Retrato de David Gruby (1880) Fotografía a la albúmina Musée Bibliothèque Henri Feulard. Hôpital Saint-Louis. Paris. |
Nos hemos referido en otras entradas a los grandes méritos y aportaciones de David Gruby como investigador, que permiten considerarlo en justicia como el auténtico padre de la micología (1, 2).
Sin embargo Gruby era mejor microscopista que
clínico. Las descripciones clínicas no fueron en general suficientemente detalladas, e
incluso incurrió en algunos errores y omisiones de importancia. No olvidemos
que Gruby no era siquiera dermatólogo de formación, sino oftalmólogo, y que absorto por el
vasto campo de observación que le proporcionaba el microscopio, no prestaba a
la clínica especial atención.
Una
muestra de ello la tenemos en su descripción de la sicosis de la barba. La
sucinta descripción de Gruby insiste en que las lesiones aparecen en el mentón,
pero también en las mejillas y en el
labio superior. Hoy sabemos que la sicosis de origen fúngico suele respetar
el labio superior. No así en cambio la sicosis de etiología bacteriana. Es más
que probable que Gruby confundiera ambos tipos de sicosis. Una más meticulosa
descripción clínica hubiera sido preferible, y además se hubiera podido aislar
con más facilidad el parásito en las sicosis de origen micótico.
También
puede reprocharse a Gruby que en ningún momento hace referencia a que la tiña
tonsurante afecte a niños. Bien es cierto que probablemente él veía
predominantemente patología infantil (no olvidemos que trabajaba en el
Hospicio), pero al menos podía especificar que los casos que él había visto
eran siempre en niños. Gruby en cambio siempre se refiere a individuos, sin referencia a su edad.
Porrigo decalvans, según una lámina del libro de Thomas Bateman y Robert Willan (Londres, 1840) |
Pero su
mayor error clínico fue el de referirse al Porrigo decalvans, como la
enfermedad en donde había aislado el Microsporon
Audouini, constituyendo este hecho un serio traspiés en la labor
investigadora de Gruby. El diagnóstico de porrigo
decalvans, término propuesto por Willan correspondía a lo que hoy
denominamos alopecia areata. Gruby, que no era dermatólogo, conocía mal los
aspectos clínicos, y confundió los términos. Hoy en día, no nos cabe ninguna
duda que con el nombre de porrigo decalvans, hacía sin duda referencia a la
tiña. Leyendo su misma definición es fácil entrever este punto:
"El porrigo decalvans se
caracteriza, como se sabe, por placas redondeadas, cubiertas de un polvo
blanco y de pequeñas escamas grisáceas, y por la caída del cabello"
Este
error, que puede parecer poco importante a primera vista, tuvo graves
consecuencias. Muchos investigadores que intentaron comprobar el descubrimiento
de Gruby, no hallaron parásitos en la alopecia areata, y se mostraron
decepcionados, creyendo que el Microsporum
audouini era sólo una invención. Esto reforzó la incredulidad general sobre los hongos microscópicos a la que se unieron, entre otros, algunas prestigiosas figuras como Cazenave. Otros, creyeron encontrar hongos en las placas
de alopecia areata, pero esto aumentó el descrédito y el escepticismo.
Finalmente hubo quien lo confundió con un Trichophyton,
y criticó la supuesta ansia de Gruby por crear nuevos géneros...
Posiblemente
influído por este clima adverso, Gruby perdió súbitamente todo interés
en la micología. Ni siquiera se molestaba en defenderse o responder a sus
contrarios. A partir de 1854 fue autorizado a ejercer la medicina en Francia y
se dedicó a la práctica médica privada, donde cosechó importantes éxitos,
considerables ingresos y menos disgustos que en la investigación. Por su
concurrido consultorio, cercano a la estación parisiense de Saint Lazare, pasaron conocidos
personajes de la sociedad parisina del momento, como Franz Liszt, Lamartine, Alphonse Daudet, Fréderic Chopin, Georges Sand,
los Dumas...
Bibliografía
Beeson BB. David Gruby,
M.D. Arch Dermatol. 1931: 23:
141-144
Sierra X. Historia de la Dermatología. Mra, Creación y realización editorial. Barcelona 1994.
Sierra X. Historia de las Micosis Cutáneas. Mra. Creación y realización editorial. Barcelona, 2004.
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