Veit Stoss
La Anunciación (detalle) (1518)
Talla de madera policromada
Iglesia de St Lorenzo (Lorenzkirche). Nuremberg |
En la mayoría de los casos, la representación de personajes velludos en las obras de arte conlleva una connotación negativa. El personaje peludo acostumbra a ser un malvado. El vello es un símbolo para expresar esta maldad, un código de señales que nos advierte de la mala catadura del tipo. Esta connotación peyorativa del vello ha sido usada para denostar a los enemigos políticos, como judíos o comunistas. Algo similar pasa con algunas enfermedades de la piel, como hemos podido ver repetidamente incluso en personajes cinematográficos. El vello representa algo salvaje, que nos acerca a las bestias, y en cambio el cuerpo lampiño es algo más espiritual, más elevado, mejor.
J. van Hemessen: San Jerónimo, con notable vellosidad corporal, en una de las tablas del tríptico de San Sebastián. Musée du Petit-Palais, París. |
Naturalmente toda regla tiene alguna excepción. La excepción más nítida es la de los santos ermitaños, como San Onofre, San Pablo ermitaño, San Jerónimo o San Juan Bautista. En estos casos, se supone que los eremitas, sumidos totalmente en sus arrobos místicos y meditaciones, abandonan el cuidado de su cuerpo perecedero. A los repetidos ayunos y penitencias que practican se les une un cierto descuido corporal, simbolizado por un cuerpo hirsuto, que lejos de manifestar maldad, certifica que su tiempo está más ocupado en los asuntos espirituales que en los terrenales. Esto también es válido para el sexo femenino, y algunas santas como Santa María Magdalena o Santa María Egipcíaca -también retiradas a hacer penitencia en una ermita- aparecen en la iconografía habitual con largas greñas y un vello corporal muy abundante, aspecto que ya hemos comentado en algunos de los artículos de este blog.
Viet Stoss: La Anunciación (visión completa) Lorenzkirche, Nuremberg |
Pero hemos encontrado otra excepción, si bien mucho más puntual y anecdótica. Se trata de unos sorprendentes angelitos velludos. Los ángeles en cuestión son unos angelitos auxiliares (lo que en italiano se denominan putti) que revolotean acompañando al arcángel Gabriel en una escena de Anunciación suspendida sobre el presbiterio en la iglesia de St. Lorenz de Nuremberg.
Algunos de ellos tañen instrumentos de música. Presentan el cuerpo totalmente cubierto de vello, dejando libres solamente la cabeza, las manos y los pies. El vello en cuestión forma así una especie de abrigo adherido al cuerpo. Hemos visto esta representación del vello corporal en algunas imágenes de la Magdalena en algunos países de Europa Central, pero nunca lo hemos encontrado en ángeles.
Tilman Riemenschneider: Asunción de Sta. María Magdalena (1490). Procedente del Altar Mayor de Münnerstadt Museo Nacional de Baviera |
Hombres salvajes protectores, con el cuerpo totalmente cubierto de vello. Capilla del Condestable. Catedral de Burgos. |
Aunque confieso que no estoy totalmente seguro de esta hipótesis, por más que lo intento no se me ocurre otra interpretación que justifique la presencia de vello en un ángel.
¿Y a vosotros?
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