Félicien Rops (1833-1898) fue un pintor, grabador e ilustrador belga, que trabajó tanto en su país natal como en Francia, a donde se trasladó en 1874. Su vasta y variada obra incluye paisajes, retratos y sobre todo, representaciones de escenas de la vida contemporánea, que refleja sin ningun pudor y con gran causticidad. Fue una figura destacada de la vanguardia belga, tal vez más conocido por sus grabados e ilustraciones de libros (1870-1890), que por su embriagadora y transgresora mezcla de imágenes eróticas (frecuentemente directamente pornográficas) y macabras, que lo convierten en uno de los grandes figuras del movimiento decadente de finales del s. XIX.
Rops conoció a Charles Baudelaire (1821-1867) durante los dos años que el poeta pasó en Bélgica (1864-1866) con quien trabó una gran amistad que influenció definitivamente su trayectoria artística y personal. Baudelaire había ido a Bélgica en abril de 1864 para dar una serie de conferencias y escapar de sus numerosos acreedores. Sifilítico desde los 25 años, su enfermedad se había agravado, y presentaba numerosas lesiones cutáneas y dolores intensos que intentaba paliar con opio y hachís. Acosado por sus achaques y sus deudas, Baudelaire era un hombre destrozado, y manifestaba su desesperación con feroces ataques misantrópicos contra Bélgica y los belgas. Rops era conocido por entonces como caricaturista. Sus sátiras sociales y políticas al estilo de Daumier y Gavarni, se publicaban en varios periódicos y revistas belgas, y también pintaba temas realistas, muy influido por Courbet.
En mayo de 1864 el editor y amigo de Baudelaire Auguste Poulet-Malassis (que también había buscado refugio en Bélgica huyendo de sus deudas), presentó a Félicien Rops al poeta maldito, lo que significó el principio de una gran amistad. De hecho, según comentaba el propio Baudelaire, la compañía de Rops y de Poulet-Malassis fueron sus únicos consuelos en los años que pasó en Bélgica, que él calificaba como los "años tristes", y que precedieron a su muerte. Fue en compañía de estos dos amigos cuando Baudelaire tuvo un episodio convulsivo, seguido de una parálisis y una afasia de etiología sifilítica que anunciaba ya su próximo fin.
Las imágenes de esqueletos evocados en los poemas de Baudelaire influyeron en Rops, que le confió a Poulet-Malassis que compartía el
Félicien Rops: La prostituta sifilítica.
"... amor por la forma cristalográfica primaria del poeta: la pasión por el esqueleto"En la obra de Félicien Rops, los esqueletos, guadañas y ataúdes - inequívocos símbolos de la muerte- se combinan frecuentemente con prostitutas demacradas, en una evidente alusión a la sífilis, una patología tan frecuente en la época. Recordemos que en aquellos años, según evaluación del gran sifiliógrafo Alfred Fournier (1832-1914), más de un 15% de la población de París estaba infectada por la sífilis (125.000 luéticos solamente en la ciudad).
En la obra que encabeza esta entrada, una prostituta en plena calle, muestra seductora su máscara a un posible cliente. Rops titula esta obra como La parodia humana, haciendo referencia a que no todo es lo que parece. En efecto: tras la bella cara artificial de la buscona se esconde la calavera, indicando el inevitable contagio al que llevará al que goce de sus encantos.
Otra obra similar es La prostituta sifilítica, un aguafuerte en el que tras una vieja y demacrada prostituta aparece la guadaña, símbolo de la consecuencia de frecuentar prostitutas y del alto riesgo de contagio que conlleva.
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En otras obras de Rops se muestra a un gigantesco Satán cruzando París mientras distribuye las semillas de la discordia (en una de estas imágenes, que adjuntamos, las semillas son mujeres, en una interpretación misógina y restrictiva del origen del contagio sifilítico).
En aquellos años era creencia generalizada que la sífilis se contagiaba exclusivamente con la prostitución, lo que explica estas imágenes. Esta relación justificaba también el carácter vergonzante de las llamadas enfermedades venéreas (infecciones de transmisión sexual) y retrasaba frecuentemente su tratamiento, o incluso eran automedicadas recurriendo a manuales de autoayuda.
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