jueves, 17 de enero de 2019

La aportación catalana a la penicilina






Dr. Pere González Juan

Fotografía en B&N
En el libro de Jordi Almirall y Xavier Granero: 
"L'aportació de Catalunya a la història de la penicil·lina. 75 anys de l'obtenció de una penicil·lina catalana". Barcelona, 2018. 



Hace un par de meses tuvo lugar en el Colegio de Médicos de Barcelona la presentación del libro "La aportació de Catalunya a la història de la penicil·lina. 75 anys de la obtenció d'una penicil·lina catalana". Sus autores, los Dres Jordi Almirall y Xavier Granero, acompañaron la presentación con una documentada conferencia. 


Presentación del libro en el Colegio de Médicos de Barcelona. Noviembre de 2018. 

Suele aceptarse que el descubrimiento de la penicilina tuvo lugar el 28 de septiembre de 1928, día en el que Alexander Fleming observó una cosa extraña en sus cultivos. Esto fue el inicio de una serie de investigaciones que dieron como fruto uno de los descubrimientos médicos más importantes del s. XX y tal vez de toda la Historia médica: la penicilina, un antibiótico que salvó la vida a millones de personas. Como hemos comentado en otras entradas de este blog, Fleming puso la primera piedra, pero sin el trabajo posterior de diversos investigadores no se habría podido producir penicilina en cantidad suficiente para poder socorrer a los pacientes de todo el mundo que la necesitaban. 

La penicilina no se comenzó a producir masivamente hasta la década de los 40, gracias al método descrito por los investigadores Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey, por lo que -junto con Fleming- obtuvieron el Premio Nobel de Medicina en 1945. 

En este año, Europa estaba inmersa en plena II Guerra Mundial. Las heridas de guerra se infectaban invariablemente y constituían un serio problema. Los médicos habían oído hablar de una droga mágica, la penicilina que resolvía estos problemas. Todos intentaban conseguir algunas unidades del antibiótico. En 1941, un equipo de investigadores ingleses de Oxford, había conseguido algunas unidades. La publicación de su trabajo tuvo una gran repercusión internacional, Sin embargo, la fabricación en gran escala no era un tema fácil. Pero en Barcelona, un grupo de investigadores consiguió fabricarla con éxito, en 1943.  Eran Pere González Juan, Jaume Sunyé Pi, Josep Vila Money y Antoni Pouplana. 


El equipo que consiguió la penicilina en Barcelona.: Los doctores González, Duran i Reynals, Surinyach, Pouplana y Vidal.  


El Estado español vivía bajo condiciones de postguerra, agravadas por la II Guerra Mundial y el bloqueo internacional. Eran años de penuria económica y de gran deterioro de las condiciones de vida de la población. En los años 40, 3.000 personas todavía vivían en cuevas, 50.000 en barracas (antes de producirse la inmigración masiva del sur) y solo el 35% de los habitantes tenían agua corriente en casa. En este contexto, la desnutrición y las enfermedades inherentes a ella plantearon serios problemas. Hubo un rebrote muy importante de tuberculosis y de enfermedades parasitarias. El hambre era atroz y los casos de latirismo por el consumo de almortas eran cada vez más frecuentes.

Los médicos catalanes tuvieron conocimiento de la existencia de penicilina por la prensa y evidentemente estaban muy interesados en poder disponer de ella para tratar a sus pacientes. Sin embargo, dada la situación creada por la II Guerra Mundial, toda información sobre este antibiótico se convirtió en un secreto militar. 

El 11 de marzo de 1944, llegaron algunas unidades de penicilina al Estado Español. Una docena de ampollas inyectables fueron enviadas, desde Brasil, con objeto de curar a la niña Amparo Peinado, afectada de septicemia y prácticamente desahuciada por los médicos que la atendían; fue un envío complicado, y un coste muy elevado (15.000 ptas) que costeó el gobierno de Brasil. La penicilina se encontraba con dificultad, de forma muy escasa y a un altísimo precio. Además llegó de forma clandestina, al mercado negro, como tantos productos en la época del estraperlo. Uno de los primeros enfermos que curaron con la penicilina fue curiosamente uno de los grandes médicos españoles: el Prof. Carlos Jiménez Díaz, que enfermo de neumonía, había empeorado tras la administración de sulfamidas. Algunos de sus alumnos consiguieron entonces de contrabando 2 gramos de penicilina en el conocido bar Chicote de Madrid y las trasladaron a Santander, donde se encontraba el citado profesor, consiguiendo curarle con el nuevo medicamento.

Algo más de un año antes, en el Laboratorio Experimental de Terapéutica Inmunógena (LETI) el equipo del Dr. Pere González Juan había obtenido una cepa de Penicillum notatum, el hongo productor de penicilina. La cultivaron cuidadosamente, y la purificaron, concentraron y desecaron hasta convertirla en un polvo de color amarillento, que era lo que suministraban a los pacientes. Todo este proceso se realizó en 2-3 meses y sirvió además para confirmar que la penicilina, además de bacteriostática era también bactericida, propiedad desconocida hasta aquel momento. Publicaron sus resultados en la revista médica  Medicina Clínica Nº6, pag 473-482 de 1944.

La noticia de que se había obtenido la penicilina en Barcelona mereció un amplio reportaje. La Vanguardia,12 de marzo de 1944. 

La noticia de que aquel laboratorio de Barcelona disponía de penicilina corrió como la pólvora. Las colas para obtenerla llegaban a la calle. Como que la producción era escasísima y el antibiótico se eliminaba por la orina, los pacientes se comprometían a volver al día siguiente para donar su orina y facilitar la nueva obtención de penicilina. Entre los que iban y los que volvían, el movimiento alrededor del laboratorio era continuo. 

El 116 de octubre de 1945 la Dirección General de Sanidad aprobó la penicilina del LETI. Para poder fabricarla industrialmente, LETI se asoció con la Unión Química Farmacéutica (UQUIFA), que les proporcionó naves industriales en el barrio de Horta y un considerable impulso económico. A partir del 4 de mayo de 1946 se comenzó a vender penicilina catalana con el nombre de Penicilina L.U (LETI UQUIFA). 

Sin embargo, dos años más tarde, las autoridades franquistas declararon el producto como "de interés nacional", habida cuenta de la demanda de millones de dosis de penicilina. Esto se tradujo en el fomento de una producción española controlada por dos empresas, coincidiendo con una inversión financiera por parte de los EEUU. Se crearon así la Compañía Española de Penicilina y Antibióticos (CEPA) participada por el Banco Urquijo y el Consorcio Químico Español que fabricaba en Aranjuez y Antibióticos SA, un consorcio empresarial que se estableció en León y que estaba formado por varios laboratorios: LETI-UQUIFA, IBYS, Zeltia, Abellí y el Instituto Llorente. El suministro de penicilina, en 1950, era suficiente y llegaba a todas las farmacias, aunque la producción del antibiótico ya había escapado de las manos del equipo de Pere González y ya no se realizaba en Catalunya.  Sin embargo, a ellos les corresponde el honor de haber sido los pioneros de la penicilina en los difíciles años 40, y gracias a su labor se pudieron salvar muchas vidas. 

Publicidad farmacéutica de la penicilina de los Laboratorios LETI-UQUIFA


Bibliografia

Almirall J, Granero X. L'aportació de Catalunya a la història de la penicil·lina. 75 anys de l'obtenció d'una penicil·lina catalana” Barcelona, 2018


Conferència del Dr. X Granero al CoMB:






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