Anónimo
Las antiguas amigas
rechazan al sifilítico Grabado (s. XIX) |
Este es un grabado decimonónico realizado con una clara intención moralizante. La moral puritana, que reforzaba el miedo al contagio, era el principal argumento usado para prevenir la expansión de la enfermedad.
A pesar de la alta incidencia de la sífilis (Fournier calculaba una incidencia cercana al 15 % en las grandes ciudades a finales del s.XIX), la sífilis comportaba una carga de desprecio y marginación. El sifilítico era abandonado hasta por sus antiguos compañeros de francachelas y tenía que soportar, además de las molestias clínicas, el vilipendio social.
Eso es lo que quiere precisamente representar esta escena. En la cama se ve a un enfermo demacrado y con mal aspecto. Dos mujeres con generosos escotes que dejan entrever que llevan una vida alegre (y que probablemente sean prostitutas que compartieron andanzas con el enfermo) se escandalizan ahora al verlo en este estado. Una de ellas lo señala con el dedo acusador, mientras hacen ademán de alejarse de su lado, buscando una nueva compañía masculina, que ya asoma tras la puerta. El enfermo, marginado ahora por las mismas que hasta ahora buscaban su compañía hace un gesto dramático de desesperación.
Toda una explicación gráfica del desdén social que tenían que sufrir los afectos de las llamadas enfermedades vergonzosas, que se veían obligados a esconder su mal para evitar las maledicencias.
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