Momia de Ramsés V (Reinó en 1147-1143 a.n.e. Dinastía XX) Restos humanos momificados Sala de las Momias Reales
Museo Egipcio, El Cairo
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Hacía calor en el Museo. Yo había recorrido las salas repletas de vestigios de la antigua civilización egipcia, que siempre ha ejercido en mí una poderosa fascinación. No era la primera vez que visitaba el Museo Egipcio del Cairo, tan grande, tan rico y también tan destartalado. Así que había visitado ya las principales reliquias del pasado. Pero nunca había entrado en la sala de las momias.
La primera vez que visité Egipto, las momias reales no se exhibían, ya que se consideraban los restos de los Jefes de Estado del país y se tenía un recato que es inexistente en los museos occidentales, como en el British Museum, por citar alguno. Las momias ejercen un interés morboso en los turistas occidentales, que generalmente están más interesados en ver este tipo de restos que en muchas otras piezas, probablemente de mayor transcendencia e interés histórico. Como os digo, la primera vez que visité el Museo Egipcio, la exhibición de restos humanos estaba vedada para el gran público. Las otras veces que había visitado el museo, la premura de tiempo o mis preferencias histórico-artísticas hicieron que dedicara mi atención a otras salas.
La primera vez que visité Egipto, las momias reales no se exhibían, ya que se consideraban los restos de los Jefes de Estado del país y se tenía un recato que es inexistente en los museos occidentales, como en el British Museum, por citar alguno. Las momias ejercen un interés morboso en los turistas occidentales, que generalmente están más interesados en ver este tipo de restos que en muchas otras piezas, probablemente de mayor transcendencia e interés histórico. Como os digo, la primera vez que visité el Museo Egipcio, la exhibición de restos humanos estaba vedada para el gran público. Las otras veces que había visitado el museo, la premura de tiempo o mis preferencias histórico-artísticas hicieron que dedicara mi atención a otras salas.
Así que nunca había visitado la sala de las momias de los faraones. Entré con una mezcla de reverencia y curiosidad, guiado por un interés primordial: contemplar la momia de Ramsés V (o Ramesses, como sería más ortodoxo decir, según me remacha frecuentemente mi amigo, el egiptólogo Prof. Cervelló). Mi interés estribaba en una razón médica: la momia de Ramesses V presenta en su piel las trazas de haber padecido la viruela. La enfermedad que lo acabó llevando a su suntuosa tumba en el Valle de los Reyes.
Las momias reales yacían alineadas en dos grandes hileras de vitrinas. No estaban todas, naturalmente (el Museo Egipcio dispone de cientos de ellas), sino una selección escogida, que me comentaron que tenía una cierta rotación.
Pero efectivamente allí estaba Ramesses V, el Horus viviente, Toro Poderoso, Rey del Alto y del Bajo Egipto, Hijo de Ra. El cuarto faraón de la XX Dinastía, que rigió los destinos del país entre 1147 y 1143 a.n.e. Su momia reposaba cerca de una momia de una princesa con la cara deformada y la mano en posición de garra cubital. Sin detenerme, le eché un rápido vistazo. Podría tratarse de un caso de lepra, pensé para mí. Pero la emoción de estar cerca de la momia del faraón me atrajo de forma irresistible y olvidé pronto a la princesa de la mano en garra.
Me acerqué a la cara de Ramesses. Su rostro se presentaba impasible, sereno, majestuoso. En la piel de la cara se podían ver con facilidad lesiones redondeadas, de 1-5 mm aproximadamente, probablemente vesiculosas, de cierta uniformidad. La erupción era particularmente visible en la cara, en el cuello y en los brazos. En cambio, no se observaban vesículas en tórax ni en la parte superior del abdomen.
La momia había sido descubierta en 1898 en el escondrijo real KV35, más de 3000 años después de su sepelio en 1157 a.n.e. Sus restos estaban destinados a reposar en la tumba KV9 en el Valle de los Reyes, pero este hipogeo fue usurpado por su tío y sucesor Ramesses VI. Hasta podría ser que hubiera urdido un control para destronarlo. Tal vez la súbita aparición de la viruela hizo innecesario el complot. Porque el examen inicial de la momia pronto habían evidenciado las señales de una enfermedad cutánea parecida a la viruela. Según el Dr. C.W. Dixon
En 1910 Ruffer y Ferguson habían diagnosticado ya viruela en otra momia, y encontraron que las lesiones eran idénticas en el examen de la momia de Ramsés V. Posteriormente se han realizado diversos estudios con el microscopio electrónico en momias egipcias, que han suministrado valiosos datos paleopatológicos. En 1989, un permiso especial del presidente Anuar El Sadat autorizó a un equipo, encabezado por el Dr. Donald R. Hopkins a comprobar si las lesiones de la piel de Ramesses V eran propiamente de viruela. Pero se trataba de una de las momias mejor conservadas y no se permitió tomar una muestra directamente de la piel de la momia, sino solamente analizar los fragmentos de piel que habían quedado adheridos al vendaje. Por este motivo no pudieron detectarse virus, pero los datos histológicos que arrojó su estudio, parecen demostrar que efectivamente la enfermedad que afectó al faraón fue la viruela. El primer caso conocido de una enfermedad que oficialmente se erradicó del planeta en 1977.
"Ramsés había muerto de una enfermedad aguda a los 40 años de edad"
En 1910 Ruffer y Ferguson habían diagnosticado ya viruela en otra momia, y encontraron que las lesiones eran idénticas en el examen de la momia de Ramsés V. Posteriormente se han realizado diversos estudios con el microscopio electrónico en momias egipcias, que han suministrado valiosos datos paleopatológicos. En 1989, un permiso especial del presidente Anuar El Sadat autorizó a un equipo, encabezado por el Dr. Donald R. Hopkins a comprobar si las lesiones de la piel de Ramesses V eran propiamente de viruela. Pero se trataba de una de las momias mejor conservadas y no se permitió tomar una muestra directamente de la piel de la momia, sino solamente analizar los fragmentos de piel que habían quedado adheridos al vendaje. Por este motivo no pudieron detectarse virus, pero los datos histológicos que arrojó su estudio, parecen demostrar que efectivamente la enfermedad que afectó al faraón fue la viruela. El primer caso conocido de una enfermedad que oficialmente se erradicó del planeta en 1977.
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