Georges de La Tour
La buenaventura (circa 1630)
Óleo sobre lienzo 101 x 123 cm
Metropolitan Museum. New York |
La temática de este cuadro de Georges de La Tour (1593-1652) es una escena de género en la que una quiromántica adivina el futuro, leyendo las líneas de la mano a un joven presumido mientras aprovecha para hurtarle algunas de sus pertenencias. El tema no es nuevo y de hecho ha servido de inspiración a otros artistas como Caravaggio (Louvre) que han pintado escenas similares.
En el cuadro de Caravaggio la adivina aprovecha para robar sutilmente el anillo de su cliente. El juego de miradas - distraída una, y con una disimulada atención la otra - es revelador.
La Tour va algo más allá, mostrando una escena tan compleja como divertida. Aquí el robo está a cargo de una eficiente banda organizada compuesta por cuatro mujeres que recurren a una estrategia bien estudiada para quitarle al chico la bolsa del dinero. La de más edad es la que le acaba de leer la mano, y se encarga de distraer al incauto muchacho, protestando por la moneda que le ha dado en pago del servicio. Le parece escasa y establece con él un animado regateo. Mientras tanto, sus tres cómplices se sincronizan perfectamente para desvalijar al ingenuo joven, que aparece representado como la víctima perfecta, un petimetre presumido y engreído. La chica que lleva un pañuelo blanco en la cabeza está cortando la cadena que lleva con una medalla de oro, mientras mira de reojo la reacción de su víctima y el trabajo de sus compañeras. Las otras dos realizan una acción conjunta: la de la cofia del extremo izquierdo le extrae disimuladamente la bolsa del dinero mientras la morena con la melena suelta extiende la mano por debajo para hacerse con ella en cuanto su cómplice la deje caer.
El cuadro fue pintado antes de la etapa tenebrista de Georges La Tour. En esta obra la luz inunda la escena y nos permite ver con claridad todos los detalles: las telas y bordados, el color de la piel, las joyas...
Lo que más impresiona del cuadro es el estudio psicológico de las miradas de los personajes que permite captar a la perfección su pensamiento, diverso e individualizado.
Pero fijémonos también en la peculiar fisionomía de la vieja zíngara. Su perfil muestra una frente abombada y una nariz muy corta, chata y peculiar. El tabique nasal se halla algo hundido, tomando la forma de la llamada "nariz en silla de montar". Estas alteraciones recuerdan las que pueden encontrarse en los casos de sífilis congénita, es decir la sífilis contagiada de la madre al feto antes del nacimiento.
Además la piel oscura y arrugada de la anciana -producto sin duda de largas horas de exposición al sol- contrasta con la piel blanca y tersa de la joven ladrona que está a su lado.
Dos comentarios dermatológicos que pueden complementar la contemplación de lo que es sin duda una obra maestra de la pintura.
Georges de La Tour:
En el cuadro de Caravaggio la adivina aprovecha para robar sutilmente el anillo de su cliente. El juego de miradas - distraída una, y con una disimulada atención la otra - es revelador.
Caravaggio: La buona ventura (1595) Óleo sobre lienzo 99 x 131 cm. Museo del Louvre |
La Tour va algo más allá, mostrando una escena tan compleja como divertida. Aquí el robo está a cargo de una eficiente banda organizada compuesta por cuatro mujeres que recurren a una estrategia bien estudiada para quitarle al chico la bolsa del dinero. La de más edad es la que le acaba de leer la mano, y se encarga de distraer al incauto muchacho, protestando por la moneda que le ha dado en pago del servicio. Le parece escasa y establece con él un animado regateo. Mientras tanto, sus tres cómplices se sincronizan perfectamente para desvalijar al ingenuo joven, que aparece representado como la víctima perfecta, un petimetre presumido y engreído. La chica que lleva un pañuelo blanco en la cabeza está cortando la cadena que lleva con una medalla de oro, mientras mira de reojo la reacción de su víctima y el trabajo de sus compañeras. Las otras dos realizan una acción conjunta: la de la cofia del extremo izquierdo le extrae disimuladamente la bolsa del dinero mientras la morena con la melena suelta extiende la mano por debajo para hacerse con ella en cuanto su cómplice la deje caer.
El cuadro fue pintado antes de la etapa tenebrista de Georges La Tour. En esta obra la luz inunda la escena y nos permite ver con claridad todos los detalles: las telas y bordados, el color de la piel, las joyas...
El perfil de la vieja recuerda el de una sífilis congénita, y sus arrugas son reveladoras de una exposición crónica al sol |
Pero fijémonos también en la peculiar fisionomía de la vieja zíngara. Su perfil muestra una frente abombada y una nariz muy corta, chata y peculiar. El tabique nasal se halla algo hundido, tomando la forma de la llamada "nariz en silla de montar". Estas alteraciones recuerdan las que pueden encontrarse en los casos de sífilis congénita, es decir la sífilis contagiada de la madre al feto antes del nacimiento.
Además la piel oscura y arrugada de la anciana -producto sin duda de largas horas de exposición al sol- contrasta con la piel blanca y tersa de la joven ladrona que está a su lado.
Dos comentarios dermatológicos que pueden complementar la contemplación de lo que es sin duda una obra maestra de la pintura.
Georges de La Tour:
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