jueves, 7 de mayo de 2015

Cosméticos en el Antiguo Egipto


Respaldo del trono real de Tutankhamon.
La reina aplica un ungüento perfumado sobre el hombro del faraón.
Museo Egipcio, El Cairo. 




Trono de Tutankhamon 
(1327 a.n.e. circa)

Oro, madera, plata, con pasta vítrea. 102 cm. 
Museo Egipcio. El Cairo. 



Los egipcios se lavaban frecuentemente. La práctica del baño era habitual, cosa lógica en un país con altas temperaturas en gran parte del año y con abundancia de agua dulce suministrada por el Nilo. El baño era seguido por la aplicación de ungüentos y aceites perfumados, que evitaban el resecamiento cutáneo. Esta práctica no era privativa de las clases altas, sino que también era frecuente entre artesanos, labradores e incluso esclavos. Un testimonio de esto lo tenemos en el trono de oro del faraón Tutankhamon, en el que puede verse a la reina extendiendo un ungüento sobre el brazo del soberano. Una escena similar se encuentra en el armario de vasos canópicos de la tumba del mismo rey. En este mismo armario, en otro bajorrelieve, es el faraón quien vierte un vaso de aceite perfumado sobre la mano de la reina Ajsenamon.

Efectivamente era el aceite y no el alcohol el excipiente del perfume, por lo que el uso de aceites perfumados tenía la doble misión de perfumar y restaurar el manto ácido de la piel. 
    
Muchas representaciones artísticas nos permiten reconstruir los usos cosméticos de la época: en los banquetes, por ejemplo, las damas ponían sobre su tocado una pequeña corona de cera llena de aceite perfumado. En el curso del banquete, el calor del cuerpo llegaba a fundir la cera por lo que el contenido se derramaba empapando los cabellos y la piel del cuello. Las esclavas, que también llevaban un artilugio similar, se encargaban luego de extender el ungüento durante la fiesta. Los músicos y las bailarinas también llevaban un cerato parecido, por lo que todo el ambiente se llenaba de suave fragancia.

Los desodorantes se confeccionaban con o mezclas de incienso y puerros, terebinto, dátiles y mirra. Tales composiciones eran envueltas en pequeños rollos. (Ebers, 708-711).

Las mujeres se afeitaban el cuerpo con navajas de bronce  y usaban pinzas para depilarse. Una prescripción de depilatorio incluía huesos hervidos y triturados de pájaro, con excrementos de mosca, sicomoro, aceite, jugos vegetales, goma y pepino (Hearst, 155). 

Escena de banquete. Tres damas son atendidas por
una sirvienta. Llevan conos de perfume sobre sus pelucas.   
Una dama le da a oler a otra un fruto de mandrágora.
Tumba de Najt, Tebas. 
Del extraordinario auge que tuvieron en Egipto los cosméticos es fiel testimonio los frascos y recipientes de perfumes hallados en las tumbas reales. Algunos de ellos con formas muy curiosas, como figurillas de íbice o de barcos, o representaciones de esclavos o diosecillos. Algún recipiente, como el de la leona, hallado en la tumba de Tutankhamon, todavía contenía en su interior ungüentos y perfumes en cuya composición se han podido identificar hasta siete clases de aceites vegetales y una grasa de procedencia animal. También se han encontrado múltiples cosméticos en tumbas no reales, como en el caso de Merit, la esposa del arquitecto Ka, en cuyo ajuar figuraba una completa caja con cosméticos, que se conserva en el Museo Egipcio de Turín. 




Caja de maquillajes y cosméticos de Merit, esposa de Ka.  Abajo, parte de su contenido.
Museo Egipcio, Turín.


Capítulo aparte merecen los cosméticos de adorno. Para pintar los ojos se usaba la malaquita verde, udju, procedente del Sinaí, y que se usa desde la época predinástica hasta la dinastía XIX. Más tardío es el uso de galena triturada, mesdemet, y el antimonio, elementos usados para elaborar el kohol que se empleaba para pintar los ojos y protegerse de las oftalmias, a causa de su efecto antiséptico. También actuaba como filtro solar de tipo físico. 

Mujer con un ungüentario en su mano


Las mujeres egipcias solían pintarse los labios, valiéndose de un pincel, como puede verse en el papiro erótico de Turín. También usaban maquillajes, tal como puede verse en un relieve del Imperio Medio. Se supone que para esta finalidad usaban óxido rojo de hierro. Una jarra de cosméticos del tiempo del Imperio Medio contenía un 26.8% de óxido de hierro (hematite) en una base de aceite vegetal y resina de goma.


Ungüentario que representa
una niña 
llevando una jarra
Museo Universidad de Durham. 
Dama recibiendo en sus manos un
ungüento perfumado
















El uso de alheña o henna (Lawsonia inermis L.) para la tinción de las uñas estaba muy extendido. Se han encontrado diversas momias de diversas épocas (dinastía, XI-XVIII, época ptolemaica) con las uñas pigmentadas con henna. 

También en diversos papiros se han encontrado fórmulas cosméticas, como las destinadas a "hacer desaparecer el blanqueamiento de los cabellos" (Ebers, 458, 459 y 460); para combatir las arrugas (Ebers, 716), y fórmulas depilatorias. Algunos pasajes de papiros nos han legado fórmulas para cuidar y embellecer la piel (Ebers, 714; Smith, 21). La caída del cabello era tratada con composiciones a base de aceite de castor y meliloto. También se usaban tónicos capilares confeccionados con mirtilo, tamarindo y turpertina. Finalmente, también hay referencias al tratamiento de las manchas de la cara (Ebers, 721).

Ungüentario de Siamón, en madera tallada, representando un sirviente
que lleva una gran jarra. Dinastia XVIII (1350 a.n.e. circa)

Procedente de la Tumba de Hatiay en Sheik Abd el-Gurna
Museo del Cairo. 


Antiguo Egipto: vestuario y cosmética:





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