Varón usando un estrígilo
para limpiar su cuerpo
Kylix de cerámica negra de figuras rojas.
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma. |
Entre la multitud de visitas culturales que ofrece la ciudad de Roma, a veces pasa desapercibido este museo, donde sin embargo pueden hallarse piezas arqueológicas remarcables. El Museo Nacional Etrusco se encuentra ubicado en un antiguo palacio papal, la Villa Giulia, en los jardines de Villa Borghese, y el interés de su continente rivaliza en interés con su contenido.
Ungüentario dotado de asas para llevar colgado a la cintura. Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma |
Se trataba de una cultura refinada, amante de los placeres, en la que la mujer, al contrario de la griega o de la romana, no era marginada de la vida social, sino que participaba activamente tomando parte en los banquetes, en los juegos gimnásticos y en los bailes, y sobre todo ayudaban en las labores de la vía pública. Las mujeres expresaban libremente en público sus opiniones y compartían sus ocupaciones con los varones. También participaban en las asambleas políticas y en los frecuentes y fastuosos banquetes, que eran fiestas de ocio y diversión, pero también de debates filosóficos e ideológicos.
La mujer además tenía una posición relevante entre los aristócratas etruscos, puesto que estos últimos eran pocos y a menudo estaban involucrados en la guerra: por esto, los hombres escaseaban. Se esperaba que la mujer, en caso de muerte del marido, asumiría la tarea de asegurar la conservación de las riquezas y la continuidad de la familia. También a través de ella se transmitía la herencia, como sucedía en los pueblos celtas. Todo esto implicaba un gran poder adquisitivo de la mujer, lo que se reflejaba en el rico ajuar que frecuentemente se halla en sus sepulturas.
Ungüentarios etruscos de influencia africana. Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma |
Pero los jabones eran escasos y muy caros, y solían ser usados solamente por las clases altas en ciertas circunstancias. Era mucho más habitual lavarse con aceite perfumado. Este uso higiénico del aceite explica que este producto fuese tan apreciado en muchas culturas antiguas.
El aceite se vertía sobre la superficie del cuerpo y luego se añadía algo de arena, frotándolo sobre la piel. La arena efectuaba una ligera abrasión, procediendo a arrastrar la suciedad y la capa superficial de células muertas de la piel. En definitiva, podríamos decir en vocabulario moderno que realizaba un cierto peeling. Luego se procedía a arrastrar el acúmulo de aceite, suciedad y piel muerta retirándolo con un estrígilo.
El estrígilo era un instrumento de bronce, en forma de hoz, acanalado en su centro. Aplicándolo paralelamente a la piel y dándole un ligero movimiento de arrastre se conseguía retirar las materias a eliminar, al tiempo que se permitía que el aceite protegiera y perfumara la piel. En el Museo Etrusco encontramos diversos ejemplos de estos instrumentos, que hemos podido admirar también en otros museos de los países ribereños del Mediterráneo, ya que este método fue muy extendido en la Antigüedad.
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