martes, 6 de octubre de 2015

Las cicatrices de un hombre robusto






Robert Campin

Retrato de un hombre robusto 
(1425 circa) 

Óleo sobre tabla. 34'5 x 27'7 cm 
 Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. 




Robert Campin (1375-1445) fue un artista flamenco de gran prestigio. De su taller salieron pintores de la talla de Jacques Daret y Rogier van der Weyden

En el s. XV aparece en los Países Bajos una nueva manera de representar la realidad, completamente diferente de la visión del gótico internacional. Campin y Van Eyck fueron los iniciadores de este nuevo estilo, que conocemos como el de los primitivos flamencosHasta entonces, los donantes, encargaban y costeaban obras religiosas para ser exhibidas en iglesias y estimular la devoción de los fieles. Los que costeaban estas obras se hacían representar, en actitud orante  y a una escala generalmente menor como espectadores de la escena principal. Su papel era anecdótico y sólo servía para dejar constancia de su caritativa contribución económica. A partir de ahora, aparece el retrato, es decir, la figura del donante es en sí misma la protagonista de la obra artística. Sus rasgos están ejecutados con gran realismo y minuciosidad, puesto que este tipo de pintura estaba concebida para contemplarla a corta distancia. 


Nicodemo, del Descendimiento de la Cruz de Van Eyck (Museo del Prado)
Obsérvese la perfección de los detalles: venas de la región temporal;
barba crecida y canosa en el mentón; lágrimas...
Aparte del parecido del rostro, el cuello de piel del vestido es
idéntico al que aparece en la tabla de Robert Campin. 

Algunos críticos creen que el personaje del retrato que hoy comentamos se podría identificar con Robert de Masmines, un militar borgoñón de la Orden del Toisón de Oro, que estuvo al servicio de Felipe el Bueno. Sin embargo, esta identificación no está plenamente documentada, a pesar de su general aceptación. 

En cambio, en mi opinión, el hombre robusto de Campin tiene un notable parecido con el Nicodemo que aparece en el Descendimiento de la Cruz de Van Eyck, del Museo del Prado

Al contemplar la tabla de Campin, llaman la atención los detalles de su rostro, en el que se pueden apreciar con gran precisión la expresión de los ojos, las ojeras, las arrugas, el rasurado imperfecto de la barba y zonas temporales, según la moda de la época y la prominente papada. También el cuello de piel de su vestido o los cabellos mal peinados están representados minuciosamente. 



Detalle de la cicatriz "en Y" en la zona frontal
En diversos puntos de la cara, presenta algunas cicatrices. La más evidente, en forma de "Y", se encuentra en la frente, pero tiene también algunas otras como en el surco nasogeniano, lo que hace pensar en un antiguo accidente. Sobre la región superciliar izquierda hay otra lesión cicatricial, pero esta vez de forma redonda. Esta cicatriz es más similar a las que dejan algunas enfermedades dermatológicas (acné, varicela, viruela...) por lo que posiblemente no estaría relacionada con las anteriores, más sugestivas de heridas contusas. 

Existe otra versión de este retrato, muy similar, conservada en la Gemäldegalerie de Berlín.



Robert Campin:





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