Édouard Clifford Retrato del P. Damián en Molokai (1801) Pastel sobre papel |
Josef de Veuster (1840-1889) fue un misionero belga que dedicó su vida a mejorar las condiciones de vida de los leprosos en Molokai, una isla del archipiélago de Hawai, en la Polinesia. En el año 2009 fue canonizado por la Iglesia Católica como San Damián de Molokai y se le considera como el patrón de los leprosos y de los marginados, como los enfermos de sida.
De una familia de granjeros flamencos muy católicos, Josef nació en Tremeloo. Junto con su hermano mayor August estudió en Lovaina, abrazando ambos la vida religiosa y profesando en la Compañía de los Sagrados Corazones, ya que querían ser misioneros. En este momento (1859), Josef tomó el nombre religioso de Damián con el que se le conocería en adelante.
Su hermano August fue destinado a Hawai, pero una inoportuna enfermedad le impidió embarcarse. Damián se ofreció inmediatamente para reemplazarlo. Fue así como llegó en 1864 a Honolulú, donde se ordenó sacerdote en la Catedral de Ntra. Sra. de la Paz.
Los nativos de Hawai, que durante mucho tiempo habían estado aislados, sufrían muchas enfermedades de importación, contagiadas por los emigrantes y comerciantes chinos. Miles de ellos murieron de gripe y sífilis, y había una alta incidencia de casos de lepra.
El P. Damián auxiliando a un leproso. Monumento en Kalaupapa |
El rey de Hawai, Kamehameha IV, preocupado por la alta incidencia de lepra, dispuso que todos los enfermos de este mal fuesen concentrados a Kalaupapa, un valle rodeado de montañas en el norte de la isla de Molokai, para evitar contagios. A pesar de conocer el alto riesgo que corría, Damián solicitó ser destinado allá.
Monseñor Maigret, cuando presentó al P. Damián a los miembros de la colonia de leprosos diciendo:
"será como un padre para vosotros, y os quiere tanto que no duda en ser como uno de vosotros y en vivir y en morir con vosotros"
La vida en Kalaupapa no era fácil. El gobierno negligía los envíos de víveres y de material médico. La precariedad de la vida propiciaba el caos y continuas peleas entre los 600 enfermos recluídos en la "colonia de la muerte". El P. Damián pronto organizó y lideró las normas sociales, contribuyendo a construir casas, organizar granjas, fundando colegios, infundiendo entusiasmo y predicando con su ejemplo.
Estatua del Padre Damián en la iglesia de St. Joseph. |
La labor del misionero belga llegó a oídos del nuevo rey de Hawai, David Kalākaua, y le concedió la medalla de Caballero Comandante de la Real Orden de Kalākaua. La propia hermana del rey, la princesa Lydia Lili'uokalani viajó a Molokai para entregarle personalmente el galardón. Lo que vió la princesa en la colonia de leprosos, le causó una conmoción tan grande, que fue incapaz de leer su discurso. A su regreso, la princesa difundió por los Estados Unidos y Europa lo que estaba haciendo el misionero en la colonia, y empezaron a llegar ayudas y donativos de todo el mundo.
En diciembre de 1884, Damián llegó cansado a casa y decidió tomar un baño de pies. El agua estaba muy caliente y le causó quemaduras, pero él no sintió dolor alguno. Enseguida comprendió que la anestesia regional era la primera manifestación de la lepra, y que se había contagiado del mal.
A pesar de su enfermedad, Damián siguió trabajando incansablemente durante cinco años más. Finalmente, en 1889 murió, a los 49 años de edad.
Estatua del P. Damián representando a Hawai en el Capitolio de Washington |
La leyenda del P. Damián se transformó en una creciente veneración. En 1936, sus restos fueron trasladados a Lovaina, donde reposan en la iglesia de los Sagrados Corazones. Cuando en 1959, Hawai se convirtió en el 50 estado de los Estados Unidos, las autoridades de Hawai eligieron la estatua del P. Damián para representar el archipiélago en el Capitolio de Washington. En 2005, la televisión abierta flamenca (VRT) lo proclamó el belga más grande de todos los tiempos. Sus escritos y objetos personales fueron declarados como Patrimonio Cultural Flamenco en 2013.
Padre Damián de Molokai:
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