sábado, 24 de agosto de 2019

Un cáncer de piel en un cuadro del s. XVI









Bernardino Luini 

Salomé con la cabeza 
de Juan el Bautista
(1646)

Óleo sobre lienzo 56 x 43 cm 
Kunsthistorisches Museum. Viena. 



Bernardino Scapi (1480-1532), llamado Luini por su tierra natal (Dumenza, cerca de Luino, en Lombardía) fue un pintor lombardo de la escuela de Leonardo da Vinci. Fiel a las directrices de su maestro, Luini fue un pintor conservador que tomó de Leonardo todo lo que pudo. Repitió diseños del maestro y se esmeró en imitar sus tipos físicos, lo que consiguió con relativo acierto, por lo cual algunas de sus obras han sido atribuidas a Leonardo.

Trabajó en Milán donde pintó varios frescos en palacios e iglesias de la ciudad y sus alrededores. Los más conocidos son los frescos para Villa Pelucca en Sesto San Giovanni, los frescos de San Murizio al Monastero Maggiore en Milán, y los de la iglesia de Santa Maria dei Miracoli en Saronno. Fue conocido especialmente por sus figuras femeninas llenas de gracia con ojos ligeramente estrábicos.  

El cuadro que comentamos hoy es una de las versiones que hizo Luini de la historia de Salomé. Salomé era hija de Herodías, la amante de Herodes Antipas, que odiava a Juan el Bautista, que denunciaba públicamente su adulterio, acusándolos de pecadores. Herodías ya había conseguido de Herodes Antipas que mandara encarcelar a Juan, con la acusación de calumnia y traición. Durante una fiesta, Salomé, había bailado tan bien que Herodes, embelesado, declaró que en agradecimiento cumpliría cualquier deseo que tuviera la muchacha, por  costoso que este fuera. Herodías cuchicheó a su hija que pidiera la bandeja de Juan el Bautista, servido en una bandeja. Herodes se estremeció al oír la petición, pero había dado su palabra y debía cumplirla. Así que mandó decapitar inmediatamente a Juan, que ocupaba una de las prisiones del palacio, y traer su cabeza un una bandeja, como si fuera un manjar. 

La fuerza trágica de la escena de la bailarina recibiendo el macabro presente ha sido un tema muy repetido por numerosos artistas a lo largo de la historia del arte. Incluso Luini lo pintó en más de una ocasión, y podemos ver otra conocida versión en el Museo del Louvre. Pero el interés médico de la obra de Viena es la cara del sayón que asoma por la izquierda, tras la sonrisa triunfante de Salomé. Sin duda es el esbirro que ha ejecutado la sentencia y que le acaba de traer la cabeza del Bautista. Como suele suceder en muchos casos este personaje malvado presenta una enfermedad cutánea, que lo caracteriza como una figura negativa y reprobable por parte del espectador. 

En esta ocasión, la patología que muestra el verdugo es una tumoración redondeada, prominente, en la cara lateral de la nariz. Aunque puede plantearse la posibilidad de que se trate de un quiste o de un nevus intradérmico, en mi opinión se asemeja más a un carcinoma basocelular en neumático. En estos casos los tumores se presentan con una forma hemisférica perfecta, y un color casi traslúcido, con pequeñas telangiectasias en los bordes, que a veces pueden mostrar también pequeñas perlas. Un aspecto compatible con la lesión del personaje del cuadro de Luini. 

Los carcinomas basocelulares son tumores cutáneos malignos, a pesar de que raramente producen metástasis a distancia. Sin embargo, si no se tratan a tiempo, pueden crecer y extenderse localmente a los tejidos contiguos, produciendo una gran destrucción de las estructuras de la zona. 



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