jueves, 20 de septiembre de 2018

Amadeo de Saboya y la dama de las patillas





Vicente Palmaroli y González

Amadeo I de Saboya
(1872)

Óleo sobre lienzo.  235 x 149 cm
Museo del Prado. Madrid.



Amadeo I de Saboya (1845-1890), fue rey de España durante poco más de dos años. La revolución de 1868 -conocida como "La Gloriosa"o "la septembrina"- había destronado a la dinastía de los Borbones en un intento de acabar con la corrupción, y la reina Isabel II se había exiliado en Francia. El Parlamento se reunió para elegir un nuevo rey, y la mayoría de los votos fueron para Amadeo, duque de Aosta, hijo de Víctor Manuel II rey de Piemonte-Cerdeña y de Mª Adelaida de Habsburgo-Lorena, biznieta del rey hispánico Carlos III. 


Antoni Gisbert: Amadeo I frente al féretro del general Prim. 

El principal defensor de la causa de Amadeo I fue el general Joan Prim. Pero Prim fue asesinado poco antes de la llegada del nuevo soberano, que se encontró así bastante desasistido a su llegada a Madrid. El nuevo soberano daba muestras de gran corrección, conocía a fondo las leyes y la Constitución y mostraba un talante liberal y casi "republicano", en un intento de modernizar el país. Pero encontró una notable oposición. Los rancios aristócratas isabelinos lo veían demasiado cercano al pueblo; los carlistas, demasiado liberal y además tenían preparado a su propio monarca; los republicanos veían en él la continuación de la odiada monarquía; La Iglesia no olvidaba que su padre Victor Manuel II había dejado en precario al papa y que el rey apoyaba las desamortizaciones; el pueblo lo veía como intruso y extranjero que ni siquiera había aprendido a hablar castellano y jocosamente lo llamaban "Macarroni I"

La nobleza marcaba continuamente distancias con el nuevo rey, como la llamada "Rebelión de las mantillas", en las que todas las damas de la corte acudieron ostentando su casticismo luciendo mantillas españolas y símbolos borbónicos, como silencioso rechazo a los Saboya y tácita adhesión a la reinstauración de la monarquía de Alfonso XII. 

El monarca era un joven muy apuesto y educado, lo que también le valió otro apodo, "El rey caballero". Había dejado temporalmente en Italia a su esposa, Maria Victoria del Pozzo (reponiéndose del reciente parto) y a sus dos hijos. Amadeo era muy mujeriego y por las noches salía por las calles de Madrid en busca de escarceos amorosos. Una de las aventuras más sonadas fue la que mantuvo con Adela, la hija del escritor Mariano José de Larra, Fígaro. Adela era la niña que cuando tenía seis años de edad había encontrado el cadáver de su padre tras su suicidio.


Retrato anónimo de Amadeo de Saboya (circa 1871) .
Museo del Prado. Madrid. 

Adela de Larra y Wetoret (1833 - ?) era diez años mayor que el rey, y estaba casada con Diego García Nogueres, formando parte de la alta burguesía madrileña. Su hermana Baldomera de Larra era la mujer del médico personal del rey, Carlos Montemar, lo que facilitó que Adela y Amadeo se conocieran. Ella era una mujer con una agitada vida social, y un
 gran atractivo personal, con fama de haber roto ya muchos corazones. Tenía una notable vellosidad facial, probablemente un cierto grado de hirsutismo, por lo que muchos se referían a ella como "la Dama de las Patillas". No hemos hallado retratos fidedignos de Adela, pero su vellosidad facial está bien documentada en los comentarios de la época.     

Benito Pérez Galdós nos ha dejado una descripción de Adela de Larra en los Episodios Nacionales (“Amadeo I”) :


“Era la tal de mediana talla, bien formada y no mal constituida de carnes y anchuras … el rostro, tan agraciado como hermoso: tez morena, ojos expresivos, grande la boca, tan abundante el pelo, que no se contenía dentro de sus límites naturales, extendiéndose por delante de la oreja , como un rudimento suave de varoniles patillas”
El Conde de Romanones da por cierta la aventura del que él calificó como "el Rey efímero" con la “dama de las patillas” a la que describe como 
Mujer grácil, por cuyas venas corría la sangre de un escritor genial, maestro del periodismo, reunía a su seductora belleza el atractivo de un espíritu cultivado de un vivo ingenio”. 
Adela vivía en un hotelito del paseo de la Castellana adonde acudía el rey todas las noches, acompañado de su fiel Locatelli. 

El idilio terminó bruscamente cuando, durante las vacaciones veraniegas en la corte en Santander, Amadeo sedujo a la rubia esposa del corresponsal del diario The Times. Cuando los rumores del flirt con "la dama inglesa" llegaron a Madrid, Adela, despechada, se puso en contacto con un redactor del periódico El Imparcial, dispuesta a hacerle llegar las 13 cartas de amor que le había enviado el rey, que eran bastante subidas de tono. Uno de los amigos más íntimos del rey, Díaz Moreu, fue encargado de evitar el chantaje, recuperando las cartas a cambio de una elevada cantidad de dinero. Desde ese momento, Adela se dedicó a acosar al rey, a quien perseguía por todo Madrid, hasta que Amadeo, harto de encontrarse a su ex-amante en toda clase de saraos y actos oficiales, intentó desterrarla  “cuanto más lejos, mejor”. Pero la gran reputación del padre de ella, Mariano José de Larra, hizo que no fuera conveniente tomar esta medida, aunque sí logró que la dama moderara su actitud. 

Anverso y reverso de la moneda de un duro de plata (5 ptas)
con la efigie de D. Amadeo (1871)
La aristocracia madrileña, que ya no aceptaba bien a Amadeo I, se distanció más todavía del monarca como consecuencia del romance con Adela. Falto de apoyos, la situación del rey era cada vez más insostenible. El soberano repetía continuamente: 
- Siamo in una gabbia di pazzi (Estamos en una jaula de locos) 
- Ah! Per Bacco! Non capisco niente (Ah! Por Baco! No entiendo nada) 
- Questo paese é ingovernabile! (Este pueblo es ingobernable!)
Agrasot. Retrato de Amadeo I.
Museo de Alicante.
(Remitido por Manuel Martínez)
Poco antes de su abdicación, Amadeo sostuvo una tensa reunión con el presidente Ruiz Zorrilla y el ministro de Gracia y Justicia, Cristino Martos. A la reunión asistía también la reina para solventar los problemas de comprensión de su esposo, que no hablaba castellano. Los políticos querían forzar la renuncia de Amadeo y le exigieron que aceptara las normas del Congreso de apoyo a la democracia, cosa que el rey ya había hecho anteriormente de forma clara y repetida. Ante un planteamiento tan vil, la reina saltó y exclamó, enfadada, dirigiéndose a Ruiz Zorrilla: 
- No se confunda Vd. Esto que hay aquí no es democracia; esto es chusma. 
Dicen que el presidente del Gobierno, que había jurado defender la monarquía amadeísta y dar por ella la vida, dio un puñetazo en la mesa y gritó un "¡Viva la República!", que anticipaba la inmediata abdicación. 

El 11 de febrero de 1873, Amadeo I abdicaba. Más tarde salió del país en ferrocarril. Cuentan que al llegar a la frontera francesa, el ya abdicado rey mandó parar el tren. Parsimoniosamente, descendió al andén de la estación, se quitó los zapatos y los sacudió con energía, al tiempo que exclamaba: 
- De España, ¡ni el polvo! 

Bibliografía


Manuel Martínez Bargueño. Las 19 cajas de Larra. Blog Madrid 
http://manuelblasdos.blogspot.com/2010/10/las-19-cajas-de-larra.html

Manuel Martínez Bargueño. Amadeo I el rey efímero. Primera parte.

http://manuelblascinco.blogspot.com/2013/06/amadeo-i-el-rey-efimero-primera-parte.html

Manuel Martínez Bargueño. Amadeo I el rey efímero. Segunda parte.

http://manuelblascinco.blogspot.com/2013/06/amadeo-i-el-rey-efimero-segunda-parte.html

Alicia Mira Abad. Biografía de Amadeo I de Saboya (1871-1873) 

http://www.cervantesvirtual.com/portales/reyes_y_reinas_espana_contemporanea/amadeo_i_biografia/

Anabel Herrera. Los escándalos de Amadeo con una bella joven en cada puerto. Muy Historia https://www.muyhistoria.es/contemporanea/articulo/los-escandalos-de-amadeo-con-una-bella-joven-en-cada-puerto-espanol-411448983495


Benito Pérez Galdós. Episodios Nacionales “Amadeo I”, Alianza Editorial.

Agradezco a Manuel Martínez Bargueño la correspondencia que ha mantenido amablemente conmigo sobre este tema.

Reinado de Amadeo de Saboya:







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