lunes, 17 de agosto de 2015

Las moscas de Sant Narcís (I)


Retablo de St. Narcís (fragmento). Al fondo, dentro de la iglesia, la tumba del santo, de la que salieron las moscas.  A la derecha, los gerundenses parapetados tras la muralla. En la parte delantera (mitad inferior del relieve, las tropas francesas atacadas por las moscas, huyen en desbandada. Museu de la Catedral. Girona. 


Retablo de Sant Narcís


Bajorrelieve en madera policromada 
Museu de la Catedral, Girona




Uno de los milagros más curiosos de la taumaturgia católica es, sin duda, el de las moscas de San Narcís. 

Sant Narcís es el patrón de la ciudad de Girona. Su leyenda afirma que era un obispo procedente del Norte de África y que llegó a la ciudad acompañado de su diácono Félix. El cristianismo estaba muy vivo en aquel momento en el Norte de África y allí se concentraban la mayor parte de los núcleos de cristianos. 

Narcís y Félix llegaron a la ciudad con el propósito de introducir en ella la doctrina de Jesús. Tuvieron la suerte de contactar con la aristócrata Afra, una influyente patricia, y lograron convertirla a ella y a sus sirvientas. Tras pasar un tiempo en Augsburgo, Narcís regresó a Girona como su obispo. Pero  el gobernador pagano de la ciudad envió a una escuadrilla armada que asesinó a Narcís y a su diácono en plena misa. 

Sarcófago paleocristiano. Basílica de Sant Fèlix, Girona. 


Sin embargo, la labor de Narcís no cayó en saco roto, y un floreciente grupo de cristianos arraigó en la ciudad. Probablemente gente de dinero entre ellos como atestigua la colección de ocho sarcófagos paleocristianos que se conserva en la basílica de Sant Félix. La colección de sarcófagos paleocristianos más importante de España. Algunos presentan bajorrelieves de tema cristiano (el Buen Pastor, Orantes, Episodios de la vida de San Pedro, multiplicación de los panes y los peces o la casta Susana) mientras que otros todavía conservan iconografía pagana (la caza de la leona, el rapto de Proserpina). Al parecer, algunos de estos sarcófagos, realizados en mármol, eran de importación y procedían del taller del Dogmático, en Roma (lo cual da una idea del alto poder adquisitivo de los cristianos de Gerunda). 

San Narcís fue considerado desde su asesinato como mártir y patrón de la ciudad. A él se encomendaban los gerundenses ante cualquier tribulación. 

En 1285 tuvo lugar una incursión francesa que puso sitio a la ciudad. Las tropas de Felipe el Atrevido intentaban reducir a la ciudad de Girona por el hambre. 



Primitiva tumba de Sant Narcís (Joan de Tournai, 1328)
Fresco del sitio de Girona. Colegiata de Cardona. 


Los gerundenses afligidos, resistieron dentro de sus murallas. Pero imploraron la protección de su patrón Sant Narcís, del que conservaban su cuerpo incorrupto dentro de una urna. 

Al parecer, Sant Narcís atendió a la rogativa y protegió a sus devotos ciudadanos con un curioso milagro. De la tumba del santo comenzaron a salir moscas en gran cantidad. Eran unas moscas grandes, de brillo metálico azulado y verdoso que pronto invadieron la ciudad y sus alrededores. Pero las moscas de San Narcís tenían una peculiaridad: sólo picaban a los soldados franceses y a sus caballerías, pero respetaban a los catalanes. 

Los franceses llenos de picaduras de los insectos pronto vieron como una peste se transmitía entre sus tropas, afectando también a los caballos. A los pocos días, no tuvieron más remedio que huir, abandonando el sitio de la ciudad. El mismo rey francés Felipe el Atrevido murió a consecuencia de la epidemia. En el camino de Francia, las tropas del rey Pedro III de Aragón les infligieron una grave derrota. 



Sant Narcís y las moscas. Xilografía del s. XVIII
Salvador Dalí: Sant Narcís de les mosques. 


Desde entonces las moscas son casi emblemáticas en Girona y han sido motivo de diferentes representaciones artísticas, entre ellas las de Salvador Dalí que representó repetidamente a Sant Narcís, con mitra de obispo y rodeado de moscas. 




1 comentario:

Marina dijo...

Em miro les mosques amb uns altres ulls....
Ara seríem francesos?! jajaja