lunes, 16 de mayo de 2016

La triste herencia de la enfermedad






 Joaquín Sorolla

Triste herencia
(1899)

Óleo sobre lienzo. 212 x 288 cm.


Colección Bancaja




Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923) pintó en su primera etapa una serie de obras de temática social: “Aún dicen que el pescado es caro”, “Cosiendo las velas”, “La vuelta de la pesca” y “Triste herencia”. En este último cuadro, se representa a un grupo de niños del asilo de San Juan de Dios bañándose en la playa del Cabañal en Valencia. El fraile encargado de la custodia está ayudando a un niño que camina con muletas y cuyas extremidades inferiores están sumamente delgadas, lo que recuerda una sintomatología similar a una poliomielitis. No es el único niño que vemos con muletas. Podemos observar otros dos: uno en primer término y otro al fondo bañándose en el mar.

El mismo Sorolla comentó las circunstancias que rodearon a esta estampa real que él presenció y que le hizo concebir este cuadro: 


"Estaba ocupado una mañana en hacer un boceto de pescadores valencianos, cuando distinguí a lo lejos, cerca del mar, a un grupo de niños desnudos, y a corta distancia de ellos, la figura de un sacerdote solitario. Eran los Niños del Hospital de San Juan de Dios, resaca de la sociedad, ciegos, locos, enclenques o leprosos.. Inútil decir que la presencia de aquellos desgraciados me produjo una penosa impresión. No perdí el momento y  obtuve del director del Hospital la necesaria autorización para trabajar sobre el terreno y copiar aquel cuadro al natural"

Esbozo de "Triste herencia" en una carta de Sorolla a su amigo Pedro Gil
Pese al inicial entusiasmo, Sorolla tuvo muchas dificultades para acabar el cuadro, de grandes dimensiones. En algunas cartas a su amigo Pedro Gil incluía algunos bocetos. Al final pudo terminarlo, alentado por sus amigos Roberto Castrovido, Rodrigo Soriano y Blasco Ibáñez quienes le convencieron para que no abandonara el proyecto. Además éste último le sugirió que cambiara el título inicial de "Los hijos del placer" por "Triste herencia" 


El título hacía una clara referencia a las teorías degeneracionistas que estaban muy de moda a finales del siglo XIX. Según estas teorías, la vida disipada y promiscua de los padres comportaba frecuentemente contraer "enfermedades vergonzosas" degeneraban en graves problemas para los hijos. La sífilis congénita (que era llamada por aquel entonces sífilis hereditaria) y que era tan frecuente, tenía mucho que ver en este tipo de creencias (y de ahí el primitivo nombre de "Los hijos del placer"). También se incriminaban otras enfermedades como el alcoholismo o la tuberculosis. Sorolla unió estas cuestiones en boga a la caridad tradicional, practicada por los Hermanos de San Juan de Dios, en una pintura que, de forma magistral, lo transmite todo a través de valores puramente plásticos. 

La orden de San Juan de Dios atendía especialmente a enfermos cutáneos y a enfermedades venéreas. En Madrid regentaban por ejemplo el Hospital de San Juan de Diosdonde se formó el núcleo de la Dermatología  en la ciudad, de la mano de figuras como la de José Eugenio de Olavide (1836-1906) y Juan de Azúa (1858-1922). 



Primer esbozo para "Triste herencia", 1899 (30 x 40 cm)
Sin embargo, al examinar esta obra no encontramos mucha justificación al título, ya que no encontramos reflejados casos evidentes de sífilis congénita, sino otras patologías diferentes, especialmente poliomielitis que poco tienen que ver con la transmisión de la enfermedadad de padres a hijos. En todo caso el baño tiene lugar en una playa discreta, poblada en origen de cañaverales y apartado de las miradas de otros bañistas y curiosos. Sorolla intenta transmitir la marginación y el dramatismo de este baño pintando un mar más sombrío, más oscuro, con reflejos negros en sus olas. La obra está carente de la luz intensa que más tarde inundará sus escenas radiantes de algarabía y alegría de vivir de niños bañándose en la playa

El cuadro causó sensación de crítica y público en la Exposición Universal de Paris de 1900, siendo galardonado con un Grand Prix. Algunos grandes pintores alabaron este lienzo: Besnard afirmó estar delante de una gran obra y Monet definió a Sorolla como el gran mago de la luz. Al año siguiente fue premiado con la Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid (1901).                                             





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