viernes, 14 de septiembre de 2018

Enemigos en la intimidad


Joseph Javier Woodward, American (1833–1884). 'Photomicrograph of a Crab Louse' c. 1864-65



Joseph Javier Woodward 

Photomicrograph 
of a Crab Louse 
(circa 1880)

Fotografía a la albúmina
Nelson- Atkins Museum of Art. Kansas City




Conocidas con el nombre vulgar de ladillas, estos parásitos han pasado a ser sinónimos de algo que se adhiere fuertemente y que no hay manera de desprender. Se trata de los piojos del pubis (Phtirus pubis) que también viven a gusto en el vello inguinal y axilar.    


Partitura de "De profondis morpionibus",
una conocida chanson paillarde francesa
que alude a las ladillas (morpions en francés)
a ritmo de una marcha fúnebre. 
En catalán se les conoce como cabres y en francés morpion. Por cierto que en este idioma han originado una canción tabernaria y escatológica bastante popular (De profondis morpionibus), que fue aludida incluso por Georges Brassens en Le Mécreant ("...tous les de profondis, tous les morpionibus..."). El mecanismo de transmisión habitual de las ladillas, por contacto sexual, facilitaba este tipo de chanzas en burdeles, cabarets y lugares similares.  En inglés se les da el nombre de crab louse, ya que, efectivamente, tienen la forma de un cangrejo, como  una pequeña nécora. 

Estos insectos presentan unas garras a modo de tenazas en sus patas. Con ellas se adhieren al pelo púbico con las tres patas de un solo lado, en una actitud un tanto circense. En esto se diferencian de los piojos de la cabeza que se cogen al pelo con las seis patas. Pero ambos dejan el pelo para succionar la sangre de su huésped mediante sus molestas picaduras.

Como decimos, su habitat por excelencia es el vello púbico y axilar, aunque en ocasiones pueden subir por el vello del tronco y alcanzar la cara. Pueden parasitar las pestañas, pero no las cejas ni el cabello. Los niños están desprovistos de pelo púbico y axilar, pero pueden contraer ladillas en las pestañas, lo que supone un cierto problema terapéutico.  


Ladilla aumentada 70x Fotografía. (circa 1914)
Reeve Photograph Collection. National Museum of Art and Medicine

En la mayoría de los casos el contagio es por contacto sexual directo, aunque debemos decir que no siempre es así. La presencia de un pelo parasitado en la ropa o en efectos personales puede ser suficiente para provocar la infestación de un nuevo individuo. 

La incidencia de ladillas no es tan importante como la que se daba hace décadas. La mejor higiene y la cada vez más frecuente práctica de la depilación púbica han limitado su presencia. Pero tampoco es una enfermedad rara. Se ven casos de vez en cuando, por lo que no se debe bajar la guardia ante estos insectos anopluros que tanta literatura de arrabal han originado.  


De profondis morpionibus:   






Georges Brassens: Le Mécreant:




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