miércoles, 6 de noviembre de 2019

Tatuajes y alergia a metales: No es sólo la tinta




Thomas-Alva Edison 

Prototipo de Stencil-Pens
(1876) 

Dibujo tinta sobre papel
Colección privada




En entradas anteriores hemos visto como la costumbre de tatuar se remonta a tiempos muy antiguos. Ya el cuerpo de Ötzi, encontrado congelado en el glaciar de Smilaun (3.000 a.C) presentaba centenares de tatuajes sobre su piel. O las momias egipcias de Gebelein (2.500 a.C.). El tatuaje tenía un gran predicamento en determinadas culturas, como la japonesa y se introdujo en Occidente a través de marinos y aventureros. Durante el s. XIX todavía era una rareza en Europa y Norteamérica, y las personas com múltiples tatuajes, tanto hombres como mujeres, llegaron a ser exhibidas en circos y ferias suscitando la admiración y sorpresa del público.  Los tatuajes se realizaban de forma manual y el instrumental con el que se hacían no había evolucionado excesivamente desde el Neolítico. 

O'Reilly. Electric Pen (1891)
En el último cuarto del s. XIX tuvo lugar un cambio importante en la técnica del tatuaje. El famoso inventor Thomas Edison desarrolló la primera máquina de tatuar en 1876. Sin embargo, el diseño de Edison fue más teórico que otra cosa. La rotativa era pesada y engorrosa de usar. 

La idea inicial fue perfeccionada por el tatuador Samuel O'Reilly que patentó la primera máquina de tatuar eléctrica en 1891. Al principio constaba de un motor eléctrico asegurado en la parte superior de un tubo con una aguja de acero, y posteriormente se transformó en un modelo más eficiente al añadir dos bobinas electromagnéticas, resortes y barras de contacto. 

Cinco años más tarde, diseñó fue mejorado por Charles Wagner quién creó un modelo que incluía bobinas gemelas colocadas una al lado de la otra. En los años 20 Percy Waters diseñó y fabricó hasta 14 modelos diferentes. Algunos de ellos todavía se utilizan hoy en día. 

Ink-Hans. primitiva máquina de tatuar (Copenhague, 1902)


En 1979 hubo otro progreso importante. Carol Nightingale introdujo una máquina de tatuaje ajustable. No puede decirse que su prototipo fuese un éxito, pero estableció unos estándares específicos y demostró diferentes posibilidades en términos de diseño. 

En la actualidad, muchas de las máquinas modernas (como por ejemplo las Dragonfly o Stingray) son ajustables en términos de velocidad, profundidad y fuerza. La máquina rotativa Bishop se creó en 2009 y los artistas de todo el mundo se enamoraron de su diseño tan ligero que les permitía utilizarla durante periodos de tiempo más largos sin acabar con dolor de muñeca.

Las máquinas han reducido mucho sus dimensiones y peso. Algunos modelos permiten introducirlas enteras en el autoclave para su esterilización, lo que ha supuesto un progreso higiénico muy importante. 

Sin embargo, con el uso repetido, las agujas de tatuaje pueden liberar pequeñas partículas de metal (especialmente cromo o níquel) que se propagan en el organismo. Una reacción que se añade a los posibles efectos peligrosos de determinadas tintas, especialmente las de color rojo o verde. 


La alergia es la consecuencia de una pérdida de tolerancia a sustancias, en principio inofensivas, con las que tenemos un  contacto cotidiano: los llamados alérgenos. Si uno de estos alérgenos es identificado por el organismo como algo ajeno a él, es rechazado. Aparece entonces una reacción persistente con escozor, hinchazón y enrojecimiento de la piel en el lugar del tatuaje. 

Las alergias a los metales, especialmente el cromo y el níquel están entre las más frecuentes. Una vez que una persona se vuelve alérgica a estos metales debe abandonar todo contacto con materiales que contengan al alérgeno, incluyendo incluso las monedas (que también contienen estos metales). Pero si las partículas de metal se han incorporado al organismo por vía interna, el problema puede ser todavía más acuciante.  

























No hay comentarios: