lunes, 21 de enero de 2019

Fernando VII (I): el "Deseado"






Francisco de Goya y Lucientes

Fernando VII en un campamento
(1814)

Óleo sobre lienzo 207 x 140 cm
Museo del Prado. Madrid. 




Uno de los retratos de Goya que me han interesado más es éste de Fernando VII, que suelo contemplar con delectación cada vez que visito el Museo del Prado, uno de mis museos favoritos. En este retrato, en apariencia un anodino retrato real, destinado a satisfacer la egolatría del monarca, Goya nos brinda una visión psicológica del personaje, en una artificial y ridícula pose, vistiendo un uniforme militar con cierta apariencia de disfraz y con unas zafias facciones que revelan toda la estupidez de los Borbones, la familia reinante responsable de causar no pocas desgracias a su reino. El retrato de Goya, más que un cuadro, parece el informe de un psiquiatra. En la serie de entradas que seguirán hablaré de los aspectos psicológicos de este personaje así como las consecuencias de su deformidad genital, ya que su pene era malformado y de gran tamaño, lo que causó consecuencias inesperadas.

Fernando VII (1784-1833) era hijo de Carlos IV, con quien mantuvo unas relaciones turbulentas. Ya como príncipe de Asturias conspiró contra su padre, agrupando en un partido "fernandista" a los descontentos con la política del valido Manuel Godoy, que gozó de un cierto apoyo popular, ya que el omnipotente Godoy era visto con desagrado por el pueblo. Cuando fue  descubierta la conspiración, el príncipe fue condenado por el proceso de El Escorial (1807), aunque enseguida pidió y obtuvo el perdón de su padre.

Pero poco después encabezó el motín de Aranjuez (1808) para arrebatar el trono a Carlos IV y deponer al valido Godoy. El príncipe Fernando había mantenido hasta entonces contactos con Napoleón, pero cuando las tropas francesas invadieron España, secuestraron a la familia real (y con ella tanto a Carlos IV como a Fernando VII). Los Borbones fueron llevados a Bayona (Francia) y allí Fernando VII se vió forzado a devolver la corona a Carlos IV, pero a continuación éste fue obligado a abdicar en favor del hermano de Napoleón, José Bonaparte, que reinó en España  como José I (excepto en Cataluña, que fue anexionada directamente al Imperio Francés, bajo el poder directo de Napoleón). 

Fernando permaneció recluído en la ciudad francesa de Valençay. Mientras tanto, el pueblo español se rebeló contra la ocupación francesa, emprendiendo el proceso revolucionario que conduciría a la redacción de la primera Constitución española por parte de las Cortes de Cádiz (1812). Durante la llamada Guerra del Francés o Guerra de la Independencia (1808-14), el cautivo Fernando VII se convirtió en un símbolo de las aspiraciones nacionales españolas, motivo por el que recibió el sobrenombre de el Deseado.

Tras la derrota de los ejércitos napoleónicos, Fernando VII recuperó el trono gracias al Tratado de Valençay (1813). A su regreso a Madrid, el rey intentó seguir un orden de cosas similar al del s. XVIII. De hecho en sus primeras declaraciones se refería al pueblo como "sus vasallos" expresión de dominancia que había sido expresamente prohibida por la Constitución de Cádiz. 


Grabado titulado "La valiente, fiel y constante España". El texto del pie es una apología de Fernando VII como rey absoluto:
"Unida a la generosidad y bizarría inglesa sacan del cautiverio al inocente Monarca Fernando VII quien entra triunfante en España con su aliada... dejando reducido a cenizas todo el orgullo de Napoleón...". (Biblioteca Municipal, Madrid)

En la triunfal entrada en Madrid de Fernando VII, en 1814, los grupos de reaccionarios (Manifiesto de los Persas) partidarios de abolir la Constitución de Cádiz, de orientación liberal, y regresar al absolutismo del s. XVIII organizaron una escenificación. Desengancharon los caballos de la carroza real, que fueron sustituidos por personas del pueblo que tiraron de ella como si fuesen esclavos, sustituyendo a los animales de tiro, al tiempo que gritaban: 
- "Vivan las caenas!" (cadenas)
Con esa servil pantomima de renuncia expresa a la libertad se pretendía justificar la decisión del rey de ignorar la Constitución liberal y restablecer nuevamente la monarquía absoluta.





De hecho, Fernando VII se resistió durante casi todo su reinado a reformar las caducas estructuras del Antiguo Régimen, y no dudó en realizar una sangrienta represión de los liberales. Los seis primeros años (1814-1820) se limitó a restaurar la monarquía absoluta como si nada hubiera ocurrido desde 1808, lo que agravó considerablemente los problemas financieros por la pervivencia de los privilegios fiscales y la insuficiencia del sistema tributario tradicional. Además, España perdió en estos años su importancia internacional.

En esta situación de creciente descomposición, las colonias americanas, aisladas y olvidadas por la Corona, fueron proclamando su independencia (la mayoría entre 1818 y 1828). Fernando VII, preocupado en consolidar su poder absoluto en la península, tardó mucho tiempo en reaccionar. En 1820 reunió en Andalucía un ejército a las órdenes del general Rafael de Riego para restablecer la obediencia y el control en ultramar, pero este ejército se sublevó, iniciando un proceso revolucionario que culminó obligando al rey a aceptar la restauración de la Constitución de 1812.



El regreso de Fernando VII:






Fernando VII

I. El "Deseado"

II. El rey felón

III. El gran pene del rey

IV. La primera noche de bodas

V. Segundas nupcias

VI. La peor noche de bodas del rey

VII. Copular con una almohadilla


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