lunes, 2 de septiembre de 2019

El beso del ángel



William-Adolphe Bouguerau 

El primer beso
(Amour et Psyché, enfants)
(1890) 

Óleo sobre lienzo 119 x 71 cm
Colección privada



William-Adolphe Bouguereau (1825-1905) fue un pintor academicista francés, cuya trayectoria artística estuvo vinculada a la Escuela de Bellas Artes de París. Su pintura se caracteriza por un perfecto dominio de la forma y de la técnica, con grandes efectos de realismo. Su estilo, ecléctico, mezcla elementos propios del neoclasicismo y del romanticismo, con una visión idealizada. Sus temas preferidos fueron los mitológicos, alegóricos, históricos  y religiosos. 

En esta obra, Bouguerau nos presenta una escena imaginaria de la infancia de Amor y Psyche. Amor da a Psyche su primer beso, inocente y puro. La niña lo acepta con un recatado mohín. Es un beso de una candidez sin límites, de un cariño enternecedor. El beso de un ángel.


Antonio Canova. Psyche revivida por el beso de Eros. Museo del Louvre. París. 

El nombre de "beso del ángel" también es un nombre popular para designar un fenómeno médico, que suele verse en la frente de los recién nacidos. Se trata de una manchita rosada o asalmonada, plana, de bordes difusos, que suele verse en la frente de algunos niños. La llaman así porque si un ángel entrara en la habitación de un bebé a darle un beso, probablemente se lo daría en la frente. Y por eso designan así a estas marcas de los lactantes. A veces estas manchas también pueden verse en los párpados, otro buen lugar para un poético beso. 

En realidad estas manchitas son angiomas frontales o palpebrales, formados por vasos sanguíneos superficiales. Son muy frecuentes y pueden verse en un 30-50 % de los bebés, afectando más a las niñas que a los varones. Si el niño llora o se agita, el acúmulo de sangre es mayor y su color se vuelve más marcado, apareciendo entonces de golpe como una llama. Por eso se les conoce como nevus flammeus. 

Como los angiomas occipitales (el llamado picotazo de la cigüeña), el beso del ángel es una lesión benigna que no requiere tratamiento. En la mayoría de los casos, tienen tendencia a reabsorberse espontáneamente y a desaparecer del todo al cabo de pocos meses. No suelen verse después de los 18 meses de vida.  

La alta frecuencia y benignidad de estas lesiones ha favorecido la imaginación popular, vinculándola a mitos más o menos poéticos. 

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