domingo, 16 de agosto de 2015

La medusa de Kandinsky




Vassily Kandinsky

Cielo azul 
(1940)

Óleo sobre lienzo100 × 73 cm
Centre Georges Pompidou, Paris




A mi amigo Martinsky, que me devolvió
- por un momento - mis ojos de niño.


Martí es un niño que vive cerca de mi casa, en la cala de la Costa Brava donde paso mis vacaciones. Ayer me enseñaba sus cuadernos de escuela. Han trabajado sobre pinturas de Kandisky, y Martí ha hecho un álbum muy bonito, del que se siente orgulloso. Hojeándolo me muestra la obra "Cielo Azul" de 1940, sobre el que han trabajado en el colegio. 
- "Mira, teníamos que pintar la medusa" - me dice.
- "Pero esto no es exactamente una medusa, Martí. Es arte abstracto. Formas que no necesariamente representan nada" - le digo.
- "Que tontería. Es una medusa, no lo ves?. Como la que vimos en la playa ayer" 

Me quedo pensando. Los niños casi siempre tienen razón. Ellos pueden ver con sus ojos nuevos, todo lo que hay en el mundo. Su imaginación relaciona formas y objetos al margen de las falacias de la teoría artística. 


"Ceci n'est pas une pipe" de Magritte.

En realidad, en un cuadro todos vemos lo que queremos ver. O lo que nos parece ver. Porque un cuadro no es un objeto. Una pintura crea la ilusión de un objeto, que aparece en nuestro cerebro, recreado. Esta era la intención de Magritte con su famoso cuadro "Ceci n'est pas une pipe" (Esto no es una pipa). Y no lo era, claro. Era solamente un cuadro. La pintura, en él estaba dispuesta de tal manera que nos creaba la idea de una pipa en nuestro cerebro. 

Kandisky pintó el "Cielo azul" en 1940. En él situó formas abstractas que remedaban vagamente animales marinos en un azul al que llamó cielo. En definitiva, mariscos en el cielo. Una idea peregrina, dirigida a hacer volar la imaginación. Una importante obra en el surrealismo del s. XX en la línea que después desarrollaría Miró con sus Constelaciones

Medusa sobre fondo de arena
En todo caso, ahí está la medusa, en el ángulo inferior derecho del cuadro. Una representación más de ese animal dotado de células urticantes, que ocasiona no pocos sustos en el verano.

Martí me muestra ahora "su" versión del cielo azul de Kandinsky. No está mal. Al menos hace volar la imaginación, como la obra del gran Kandinsky. No puedo más que mirar al joven artista con ternura. Los niños nos enseñan las cosas más importantes de la vida, las que por causas inexplicables vamos olvidando con el paso del tiempo: 
- "Gracias, maestro Martinsky"
  
Pintor Kandinsky: La abstracción





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