lunes, 8 de mayo de 2017

Rascarse: manía, alivio, contagio.





Oskar Kokoschka 

Manía 
(1913)

Dibujo al carboncillo 48 x 38  cm 
Museo de Bellas Artes (Szepmueveszeti Muzeum) Budapest   




Oskar Kokoschka (1886-1980) fue un pintor y poeta austríaco. En una primera fase retrató a diversas personalidades de la sociedad vienesa caracterizados por un intenso expresionismo. Vivió un apasionado y turbulento amor con Alma Mahler, tras la muerte de la hija de ésta. 

En el dibujo de Kokoshka titulado "Manía" aparece una anciana en actitud de rascarse. Rascarnos la piel cuando algo nos pica es una maniobra útil a veces para aminorar la molesta sensación de prurito. Sin embargo, a veces el rascado compulsivo puede provocar más problemas (neurodermitis o excoriaciones) que los que resuelve. 

También nos rascamos frecuentemente como acto reflejo si vemos a otra persona rascándose. Pero nadie hasta ahora sabía la causa de este comportamiento. Recientemente unos científicos de la Universidad de Washington han intentado dilucidar la causa de este fenómeno. Para ello han realizado un experimento en ratones. 

De entrada sorprende que los ratones, más sensibles a los estímulos olfactivos o táctiles que a la vista, se rasquen también si ven a otro ratón haciéndolo. Pero así es. Tal vez sea un mecanismo de defensa ante posibles parásitos. 

Los científicos han determinado que este comportamiento está regido por el nódulo supraquiasmático una estructura cerebral situada en el hipotálamo e implicada en el ritmo circadiano de diferentes aspectos del mamífero (sueño, actividad física, digestión, temperatura corporal). Cuando un ratón ve a otro rascándose se activa su nódulo supraquiasmático, que desprende bruscamente una sustancia llamada bombesina (o GRP, Gastrin Releasing Peptid), un neurotransmisor esencial para transmitir la señal de "prurito" hasta la epidermis. La prueba es que si se inhibe la liberación de bombesina, los ratones no se rascan aunque vean a otros congéneres haciéndolo. Una prueba más de que la sensación de prurito se tiene más en el cerebro que en la piel. 


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