en el Centro de Conferencias Belmont publicó el documento Principios éticos y pautas para la protección de los seres humanos en la investigación, más conocido como Informe Belmont.  Dicho informe señala que toda investigación médica debe basarse en tres principios fundamentales: 

  • Respeto a las personas (que deberán dar su consentimiento informado)
  • Beneficiencia (maximizar los beneficios científicos mini- mizando los riesgos de los sujetos de la investigación) 
  • Justicia (evitando procedimientos explotadores).

El experimento sobre sífilis Tuskegee dañó el nivel de confianza de la comunidad afroamericana en la salud pública americana. Esta desconfianza se reflejó en la donación de sangre y órganos. También ésta es la causa de la reticencia de muchos afroamericanos a someterse a reconocimientos de salud preventivos, y a participar en cualquier tipo de ensayo clínico. La reticencia de este grupo de población se incrementó notablemente con la aparición de la epidemia de sida en los años 80. 


(Artículo extractado de: X. Sierra. El experimento Tuskegee.  En: Cuesta E,  López-Muñoz F. (ed) Cuando la Medicina no cura. Ed. Delta. Madrid, 2016)




El terrorífico experimento Tuskegee en humanos






Bibliografía


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