Timothy Schmaltz
Jesús Homeless (2013)
Escultura de bronce
Placeta de Santa Anna Ciutat Vella, Barcelona |
Muy cerca de la Plaça de Catalunya (entre ésta y el carrer de Santa Anna) hay una preciosa iglesia románica del s. XII, Santa Anna. Fundada en 1145, pocos años después el rey Alfonso el Casto (hijo del conde de Barcelona Ramon Berenguer IV y de la reina Petronila de Aragón) la vinculó a la orden del Santo Sepulcro de Jerusalén (1194). Desde 1822 es la parroquia del barrio de Santa Anna, en la parte alta del Barri Gòtic. La iglesia fue declarada Monumento Nacional en 1881.
Desde hace unos años, por iniciativa del párroco de la iglesia, fiel al espíritu evangélico, la iglesia de Santa Anna se ha convertido en un refugio para menores emigrantes abandonados. Unos 75 niños y adolescentes magrebíes han encontrado allí su hogar. Allí pueden dormir y comer, se les entrega la ropa necesaria para una vida mínimamente digna, y un equipo de voluntarios médicos revisan su salud. Un buen ejemplo de puesta en práctica de las obras de Misericordia cristianas.
Desde hace unos años, por iniciativa del párroco de la iglesia, fiel al espíritu evangélico, la iglesia de Santa Anna se ha convertido en un refugio para menores emigrantes abandonados. Unos 75 niños y adolescentes magrebíes han encontrado allí su hogar. Allí pueden dormir y comer, se les entrega la ropa necesaria para una vida mínimamente digna, y un equipo de voluntarios médicos revisan su salud. Un buen ejemplo de puesta en práctica de las obras de Misericordia cristianas.
Claustro gótico (s. XV) de la Iglesia de Santa Anna. Ciutat Vella, Barcelona. |
El artista canadiense Timothy Schmaltz realizó en 2013 una escultura de bronce representando a Jesús como un vagabundo como forma de denunciar la situación de las personas sin techo (Jesus Homeless). Aunque la estatua original se encuentra en el Regis College de la Universidad de Toronto, en Canadá, efectuó algunas réplicas que repartió por todo el mundo, ante los lugares en los que se acogieran vagabundos y personas sin casa. Una de ellas está precisamente en la plaza de Santa Anna.
Santa Anna es solo un ejemplo de las iglesias que se ponen al servicio de los más necesitados. Afortunadamente hay otras que llevan a cabo misiones similares, como la capilla de Sant Llàtzer, regida por la comunidad de San Egidio, la de Sant Just i Sant Pastor y muchas otras. Aunque no todas.
Jóvenes emigrantes durmiendo en los bancos de la nave. Iglesia de Santa Anna, Barcelona |
La Iglesia Católica ha demostrado en muchas ocasiones una vocación de servicio a los fieles necesitados. Recordemos el caso, por ejemplo de San Carlos Borromeo, arzobispo y cardenal de Milán, que tuvo al parecer una ejemplar conducta asistiendo a los enfermos de peste.
Esta ciudad lombarda se vio afectada por una terrible peste en 1576. Con los hospitales a rebosar, muchos enfermos quedaron abandonados por las calles.
El arzobispo se dedicó entonces a recorrer las calles para asistir a los apestados, cobijó a los enfermos en las iglesias, vendió los objetos de valor y pidió limosna para socorrer a los desvalidos. De las cortinas de su palacio episcopal hizo vestidos y vendas.
Esta ciudad lombarda se vio afectada por una terrible peste en 1576. Con los hospitales a rebosar, muchos enfermos quedaron abandonados por las calles.
El arzobispo se dedicó entonces a recorrer las calles para asistir a los apestados, cobijó a los enfermos en las iglesias, vendió los objetos de valor y pidió limosna para socorrer a los desvalidos. De las cortinas de su palacio episcopal hizo vestidos y vendas.
En palabras de Dom Prosper Guéranguer:
A diferencia de otros santos, San Carlos no hizo milagros ni prodigios, pero su principal aportación es llevar a cabo una obra de caridad cristiana, o si se quiere, de solidaridad humana, mucho más importante, a mi modo de ver que demostrar poderes taumatúrgicos. Desde entonces, aquella epidemia de peste de 1576 fue conocida como la peste de San Carlos.
«Ante la ausencia de las autoridades locales, organizó los servicios sanitarios, fundó y renovó hospitales, consiguió dinero y víveres y decretó medidas preventivas. Ante todo hizo las diligencias para proporcionar socorro espiritual, asistencia a los enfermos, sepultura a los muertos y la administración de los sacramentos a los habitantes de la ciudad, que estaban confinados en su casa, entre otras medidas preventivas. Sin temor al contagio, sufragó personalmente los gastos visitando hospitales, encabezando procesiones de penitencia y haciéndose de todo a todos como un padre y verdadero pastor»
A diferencia de otros santos, San Carlos no hizo milagros ni prodigios, pero su principal aportación es llevar a cabo una obra de caridad cristiana, o si se quiere, de solidaridad humana, mucho más importante, a mi modo de ver que demostrar poderes taumatúrgicos. Desde entonces, aquella epidemia de peste de 1576 fue conocida como la peste de San Carlos.
Años más tarde se fundó una orden religiosa femenina, las Hermanas de la Caridad de San Carlos (Sœurs de la Charité de Saint-Charles de Nancy), tomaron ejemplo del cardenal milanés y se dedicaron a la asistencia de los enfermos.
No es este el único santo que tuvo una humanitaria intervención durante una epidemia. Ya hemos aludido en otra entrada del blog a la decidida acción de Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos, y en otras entradas hablaremos de San Roque, San Genaro, San Camilo de Lelis y otros santos.
Una actitud que contrasta con la de algunos obispos que no piensan efectuar acción alguna ni dar instrucciones a sus fieles en relación a la actual pandemia. Chocante en seguidores de Jesús, que se acercaba a los leprosos, a los enfermos...
No es este el único santo que tuvo una humanitaria intervención durante una epidemia. Ya hemos aludido en otra entrada del blog a la decidida acción de Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos, y en otras entradas hablaremos de San Roque, San Genaro, San Camilo de Lelis y otros santos.
Una actitud que contrasta con la de algunos obispos que no piensan efectuar acción alguna ni dar instrucciones a sus fieles en relación a la actual pandemia. Chocante en seguidores de Jesús, que se acercaba a los leprosos, a los enfermos...
Así que hoy quiero proponer una cosa a la jerarquía de la Iglesia Católica. Es sabido que en plena epidemia de COVID19, faltan locales donde se puedan instalar camas que complementen a las de los hospitales, manifiestamente insuficientes. Se han habilitado pabellones de Ferias de Muestras, polideportivos, y otras instalaciones para paliar la acuciante carencia. La Iglesia Católica tiene ahora una oportunidad para ejercitar la caridad poniendo a disposición casas de ejercicios, conventos y templos. Es verdad que algunas diócesis como la de Valencia ya han ofrecido algunos locales. Pero hace falta más. Mucho más.
Y en un momento de escasez de recursos generalizada, tal vez sea bueno recordar que, en España, la Iglesia Católica en virtud de un antiguo concordato, no paga IBI...
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