Horace Vernet
El Cólera morbo a bordo del "Melpomène"
(1834)
Óleo sobre tela 273 x 192 cm
Musée des Beaux-Arts. Marsella
Horace Vernet
El Cólera morbo a bordo del "Melpomène"
(1834)
Óleo sobre tela 273 x 192 cm
Musée des Beaux-Arts. Marsella
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El Melpomène - una fragata que llevaba el nombre de la musa de la tragedia griega - zarpó de Brest rumbo a Argel en junio de 1833. Durante la travesía, tras una escala en Lisboa, se declaró una epidemia de cólera a bordo. En pocos días una veintena de los tripulantes del barco sucumbieron víctimas de esta enfermedad. El barco tuvo que recalar en Toulon, permaneciendo en cuarentena. Sólo sobrevivieron 24 miembros de la tripulación. La ciudad de Marsella eligió a un pintor de temas épicos, Horace Vernet (1789-1863) para inmortalizar este hecho trágico en una gran pintura destinada a decorar la sala del Consejo de la Intendencia Sanitaria.
La escena es muy descriptiva de la situación. Un médico toma el pulso a un aterrorizado grumete. El chico, con mirada desencajada, espera el veredicto del doctor. El muchacho tiene motivos para el temor: el diagnóstico de cólera equivalía a una sentencia de muerte. En la parte delantera del cuadro, se muestra el cadáver de un marinero, y la desesperación de otros tripulantes que ya se han contagiado, como un funesto vaticinio de futuro.
El cólera es una enfermedad infecciosa intestinal aguda causada por la ingestión de alimentos o agua contaminada por la bacteria Vibrio cholerae (serotipos O1 y O139). Suele presentarse en brotes epidémicos, ya que es muy contagiosa y los primeros síntomas aparecen tras un período de incubación de 1 a 5 días. La bacteria produce una enterotoxina que causa una diarrea muy copiosa (de 25-30 litros diarios). Las heces son muy líquidas y presentan un aspecto típico similar al del agua de hervir el arroz. La mayoría de pacientes también tienen vómitos. La muerte sobreviene por una deshidratación intensa en menos de una semana, si no se realiza tratamiento adecuado.
La enfermedad llegó a Europa procedente de la India en 1817-1823. En la Península Ibérica, durante el s. XIX hubo grandes epidemias de cólera:
Todos estos brotes epidémicos se propagaron más por el área mediterránea, afectando especialmente a los núcleos urbanos, más poblados y que - como en el caso de Barcelona - vivían en condiciones de hacinamiento e insalubridad. La lección que dejaron las epidemias de cólera en el s. XIX fue la necesidad de extremar las medidas de higiene personal y la de las cloacas y se comenzó a practicar la canalización y a clorar el agua potable en las ciudades.
Recuerdo que en 1971, cuando yo todavía era un estudiante de Medicina, Barcelona vivió un brote epidémico de cólera (aunque las autoridades, temerosas de perjudicar al turismo, lo negaron vergonzosamente, afirmando que solamente eran "diarreas estivales"). Tuve el honor de participar en la campaña de vacunación anticolérica que se realizó en el Hospital del Mar, bajo la dirección del insigne bacteriólogo Amadeo Foz, que por aquel entonces era mi profesor y supo motivar mi interés en la Microbiología. Eran jornadas durísimas, en la que cada uno de los miembros de nuestro equipo llegaba a poner cerca de 1000 vacunas cada día. Pero el entusiasmo de nuestra juventud mitigaba la lógica fatiga.
Tuve ocasión entonces de atender a algunos pacientes de cólera. El tratamiento es sencillo, y se basa sobre todo en una rehidratación conveniente, con suero fisiológico. Recuerdo las extremadas medidas de protección e higiene que debíamos tomar antes de acceder a la sala de los enfermos de cólera, que naturalmente estaban totalmente aislados para prevenir contagios. Nunca olvidaré el aspecto de estos enfermos, demacrados, con los ojos hundidos, la fóvea que dejaba en su piel cualquier contacto (por la falta de hidratación) y sus labios resecos.
También vi algo que nunca más olvidaré: los vibriones del cólera moviéndose bajo la lente del microscopio. Es una imagen bellísima: las bacterias tienen la forma de pequeñas comas y giran sobre sí mismas con un movimiento espectacular. Mientras los miraba, absorto pensé que hasta en los gérmenes productores de enfermedad hay belleza. El movimiento espasmódico del microbio, girando sobre sí mismo, en una especie de danza convulsa de la vida y la muerte.
Ahora que lamentablemente vuelve a haber una epidemia de cólera en Haití debemos acordarnos de esta enfermedad, que generalmente afecta a los países más desfavorecidos y con una higiene deficitaria.
The story of Cholera:
Pavel Fedotov: La culpa fue del cólera. Acuarela 38.2 x 32.8 cm (1848) |
La enfermedad llegó a Europa procedente de la India en 1817-1823. En la Península Ibérica, durante el s. XIX hubo grandes epidemias de cólera:
- 1833-1834 que causó 300.000 muertos
- 1817-1823, con una mortalidad de 236.000 individuos
- 1865, con 120.000 fallecidos
- 1885, con otros 120.000 muertos
Todos estos brotes epidémicos se propagaron más por el área mediterránea, afectando especialmente a los núcleos urbanos, más poblados y que - como en el caso de Barcelona - vivían en condiciones de hacinamiento e insalubridad. La lección que dejaron las epidemias de cólera en el s. XIX fue la necesidad de extremar las medidas de higiene personal y la de las cloacas y se comenzó a practicar la canalización y a clorar el agua potable en las ciudades.
Busto del Dr. Jaume Ferran i Clúa. Reial Acadèmia de Medicina. Barcelona. |
Robert Koch descubrió el agente causal, Vibrio cholerae en las heces de los pacientes en 1884. Durante la epidemia de 1885, el Dr Jaume Ferran puso a punto una vacuna, que fue motivo de grandes polémicas. Era cierto que solamente proporcionaba una protección parcial, pero las diatribas entre provacuna y antivacuna llenaron los periódicos. La vacuna de Ferran - con mínimas modificaciones - es la que sigue vigente en la actualidad.
La vacunación anticolérica de Ferrán en Alcira. Grabado de R. J. Contell en La Ilustración Nacional |
Recuerdo que en 1971, cuando yo todavía era un estudiante de Medicina, Barcelona vivió un brote epidémico de cólera (aunque las autoridades, temerosas de perjudicar al turismo, lo negaron vergonzosamente, afirmando que solamente eran "diarreas estivales"). Tuve el honor de participar en la campaña de vacunación anticolérica que se realizó en el Hospital del Mar, bajo la dirección del insigne bacteriólogo Amadeo Foz, que por aquel entonces era mi profesor y supo motivar mi interés en la Microbiología. Eran jornadas durísimas, en la que cada uno de los miembros de nuestro equipo llegaba a poner cerca de 1000 vacunas cada día. Pero el entusiasmo de nuestra juventud mitigaba la lógica fatiga.
Tuve ocasión entonces de atender a algunos pacientes de cólera. El tratamiento es sencillo, y se basa sobre todo en una rehidratación conveniente, con suero fisiológico. Recuerdo las extremadas medidas de protección e higiene que debíamos tomar antes de acceder a la sala de los enfermos de cólera, que naturalmente estaban totalmente aislados para prevenir contagios. Nunca olvidaré el aspecto de estos enfermos, demacrados, con los ojos hundidos, la fóvea que dejaba en su piel cualquier contacto (por la falta de hidratación) y sus labios resecos.
También vi algo que nunca más olvidaré: los vibriones del cólera moviéndose bajo la lente del microscopio. Es una imagen bellísima: las bacterias tienen la forma de pequeñas comas y giran sobre sí mismas con un movimiento espectacular. Mientras los miraba, absorto pensé que hasta en los gérmenes productores de enfermedad hay belleza. El movimiento espasmódico del microbio, girando sobre sí mismo, en una especie de danza convulsa de la vida y la muerte.
Ahora que lamentablemente vuelve a haber una epidemia de cólera en Haití debemos acordarnos de esta enfermedad, que generalmente afecta a los países más desfavorecidos y con una higiene deficitaria.
The story of Cholera:
Bibliografía:
El cólera en Valencia en 1885. Memoria de los trabajos realizados durante la epidemia presentada por la alcandía al Excmo. Ayuntamiento en el nombre de la Junta Municipal de Sanidad, Valencia, Manuel Alufre, 1886.
Braunwald E, Fauci A, Kasper D, Hauser S, Longo D, Jameson J. Principio de Medicina Interna de Harrison. Vol. 2. 16ª ed. Madrid: McGraw-Hill Interamericana; 2006.
Braunwald E, Fauci A, Kasper D, Hauser S, Longo D, Jameson J. Principio de Medicina Interna de Harrison. Vol. 2. 16ª ed. Madrid: McGraw-Hill Interamericana; 2006.
Ferrán, J.; Gimeno, A.; Paulí, I., La inoculación preventiva contra el cólera morbo asiático, Valencia, R. Ortega, 1886.
Gimeno, A., Valor semeyótico del bacilo vírgula en el cólera morbo asiático. La Crónica Médica, 1884; 8: 165-172; 197-201.
Organización Mundial de la salud. Ginebra: OMS, 2014. Prevención y control de los brotes de cólera: política y recomendaciones de la OMS. http://www.who.int/topics/cholera/control/es/
Organización Mundial de la salud. Ginebra: OMS, 2014. Prevención y control de los brotes de cólera: política y recomendaciones de la OMS. http://www.who.int/topics/cholera/control/es/
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