Sergi Margalef
Exposición "Sal a l'ADN"
Fotografía. Exposición temporal.
Museu Marítim. Barcelona. |
"The old man was thin and gaunt with deep wrinkles in the back of his neck. The brown blotches of the benevolent skin cancer the sun brings from its reflection on the tropic sea were on his cheeks. The blotches ran well down the sides of his face and his hands had the deep-creased scars from handling heavy fish on the cords. But none of these scars were fresh. They were as old as erosions in a fishless desert"
"El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical estaban en sus mejillas. Esas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto"
Ernest Hemingway: El viejo y el mar.
En el Museu Marítim de Barcelona tiene lugar una exposición temporal de fotografías de Sergi Margalef, con el título genérico de Sal a l'ADN. Son 14 retratos de pescadores, desnudos ante la cámara. Un reportaje sobre la piel de un grupo de pescadores de Cambrils nacidos antes de 1933, año en el que se construyó el puerto de su pueblo. Las fotografías - de un gran valor artístico - tienen también un importante valor como fotografía documental.
Reflejan muy bien el daño solar de las partes habitualmente descubiertas de estos lobos de mar. Una piel curtida, que ha trabajado de sol a sol tantos años, una piel en la que se observa los efectos del fotoenvejecimiento. La continua exposicion a los rayos ultravioleta les ha causado una elastosis de la dermis, que se traduce en una piel laxa, con arrugas marcadas, de color cetrino, surcado en algunos lugares de finas telangiectasias. En la piel de la cabeza y cara, y también en algunos casos en la zona esternal se pueden ver queratosis actínicas, algo más oscuras, que probablemente son algo rasposas al tacto. Algunos ya han presentado algunas lesiones de mayor importancia, a juzgar por algunas cicatrices, recuerdo de algunas extirpaciones quirúrgicas.
Las alteraciones producidas por el sol no son igualmente intensas en todos los casos. Puede que algunos de esos marinos hayan trabajado más que otros, o que haya una ligera diferencia de edad. Pero sobre todo hay diferencias en el color de la piel, en la coloración de sus ojos. Las personas con piel y ojos más claros, de fototipo menor, están menos preparadas para exponerse continuamente a la radiación ultravioleta. En definitiva, hay pieles más protegidas que otras frente a las inclemencias del sol. Así, el color de los ojos a veces ayuda a fijar el fototipo. Y también revela la experiencia en el oficio, la mirada tranquila de quien está acostumbrado a mirar al azul del mar escudriñando los más mínimos detalles, los secretos escondidos de la masa de agua azul.
El dermatólogo alemán Paul Gerson Unna (1850-1929) que trabajaba en Hamburgo, ciudad de gran tradición marinera, ya describió esta piel típica de los marineros como Seemans Haut (piel de marino). Ni más ni menos que lo que podemos ver en estas veteranas pieles de estos hombres del mar, en la curtida piel de los pescadores de Cambrils.
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