Mosaico de los peces, procedente de Pompeya (s. III d.n.e.). Entre ellos, a la derecha,se puede distinguir una morena. Museo Archeologico Nazionale, Nápoles.
Los romanos nos han dejado multitud de mosaicos. Muchos de ellos, generalmente procedentes de termas o de estanques de las villae, representaban peces y animales marinos. El realismo romano permite la perfecta identificación de las diversas especies, que están plasmadas con todo detalle. Podemos reconocer con facilidad pulpos, langostas, lubinas, salmonetes, doncellas y serránidos. Y también morenas, que eran muy apreciadas por los romanos.
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Detalle de la morena. Mosaico de los peces. Museo Nazionale, Nápoles. |
Las morenas son animales serpentiformes que pertenecen a varios géneros. La más común en el Mediterráneo es Muraena helena, que habita en los orificios y recovecos de las rocas y cuevas. Mide cerca de un metro de longitud, es de color chocolate con varias manchas de colores que van del amarillo al pardo y carece de escamas. Aunque es menos agresiva que lo que su hosco aspecto hace sospechar, puede morder con cierta facilidad, por lo que es mejor no importunarla. Su mordedura no es venenosa, como muchos creen, pero sí muy dolorosa ya que posee potentes mandíbulas y dientes irregulares y afilados como cuchillos, llenos de restos de anteriores comidas, por lo que las heridas que produce frecuentemente se sobreinfectan. Es pues un animal bastante temible.
A los romanos les encantaba el pescado, en general y las morenas en particular. Solían consumirlo con una salsa llamada garum, de la que no conocemos exactamente su composición, pero parece ser que era elaborada con restos de pescado fermentados. A veces usaban viveros conectados con el mar, para garantizar la plena frescura del pescado. Lucio Licinio Lúculo, el famoso gastrónomo romano, llegó a hacerse construir un acueducto de agua marina del Tirreno para sus estanques y viveros de morenas.
Según nos cuenta Plinio el Viejo en su Historia Natural (Naturalis Historia) hubo un cónsul romano, llamado Lucio Lucilio Murena, que era tan amante de las morenas que añadió el "apellido" de Murena (morena) a su nombre.
Mosaico de los peces, procedente de Vega Baja. En el centro, una morena. Museo del Hospital de Santa Cruz, Toledo |
Según nos cuenta Plinio el Viejo en su Historia Natural (Naturalis Historia) hubo un cónsul romano, llamado Lucio Lucilio Murena, que era tan amante de las morenas que añadió el "apellido" de Murena (morena) a su nombre.
Mosaico de los peces. En la parte superior pueden observarse dos morenas. Museu Arqueològic. Tarragona. |
Marco Gavio Apicio, otro gastrónomo romano del s. I d.n.e. al que se atribuye el libro de cocina "De re coquinaria" una de las fuentes para conocer la gastronomía en el mundo romano, sugería seis salsas para servir este pescado: tres para morena asada y tres más para morena hervida. Además incluye otra que recomienda lavarla bien, ponerla en una cacerola con un triturado de pimienta, orégano, menta y cebolla seca; añadir vino, miel y algo de garum y dejar reducir la salsa. Seguro que el resultado era muy apetecible.
Mosaico romano en Útica (Túnez). En la parte superior izquierda se puede ver una morena. |
Craso también tenía devoción por esas "serpientes de mar". Se decía que tenía una morena amaestrada en el estanque de su casa, que emergía a la superficie cuando él la llamaba, a recibir alimento de su mano.
Busto de Lucinio Craso. Museo Marés, Barcelona. |
Craso la tenía en gran estima, e incluso la engalanaba con pendientes con piedras preciosas. Cuando la morena murió, Craso lloró desconsoladamente e incluso le organizó un entierro.
Este hecho le fue reprochado por Domicio, que le dijo:
- "Eres tan tonto, que llegaste a llorar por una morena que se te murió".A lo que Craso respondió:
- "Es verdad. Yo lloré por un animalillo a quien quería. En cambio tú enterraste a tres esposas y no lloraste por ninguna de ellas."
Otra representación de peces en un mosaico romano. En la parte superior del medallón, una morena. Museo de Trípoli (Libia) |
Según la leyenda, algunos romanos tenían en su casa un estanque lleno de morenas a las que casi no daban de comer. Si algún enemigo les importunaba, lo arrojaban al estanque y era devorado por los hambrientos peces que no dejaban ni siquiera los restos. Un crimen perfecto, aunque en mi opinión tiene más de legendario que de verosímil.
Y aquí un video sobre una morena real, que nos envía la dermatóloga y submarinista mallorquina Rosa Taberner. Uno de los maravillosos reportajes que ella suele realizar, sobre fauna marina. Muchas gracias, Rosa!:
Y aquí un video sobre una morena real, que nos envía la dermatóloga y submarinista mallorquina Rosa Taberner. Uno de los maravillosos reportajes que ella suele realizar, sobre fauna marina. Muchas gracias, Rosa!:
MOSAICO ROMANO. Arte romana:
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