lunes, 27 de agosto de 2018

Descubrimiento de un taller de momificación

          




Mascara funeraria 
(s. VI a.C.)

Plata dorada
Descubierta por Ramadán Badry Hussein.
Universidad de Tübingen



El pasado mes de julio de 2018 se descubrió el primer taller de momificación del Antiguo Egipto. El hallazgo conlleva una gran cantidad de objetos: 35 momias, 5 sarcófagos, una máscara de plata dorada (la primera que se ha descubierto desde 1939) y sobretodo un taller completo de momificación, lo que va a revelar muchos datos de cómo se realizaba el proceso de embalsamamiento.  

El descubrimiento tuvo lugar en el extenso yacimiento de Saqqara, cerca de Gizeh, a poca distancia de la pirámide de Unnas, y lo realizó el equipo de egiptólogos egipcio-alemán dirigido por Ramadan Badry Hussein. La datación del taller corresponde a la dinastía XXVI en pleno período saíta (664-525 a.C.), un corto período de renacimiento del Egipto faraónico antes de la conquista persa (525 a.C). 

Entre los objetos encontrados en el taller destacan vasos canopos de alabastro, destinados a contener las vísceras del difunto, y numerosos recipientes con grabados de los nombres de diversos ungüentos y otras sustancias sin duda usadas durante el proceso de momificación. Esta fase de embalsamamiento precedía a la colocación de vendas de lino. El descubrimiento de estos productos es de vital importancia para determinar su composición química y comprender mejor el proceso de momificación.  Dos grandes contenedores de paredes de tierra cruda podrían haber contenido natrón, una mezcla de sales naturales y carbonato de calcio. En estos depósitos se sumergían los cadáveres durante 40 días para deshidratarlos, una parte vital para interrumpir el proceso de putrefacción. Posteriormente los cuerpos eran ungidos con gran número de ungüentos y de perfumes y finalmente recubiertos con largas tiras de lino. Sobre la momia se colocaba la máscara y un un gran número de amuletos y de ushebtis (literalmente "el que responde") en la creencia de que se convertirían en servidores del difunto en la otra vida.


Algunas de las momias encontradas en el fondo de los pozos funerarios
al lado del taller. Ministerio de las Antigüedades egipcias. 

En una cámara adjunta al taller, una máscara de plata dorada con ojos incustrados de calcita y obsidiana (la que preside este escrito) cubría la cara de una momia que se encontraba ya en un sarcófago de madera decorada y ya lista para su sepelio. Según los primeros estudios parece que la momia podría haber pertenecido a un segundo sacerdote de Mut, la divinidad con tocado de buitre. La momificación era realizada por sacerdotes y se asociaba a un rito religioso, en la creencia de que la muerte no era más que una etapa, un tránsito a la vida del Más Allá. El nombre del propietario de la máscara incluía también el de la diosa Neith, cuyo culto gozaba de gran devoción en la época saíta.

La momificación se realizó durante 3.000 años, un período de tiempo muy amplio, lo que explica que las técnicas utilizadas experimentaron grandes variaciones. Lo esencial de todas ellas era evitar la putrefacción del cadáver. Una vez lavados, los cuerpos eran sometidos a la extracción del cerebro (excerebración) que era desechado. En cambio, a las otras vísceras - que también eran extraídas - se les concedía una importancia mucho mayor: tras embalsamar los órganos eran colocadas en los cuatro vasos canopos, llamados así por Canope, la ciudad donde según el mito se embalsamó la primera momia, el cuerpo de Osiris. Los vasos canopos representaban los cuatro hijos de Horus: 
  • Amset: vasija con tapa en forma de cabeza humana, que guardaba el hígado.
  • Hapy: vasija con tapa en forma de cabeza de babuino, donde se depositaban los pulmones.
  • Kebeshenuef: vasija con tapa en forma de cabeza de halcón, que contenía los intestinos.
  • Duamutef: vasija con tapa en forma de chacal, con el estómago del difunto.


Vasos canopos (dinastía XIX) Museo de Berlín

Cada vaso estaba protegido en la tumba por una diosa titular —Isis, Neftis, Selkis y Neith, respectivamente— y debía estar orientado de manera ritual hacia uno de los puntos cardinales: el hígado al Sur, los pulmones al Norte, los intestinos al Oeste y el estómago al Este. Los egipcios creían que si no los guardaban bien el difunto no reviviría en la otra vida. Solamente el corazón, que se creía que era la sede de la vida y del pensamiento, permanecía intacto en su lugar. 

Gracias a todo el proceso de momificación, la piel de los egipcios ha llegado intacta hasta nosotros. En muchas momias incluso podemos observar las señales de algunas enfermedades como la viruela, en la momia de Ramsés V, tatuajes o hasta los efectos adversos de los cosméticos en otras momias. Sin embargo hay que decir que los cuerpos más antiguos (período dinástico y Reino Antiguo) en las que la acción del natrón era casi la única a tener en cuenta están mejor conservadas que las del Reino Nuevo, época en las que se añadieron multitud de ungüentos y perfumes

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