Tiziano Retrato de Carlos V (1568) Óleo sobre lienzo 205 x 122 cm Pinacoteca antigua. Munich. |
Arbol genealógico de Carlos V |
Sabiendo que apreciaba tanto la comida, no era raro que los nobles y personas de importancia le regalasen manjares con frecuencia: los monjes de Guadalupe le enviaban todas las semanas un carnero criado con pan, y cada quince días una ternera. El arzobispado de Toledo le manda a principio de 1557 ocho acémilas cargadas de regalos, especialmente comida.
David Rijckaert: Bodegón con capón, ostras, pan, pastas y copas. |
Para que los pescados y mariscos tan delicados como las ostras llegaran frescos a la mesa de Carlos, los envolvían en nieve, según cuentan los historiadores. Aunque a veces, para conservar las viandas se recurría a otros curiosos sistemas, a juzgar por lo que dice una carta (2 de diciembre de 1556) del mayordomo Luis Quijada al secretario de Estado, Juan Vázquez:
"Su Majestad me mandó que escribiese a Vuestra Merced dos cosas: la una, que Vuestra Merced sepa adónde tiene el conde de Osorno un lugar que se llama Gama, que allí hay las mejores perdices del mundo, (...) y tan buenas, que en su vida no las comió mejores, y como se hallen, que le envíen luego a diligencia; y a más, me dijo que para hacellas durar y llevar a Flandes, que las echaban orines en las bocas: pero para venir aquí no será menester esta suciedad."
El mayordomo Quijada no sólo reclamaba perdices a Palencia, también pedía francolines (un ave similar a la perdiz) a Antonio de Fonseca, de Toledo.
Tomás Hiepes: Bodegón con aves y liebre. |
A Carlos V también le gustaba la bebida, y sabemos que en Jarandilla se abastecía de la bodega de Pedro Azedo. Aunque el emperador tenía predilección por los vinos alemanes y franceses. El Oporto es otro de sus caldos preferidos y conocía los placeres del café y del chocolate mucho antes de que estas bebidas se popularizasen en sus reinos.
Pero además tenía una pasión irrefrenable por la cerveza, una bebida de la que tomaba varios litros al día y a todas horas. En la Navidad de 1556, hallándose en Jarandilla, Carlos padeció un fuerte ataque de gota. Un famoso médico italiano, Giovanni Andrea Mola, tras reconocerlo, le recomendó dejar la cerveza, bebida de la que el emperador tomaba varios litros al día. El monarca, gran bebedor de cerveza (muy popular en Flandes pero poco conocida en España), le replicó que eso era pedir demasiado a un flamenco, y que no pensaba hacerlo de ninguna manera.
La importancia que la comida tenía en la vida del Emperador es evidente por la nómina de servidores que se quedaron en Yuste. De las 52 personas ocupadas en su servicio, una veintena se dedican, de uno u otro modo, a servir su mesa: ahí se encuentran no sólo los cocineros, sino que hayamos panaderos, pasteleros, salseros, encargados de la cava, fruteros, un cazador, un hortelano, un encargado de las gallinas...
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