domingo, 4 de marzo de 2018

Los antibióticos que nos da la tierra (I)










Valter Lazzerini

Terre craquelée

Exposición temporal (2016)
Centro internazionale di arte contemporaneo 
Castillo de Carros



Este cuadro abstracto, de Valter Lazzerini fue presentado en la exposición de pintura contemporánea del castillo de Carros en Toscana en 2016. Una obra que nos recrea la tierra reseca, cuarteada. El fango reseco tras mucho tiempo sin llover. 

Esta imagen nos sugiere la tierra de donde se obtienen muchas veces los agentes antiinfecciosos. El primero en investigar las propiedades de los microorganismos del Suelo fue Dubos, que en 1939 aisló, algo insólito en aquella época, una cepa de Bacillus brevis que competía en su medio con bacterias patógenas. Dubos se dio cuenta de que esta competencia podía explicarse por las sustancias antimicrobianas que sintetizaba. Efectivamente, de los cultivos obtuvo una sustancia activa frente a bacterias grampositivas por lo que la denominó gramicidina (la que mata a los grampositivos). Más tarde, sometió la gramicidina a acidificación, precipitación y tratamiento con alcohol, obteniendo un extracto que denominó tirotricina con un espectro mayor que el primer producto obtenido (gramicidina) ya que era activo frente a bacterias grampositivas y gramnegativas. 
Selman Abraham Waksman, en su laboratorio

En 1944, el biólogo Selman Abraham Waksman tomaba muestras de tierra para ver de obtener bacterias y hongos que proporcionaran sustancias para inhibir el crecimiento de bacterias patógenas. Obtuvo así diversos antibióticos, procedentes de hongos actinomicetos del suelo: la actinomicina (Waksman y Woodruff, 1940),   la estreptomicina (Schatz, Bugie y Waksman, 1944), y la neomicina (Waksman y Lechevalier, 1949). 

La estreptomicina tuvo especial relevancia al ser un agente bacteriostático y bactericida selectivo, activo contra las bacterias grampositivas y gramnegativas. El nombre “estreptomicina” deriva de una vieja denominación de los actinomicetos: estreptotríceas. Esta nueva sustancia era efectiva para el tratamiento de la tuberculosis pulmonar. 

Otros antibióticos como las tetraciclinas también fueron obtenidas de muestras de suelos. En este caso fueron hongos del género Streptomyces los que facilitaron las primeras tetraciclinas: 1948: clortetraciclina (Streptomyces aureofaciens); 1950: oxitetraciclina (Streptomyces rimosus); 1957: Demeclociclina (Str. aureofaciens). Como curiosidad, otro hongo de este género, Streptomyces coelicolor, es el responsable de la producción de geosmina, la sustancia responsable del característico olor a tierra mojada. 

La tierra no solamente ha proporcionado antibióticos. También algunos antimicóticos como la griseofulvina, obtenida del Penicillum griseofulvum (Oxford, Raistrick y Simonart, 1939). La griseofulvina producía un rizado de los filamentos de los hongos, inhibiendo su crecimiento (curling factor). Al principio fue usado como producto fitosanitario y aplicado a la agricultura, para combatir la alternariosis del tomate y la botritis de la lechuga. No fue hasta 1958 cuando James Gentles y A.R. Martin publicaron en la revista Nature su eficacia como medicamento para tratar tiñas experimentales en el cobaya, abriendo el paso a su uso en patología humana (Williams y Sarkany, 1958).

La Dra. Rachel Brown,
una de las descubridoras de la nistatina
También hemos de recordar la nistatina (Hazen y Brown, 1951), un antimicótico aislado de una muestra del suelo del estado de Nueva York, de donde tomó su nombre (N.Y. State = nystatin). 

Tal vez ahora, cuando vayamos a pasear por el campo, miraremos de otro modo al humilde suelo que pisamos. De este humilde polvo o del lodo del charco cercano, han surgido muchos remedios para curar nuestras enfermedades. 



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