Viruela en un grabado chino. En la mano, sostiene una rama de coral, considerada curativa y apotropaica |
Viruela
Grabado chino
Bibliothèque Nationale, Paris |
La viruela se conoce desde tiempo inmemorial. El primer caso demostrado fue el del faraón Ramsés V (fallecido en 1143 a.n.e.)
La viruela en un grabado chino, mostrando el exantema y la hemorragia nasal |
La viruela causó violentas epidemias en el pasado. Fue una enfermedad muy mortífera que diezmó a la Humanidad. Probablemente la pandemia con una mortalidad mayor, especialmente en el s. XVIII.
A América llegó transmitida por los conquistadores españoles. Fue tal la mortandad que causó la viruela, el sarampión y otras enfermedades exantemáticas que se supone que solo sobrevivió una décima parte de la población del Imperio Azteca, facilitando así su conquista.
Luis XV de Francia, que murió víctima de la viruela |
La viruela causó la muerte de 500 personas en el s. XX. Mucho mas que los 320 millones de muertos por las guerras, la pandemia de gripe española de 1918 o la epidemia de sida de las dos últimas décadas del siglo.
El último caso de viruela contagiado de forma "natural" fue el de Ali Maow Maalin, notificado el 26 de octubre de 1977 en Somalia. El 8 de mayo de 1980, la OMS declaró oficialmente erradicada esta enfermedad del planeta. Es la única enfermedad hasta la fecha erradicada por acción médica (por la vacunación).
Sin embargo, se decidió guardar virus de la viruela en algunos laboratorios de EEUU, Rusia, Inglaterra y Francia. A lo largo de los años setenta del siglo pasado fueron muchos los laboratorios que lucharon por convertirse en alguno de los pocos lugares en el mundo autorizados a conservar, e investigar, muestras de viruela. Pero en 1978 sucedió algo que hizo reconsiderar esa curiosa carrera por hacerse con una licencia de almacenamiento. Janet Parker era una fotógrafa médica que trabajaba en el departamento de anatomía de la University of Birmingham Medical School, en Gran Bretaña. Un año antes del suceso, el responsable del laboratorio de microbiología de esa universidad, Henry Bedson, había solicitado a la OMS permiso para poder conservar por tiempo indefinido las muestras de viruela que poseían, intentando librarse así de la orden de destrucción que obligaba a eliminar el virus en poco tiempo. La OMS denegó el permiso porque su inspección de seguridad de las instalaciones fue negativa. Sin embargo, Bedson mantuvo sus investigaciones hasta que el 11 de agosto la “vecina” del piso de arriba, Janet Parker, que tenía su laboratorio fotográfico encima del laboratorio de microbiología donde se guardaba la viruela, enfermó. Aunque Parker había sido vacunada hacía años, sucedió lo impensable. El virus había encontrado un camino de escape en los conductos de ventilación del área de almacenamiento de muestras, llegando precisamente al piso superior e infectando a Janet. En cuanto se confirmó que se trataba de un caso de viruela, se armó un gran revuelo, tanto legal como sanitario. Se mantuvo a todo el personal y a cuantos habían tenido contacto con Janet bajo vigilancia. Su madre también se contagió pero logró sobrevivir. Por desgracia, un mes después de enfermar, Janet falleció, convirtiéndose en la última persona en todo el planeta que sucumbió a la terrible viruela y, su vecino del piso de abajo, el Dr. Henry Bedson, se suicidó.
Se eliminaron entonces todos los virus de los laboratorios, excepto los del CDC, Atlanta (EEUU) y en el Centro para la Investigación en Virología y Biotecnología de Koltsovo (Rusia). Muchas veces se ha abierto el debate para destruir finalmente esas muestras, pero ahí continúan, bajo llave, vigiladas. Su conservación se basa en múltiples motivos, de mayor complejidad de lo que puede parecer a primera vista (por ejemplo podrían servir para fabricar vacunas, en el caso de que la viruela de los monos, producida por un virus muy similar y que está presente en África pueda transmitirse al ser humano) Pero la pregunta, inquietante, queda en pie: ¿La viruela podría regresar, como mortífera arma de guerra biológica?
Se eliminaron entonces todos los virus de los laboratorios, excepto los del CDC, Atlanta (EEUU) y en el Centro para la Investigación en Virología y Biotecnología de Koltsovo (Rusia). Muchas veces se ha abierto el debate para destruir finalmente esas muestras, pero ahí continúan, bajo llave, vigiladas. Su conservación se basa en múltiples motivos, de mayor complejidad de lo que puede parecer a primera vista (por ejemplo podrían servir para fabricar vacunas, en el caso de que la viruela de los monos, producida por un virus muy similar y que está presente en África pueda transmitirse al ser humano) Pero la pregunta, inquietante, queda en pie: ¿La viruela podría regresar, como mortífera arma de guerra biológica?
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