Saint Cloud
Escultura en piedra.
Fachada de la Iglesia de St Germain-l'Auxerrois. Paris |
En Medicina popular, algunas enfermedades se ponen bajo la protección de algunos santos a los que algunos devotos suplican que intercedan para la resolución del mal. Una de estas patología son los forúnculos, una protuberancia dolorosa y llena de pus que se forma debajo de la piel cuando las bacterias infectan y causan la inflamación de uno o más folículos del vello.
Uno de estos santos sanadores es San Cloud, que goza de gran devoción en la Bretaña francesa. Es posible que la fama de "curador" de los forúnculos derive de su propio nombre, que tiene una gran similitud con clou, que en francés significa clavo y que también es el nombre vulgar con el que se conocen los forúnculos.
No tenemos noticias muy precisas sobre la vida de Cloud. Al parecer, había nacido en el año 522, y era el nieto del rey del rey franco Clodoveo y de su esposa Clotilde. Tras la muerte de sus padres, Cloud y sus dos hermanos fueron atendidos por su abuela, Santa Clotilde, la reina viuda. Al morir Clodoveo, los tíos de Cloud intentaron usurpar el trono de su padre y planearon el asesinato de Cloud y sus dos hermanos. Lograron matar a sus hermanos, pero Cloud pudo escapar y buscó refugio con San Remigio, el obispo de Reims. Tras pasar unos años como ermitaño, fue ordenado clérigo. Más tarde, Cloud se dirigió a París, en cuyos alrededores fundó un monasterio que construyó con sus propias manos y que dedicó a San Martín de Tours, aunque posteriormente le dieron el nombre de Saint Cloud y donde vivió hasta su muerte, que tuvo lugar en el año 570.
En algunos pueblos de Bretaña, los que sufren de forúnculos suelen visitar las imágenes de este santo (Soulvache) o algunas cruces de piedra a él dedicadas erigidas en medio del bosque (como la de Couguen, Comburg). En ambos casos, los afligidos de forúnculos depositan como ofrenda algunos clavos a los pies de la cruz o de la imagen (recordemos que en francés clavo y forúnculo se denominan con una sola palabra, clou, que además tiene una gran similitud con el nombre del santo). No falta quien señala que el número de clavos de la ofrenda es igual al número de forúnculos a sanar.
Esta ofrenda de clavos se realiza también en "el roble de los clavos", un ejemplar de roble de grandes dimensiones de unos 300 años de edad. Se encuentra en el bosque de Saint-Mars, en el municipio de Bonnoeuvre (canton de Saint-Mars-la-Jaille). El culto a los árboles tiene una indudable raíz céltica y no hemos de olvidar las profundas raíces de esta cultura en Bretaña. El rito es similar: tras pronunciar ciertas oraciones los peregrinos clavan en el tronco del roble un clavo (o clavos, tantos por el número de forúnculos a eliminar). El ancestral ritual céltico se ha cristianizado posteriormente con una capillita dedicada a la Virgen en el propio tronco del árbol: la Virgen del Roble. Al lado de la capilla, instalada a la altura de la primera ramificación del tronco, hay una oración para pedir por la curación de los forúnculos, que el afectado por este mal debe recitar al tiempo que da siete vueltas al árbol. Al lado de la capilla arbórea también hay un pequeño estante con una bolsita de clavos, para suministrar al peregrino el material necesario. Tras la oración, el enfermo debe clavar en el tronco del viejo roble tantos clavos como forúnculos tenga, para completar el tradicional rito.
Otro santo invocado en Bretaña para curar forúnculos es San Fiacre, especialmente en la localidad de Plusquellec (canton de Callac) en las Côtes-d'Armor, donde hay una capilla y una fuente dedicada a S. Fiacre, que es frecuentada por enfermos de forunculosis. En este caso, tras rezar las correspondientes oraciones los forunculosos crédulos tiran clavos votivos al agua de la fuente y se lavan con ella. Desde luego, aunque lavarse con esta agua pudiera tener algún beneficio, lo que cuesta más de demostrar es que tirar los clavos tenga efecto alguno.
En Saint-Servant-sur-Oust (canton de Josselin) se erige la capilla y la fuente de Saint Gobrien, santo que también es invocado para la curación de forúnculos y abscesos. El ritual de echar clavos a la fuente es muy parecido al que ya hemos descrito anteriormente.
Saint-Cloud |
No tenemos noticias muy precisas sobre la vida de Cloud. Al parecer, había nacido en el año 522, y era el nieto del rey del rey franco Clodoveo y de su esposa Clotilde. Tras la muerte de sus padres, Cloud y sus dos hermanos fueron atendidos por su abuela, Santa Clotilde, la reina viuda. Al morir Clodoveo, los tíos de Cloud intentaron usurpar el trono de su padre y planearon el asesinato de Cloud y sus dos hermanos. Lograron matar a sus hermanos, pero Cloud pudo escapar y buscó refugio con San Remigio, el obispo de Reims. Tras pasar unos años como ermitaño, fue ordenado clérigo. Más tarde, Cloud se dirigió a París, en cuyos alrededores fundó un monasterio que construyó con sus propias manos y que dedicó a San Martín de Tours, aunque posteriormente le dieron el nombre de Saint Cloud y donde vivió hasta su muerte, que tuvo lugar en el año 570.
En algunos pueblos de Bretaña, los que sufren de forúnculos suelen visitar las imágenes de este santo (Soulvache) o algunas cruces de piedra a él dedicadas erigidas en medio del bosque (como la de Couguen, Comburg). En ambos casos, los afligidos de forúnculos depositan como ofrenda algunos clavos a los pies de la cruz o de la imagen (recordemos que en francés clavo y forúnculo se denominan con una sola palabra, clou, que además tiene una gran similitud con el nombre del santo). No falta quien señala que el número de clavos de la ofrenda es igual al número de forúnculos a sanar.
Detalle del árbol de los clavos |
Otro santo invocado en Bretaña para curar forúnculos es San Fiacre, especialmente en la localidad de Plusquellec (canton de Callac) en las Côtes-d'Armor, donde hay una capilla y una fuente dedicada a S. Fiacre, que es frecuentada por enfermos de forunculosis. En este caso, tras rezar las correspondientes oraciones los forunculosos crédulos tiran clavos votivos al agua de la fuente y se lavan con ella. Desde luego, aunque lavarse con esta agua pudiera tener algún beneficio, lo que cuesta más de demostrar es que tirar los clavos tenga efecto alguno.
En Saint-Servant-sur-Oust (canton de Josselin) se erige la capilla y la fuente de Saint Gobrien, santo que también es invocado para la curación de forúnculos y abscesos. El ritual de echar clavos a la fuente es muy parecido al que ya hemos descrito anteriormente.
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