lunes, 19 de agosto de 2019

Las dos miradas del médico (I): La cara humana







Luke Fildes 

El doctor 
(1891) 

Óleo sobre lienzo 166 x 242 cm
Tate Gallery. Londres.



El Dr. Jaume Padrós, presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, buen amigo y entusiasta seguidor de este blog, me sugiere que comente este cuadro de Luke Fildes, que ciertamente es paradigmático de una de las facetas más humanas del médico. También me propone contraponerlo a otra obra, la de Picasso (Ciencia y Caridad), a lo que reservaré otra entrada del blog. Quiero agradecer encarecidamente al Dr. Padrós sus sugerencias y su fiel seguimiento de "Un dermatólogo en el museo". 

Autorretrato de Luke Fildes (1911)
Royal Academy of Arts, Londres.
Sir Samuel Luke Fildes  (1843-1927), fue un artista inglés que trabajó primero como ilustrador de publicaciones y novelas y posteriormente como pintor, alcanzando un gran éxito. Su obra se inscribe en el movimiento del realismo social, una corriente que adquirió gran auge a finales del s. XIX. El realismo social surgió en buena parte por el interés que suscitaba el progreso científico de la Medicina y también  por las inquietudes sociales expresadas en las novelas de Emile Zola y Charles Dickens. La burguesía surgida de la revolución industrial mostró interés por esta temática y puso de moda este movimiento artístico. 

El cuadro que nos ocupa describe una escena imaginaria que tiene lugar en una mísera habitación. Una niña enferma reposa sobre una cama improvisada con dos sillas, de diversa procedencia. Mantiene el brazo derecho doblado sobre el cuerpo mientras que extiende el izquierdo hacia el médico, con la muñeca al descubierto, para facilitar la medición del pulso. 

La lámpara de la izquierda ilumina a los personajes principales, el médico y la paciente. En un plano posterior, en semipenumbra, aparece una figura masculina de pie, sin duda el padre de la niña, que apoya una mano sobre el hombro de su esposa, mientras mira al médico con inquietud, aunque con total confianza en su ayuda. Una confianza imprescindible: la del paciente en el médico, sin la cual no se puede establecer una correcta relación médico-enfermo. La madre muestra una actitud de abandono, con la cabeza abatida sobre una mesa y manteniendo sus manos entrelazadas, como implorando la ayuda divina en una plegaria desesperada. Por una ventana cercana se filtra la tenue luz del alba. El médico no ha querido irse: ha preferido pasar la noche a la cabecera de su paciente hasta el amanecer. Según la explicación facilitada por el propio Fildes, la luz simboliza la esperanza y es un presagio de la recuperación de la niña enferma. 

Detalle de la cara del médico, basada
en un autorretrato de Fildes
Fieldes centró el cuadro en la figura del doctor. El médico, vestido de calle, con una ropa elegante, ha dejado su sombrero de copa en una mesita a su derecha. Aparece sosteniendo su barba con la mano en actitud pensativa, y con el ceño fruncido que deja entrever su profunda preocupación. Su mirada está fija en la paciente como valorando su estado y sus síntomas. Tal vez recapacita, intentando captar al máximo la sintomatología para evitar un diagnóstico erróneo. Se enfrenta a una situación que debe asumir todo médico: enfrentarse a sus propias limitaciones. Y seguro que se da cuenta de la gravedad de la situación y de la tragedia que planea sobre la familia que le ha confiado el caso. Comparte con ellos su intranquilidad y su dolor. 

Algunos objetos complementan la descripción de la escena. En la mesa, junto a la lámpara, hay una taza de té, que seguramente ayudó al médico a pasar una larga noche. A su lado hay un medicamento en un frasco, así como una  una cuchara para su adecuada dosificación. A la cabecera del improvisado camastro, una jarra con agua fresca y una jofaina, probablemente destinada a intentar contener la fiebre, si sube demasiado.

Esta obra fue encargada al artista por Henry Tate (1819- 1898), un rico comerciante de azúcar que fundó la actual galería que ahora lleva su nombre, en Londres, en donde se encuentra actualmente el cuadro. Fildes era el mejor retratista del momento y Tate le ofreció por esta obra la nada despreciable suma de 3.000 libras. Aunque el encargo no fijaba ningún tema concreto, Fildes se inspiró en un doloroso episodio autobiográfico, el fallecimiento del primer hijo del artista, Philip, en la mañana de Navidad de 1877, en su casa de Kensington. El niño murió cuando tenía un año, a consecuencia de alguna enfermedad infecciosa, probablemente tuberculosis. A pesar del funesto final, Fildes y su esposa quedaron impresionados y agradecidos por la atención, los cuidados y la humanidad del médico que atendió al niño, el Dr. Gustav Murray. 

El cuadro ha sido considerado uno de los más emblemáticos homenajes a la figura del médico y a la relación médico-paciente. El médico que comparte al lado de su paciente y familiares su inquietud e intenta disipar sus temores. Un médico contemporáneo de Fildes afirmaba: 
Una biblioteca llena de libros que nos honren no podría hacer lo que este cuadro ha hecho y hará por la profesión médica al conseguir que los corazones de nuestros semejantes nos miren cálidamente con confianza y afecto. Independientemente del nivel que alcancen en su profesión, siempre deben tener presente esta figura ideal pintada por Fildes, y ser al mismo tiempo un hombre noble y un médico noble.

Como anécdota, cabe señalar que el personaje del médico es un autorretrato del propio artista, que también usó a sus dos hijos como modelos para representar a la niña. El cuadro fue reproducido en un sello de correos de los EEUU en 1947 como homenaje a la profesión médica. 

En 1949, la Asociación Médica de Estados Unidos (AMA) usó esta escena en una campaña para oponerse a la propuesta de nacionalización de la asistencia médica presentada por el presidente Harry S. Truman. El cuadro de Fildes fue utilizada en 65.000 carteles y folletos, junto con el lema de “mantener a los políticos fuera de esta imagen”, sugiriendo que la participación del gobierno en la asistencia médica podría afectar negativamente la calidad de la atención.


Bibliografía

Friedlaender LK, Friedlaender GE. The Doctor by LukeFildes: Putting the patient first. Clin Orthop Relat Res 2015;473:3355-9.

Miranda MC, Miranda EC. La práctica médica y su representación artística: comentario sobre la obra “El Doctor” de Sir Luke Fildes. Rev Med Chile 2013; 141: 1489-90.

Moore J. What Sir Luke Filde’s 1887 painting The Doctor can teachs us about the practice of medicine today. Br J Gen Practice 2008; 58 : 210-3.

Vargas-Origel A, Campos-Macías P. El Médico de Sir Luke Fildes. Dermatol Rev Mex. 2017; 61(4) : 343-344.

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