martes, 1 de diciembre de 2015

Lavarse las manos en la Edad Media





Anónimo alemán, 

activo en Constanza (detalle)

El nacimiento de la Virgen

(1430 circa) 

Temple sobre tabla. 84'5 x 34'7 cm

Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid




Es un lugar común creer que en la Edad Media la higiene cutánea se había abandonado por completo. Esta es una creencia ciertamente parcial y debería matizarse. La higiene medieval, aunque en algunas clases sociales distaba mucho de la que regía en la Antigüedad no era ni mucho menos tan escasa como lo fue por ejemplo en la época barroca. En las áreas con gran influencia de cultura musulmana las abluciones se practicaban ritualmente antes de la oración y existían numerosos baños árabes (hammam) de uso público. También estos baños se practicaban en los países de predominio cristiano, aunque de forma más limitada. 

El aguamanil para verter el agua sobre las manos y el paño 
para secarse, dos aditamentos obligados para el lavado de 
las manos en las casas en la Edad Media. 
(Detalle de la tabla del Nacimiento de la Virgen, 
Museo Tyssen-Bornesmisza, Madrid)  




Una de las normas de higiene era lavarse las manos antes de comer. En numerosas tablas góticas vemos como se realizaba esta práctica. Habitualmente un sirviente vertía agua contenida en una jarra adecuada, el aguamanil (su nombre ya aclara que era para realizar el lavado de las manos) sobre las manos de quien se las lavaba, que se las frotaba sobre una jofaina que recogía el agua vertida. Posteriormente le era ofrecido un paño para secarse. 



Lavatorio del Monasterio cisterciense de Alcobaça (Portugal) 

Lavatorio del Monasterio de Santa María de Poblet (Catalunya) 


En los monasterios, especialmente los benedictinos y cistercienses, donde se ponía en práctica la norma de "Ora et labora" (Reza y trabaja), muchos monjes se dedicaban a las labores agrícolas en las tierras del cenobio. Antes de comer se reunían en el coro e iban después en procesión por el claustro hasta el refectorio. En los claustros cistercienses, delante del refectorio suele haber una especie de templete con una fuente. Es habitual que esta fuente presente muchos caños, por los que mana el agua. Cada monje se lavaba las manos en su caño correspondiente, antes de entrar al refectorio a comer, librándose de la probable suciedad de las manos en contacto con la tierra. 

Por cierto que el lavado de las manos no es tan frecuente en nuestros días como en general se cree. En una reciente encuesta (23 de noviembre de 2015) realizada por el Instituto Estadístico Win Gallup, se analizó la costumbre de lavarse las manos después de ir al lavabo en 63 países. El país donde esta costumbre era más seguida fue Arabia Saudí  donde al parecer esta costumbre es seguida de forma mayoritaria (97%). Por el contrario, el país en el que menos se sigue esta práctica es China (21 %). España quedó en el lugar 52 de la lista (61 %) con un porcentaje similar a países como Francia, Bélgica, Indonesia e Italia.






Vista de la totalidad de la tabla del Nacimiento de la Virgen.
Museo Thyssen-Bornesmisza (Madrid) 









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