lunes, 11 de diciembre de 2017

Simposios de antes y de ahora







Escena de un symposium
(c. 490-480 aC)

Kylix de cerámica de figuras rojas
Hecha en Atenas 
De Vulci. Italia


En los tiempos actuales, si decimos que vamos a asistir a un simposio se sobreentiende que es una reunión, un pequeño congreso, generalmente sobre un tema monográfico. En general los simposios (en plural deberíamos decir symposia) son frecuentes en las diversas especialidades médicas y en otras profesiones sanitarias, como farmacéuticos, veterinarios o enfermeras. 

Etimológicamente la palabra simposio deriva del griego συμπόσιον, transliterado symposion, palabra que a su vez viene de unir συμ (sym = juntos) y πόσιον (posis = beber) es decir encontrarse para beber juntos, para celebrar un banquete. En estas reuniones de amigos se solía beber, comer algo y también departir de diversos temas. Era costumbre entre los griegos que los intelectuales, la gente educada hablara de filosofía o de política mientras tomaban unas copas. 

Una prueba de estas reuniones la hallamos en algunas obras clásicas de la filosofía griega, como "El Banquete" de Platón o de Jenofonte; las "Charlas de mesa" de Plutarco o "El banquete de los eruditos" de Ateneo. 

Aspecto de un banquete griego según una cerámica de figuras rojas

A estas reuniones se asistía por invitación. Los invitados solían bañarse antes de acudir a estos encuentros. Al llegar, la el invitado se descalzaba, para pasar a la sala del banquete. A veces se coronaba a los invitados con guirnaldas de hojas o de flores y otros adornos. 
ÇLos criados les ofrecían a continuación el aguamanil y la jarra para se lavaran las manos, práctica necesaria ya que luego comían casi todos los manjares con los dedos. Vertían agua sobre sus manos y luego les ofrecían una toalla para secarse (Odisea IV, 47-54). 

Solían comer tumbados, o más bien con las piernas extendidas, en un lecho, pero con el torso recto o ligeramente inclinado apoyado en cojines o almohadones, como se ve en tantas pinturas y bajorrelieves. El número y colocación de estos lechos era muy variable. En un mismo lecho podían estar dos e incluso tres invitados. 

Naturalmente, existía un protocolo y una etiqueta. Los lugares más próximos al anfitrión eran los considerados los de mayor preferencia. El anfitrión solía indicar personalmente a cada invitado el sitio que le correspondía.

Las mesas, eran pequeñas y portátiles. Podía haber una por cada comensal o por cada lecho. Podían ser cuadradas, rectangulares o redondas, con tres patas. En ellas se colocaban los platos o cuencos en raciones ya preparadas.

Symposium, beber juntos.

La cena comenzaba a menudo con el propoma, que podríamos traducir por «aperitivo». Se trataba de una copa de vino aromatizado de la que se bebía por turno antes de empezar a comer.

Luego seguía la cena propiamente dicha, dedicada a comer diversos manjares. No siempre había servilletas, se limpiaban los dedos con bolitas de miga de pan que luego tiraban, con los huesos y demás desperdicios a los perros de la casa que circulaban por debajo de las mesas y los lechos. Si había servilletas en todo caso las solía llevar el comensal (eran más un pañuelo que otra cosa)

La segunda parte estaba dedicada sobre todo a la bebida y a la conversación. Algunos asistentes estaban solamente invitados al simposio propiamente dicho, y podían llegar después de la cena.

Aunque ya se había servido algo de vino al comer los diversos platos, esta segunda parte estaba dedicada de forma más monográfica a la bebida. Se empezaba a beber con las libaciones votivas  habituales en honor de los dioses, especialmente de Dioniso, el dios que trajo el vino a los hombres.

La libación consistía en beber una pequeña cantidad de vino puro y en salpicar algunas gotas invocando el nombre del dios. Luego se cantaba un himno a Dioniso, y después se designaba, casi siempre al azar, con los dados, al «rey del banquete» (simposiarca) , cuya función principal consistía en fijar las proporciones de la mezcla del agua y vino en la crátera y decidir cuántas copas debía vaciar cada invitado.

Los sirvientes solían mezclar el vino con agua en unos grandes recipientes (crateras). Beber el vino puro era considerado como una costumbre de bárbaros. A veces también se les añadían especias para perfumarlo. Luego se servía en copas (Kylix) muy anchas y bajas, frecuentemente decoradas con escenas de la mitología o de la vida común, como la que encabeza este escrito. 

Bailarina en un simposium
Se acostumbraba a beber por la salud de todos los asistentes. El que desobedecía al rey del banquete debía cumplir una especie de castigo, por ejemplo bailar desnudo o dar tres vueltas a la habitación llevando en brazos a la tañedora de aulos (una especie de oboe), cuya presencia era obligada en todo simposio.

Además de beber, en esta parte tenían lugar toda clase de distracciones en común y muy diversas, según los lugares y las épocas: conversaciones, adivinanzas, audiciones musicales, espectáculos de danza, etc. En las casas ricas los espectáculos eran muy sofisticados y existían algunos empresarios, como el siracusano Céfalos que eran muy famosos, aunque bastante caros.  Durante la conversación o los espectáculos los sirvientes servían pequeños platos (tragémata) para acompañar la bebida : fruta fresca o seca, dulces, habas o garbanzos tostados, etc.

A menudo los banquetes terminaban en medio de la embriaguez general, y las pinturas de los vasos muestran a mujeres que sostienen y llevan con dificultad a sus casas a los bebedores en estado lamentable.

Comensal, haciendo girar el Kylix para lanzarlo
Según muchos creen, en estos banquetes surgió la costumbre del brindis. Las copas se entrechocaban y a veces se vertía el contenido de una en otra, una manera de demostrar que todos bebían lo mismo. Una constatación interesante ya que así se descartaba que se hubiera envenenado la copa de uno de los asistentes. 

Luego era frecuente coger el kylix por una de sus asas y hacerlo girar en el aire, para luego soltarlo bruscamente y estrellarlo en el suelo, como puede verse en algunas decoraciones de cerámica de figuras rojas que han llegado hasta nosotros. Esta práctica era considerada un homenaje a una bailarina o cantante de los espectáculos que se alternaban con la conversación. Aún hoy, en Grecia sigue en cierto modo viva esta costumbre. En algunos de mis viajes a Grecia he asistido a algunos batzoukis, especie de cabarets locales donde una cantante deleita al público que bebe y toma frutos secos en las mesas del local. Una de las camareras vende platos de arcilla con flores encima. Los platos están envueltos en papel de estaño para evitar los cantos cortantes al romperse. Por un precio módico se puede adquirir una docena de estos platos uno encima de otro. Si a los asistentes les gusta la actuación arrojan estos platos como homenaje a los pies de la cantante. Nótese bien que a los pies, aunque algún energúmeno tira a dar. Lo cierto es que en estos casos las vedettes tienen mucha pericia en sortear el tiro malintencionado. Según me contaron, antes de los años 70, también se podían arrojar vasos, platos, sillas e incluso mesas (mientras luego se pagara la factura, claro) 

Hetaira, en un simposio
Tradicionalmente, a los simposios de la Grecia clásica, solamente asistían hombres. El machismo y la segregación sexual eran la norma en aquella antigua civilización patiarcal. Las mujeres quedaban totalmente excluidas de estas reuniones sociales. Como compensación tenían banquetes reservados para ellas, por ejemplo, en Atenas, en las termoforias. 

Sin embargo en el siglo de Pericles algunas mujeres asistían a los banquetes. eran las cortesanas o hetairas, mujeres de gran cultura, capaces de sostener una conversación intelectual. Aunque lo cierto es que luego esta calificación se ha aplicado a prostitutas de cierto nivel. 

Tal vez ahora, cuando asistamos a un simposio médico recordemos aquellas reuniones de alegres bebedores griegos. Y es que a veces, los mejores comentarios científicos tienen lugar cuando ya se sale de la sala de conferencias y se departe amigablemente con algunos colegas, incluso alrededor de una refrescante copa. 





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