martes, 30 de abril de 2019

Una nueva amenaza invisible






Colección de cultivos de 
bacterias y hongos 

Museo Micropia.
Amsterdam 



Alineados en sus ordenados anaqueles, las placas de Petri muestran una gran variedad de colonias bacterianas y fúngicas. Vistos así, de forma ordenada, con la iluminación tamizada, presentan una estética innegable, a pesar de que son microorganismos peligrosos, algunos de ellos incluso con capacidad mortal. Se trata de Micropia, un curioso museo de Amsterdam dedicado a la microbiología. 

Pero por muy extensa que sea la exhibición de las diversas especies microscópicas, la colección de Micropia dista mucho de ser completa. Las especies vivas que no se pueden ver a simple vista son numerosísimas. Se supone que el mayor número de especies vivas sobre el planeta pertenece a los hongos microscópicos, por ejemplo, que pueden vivir en los medios más inhóspitos. Se han encontrado hongos en los hielos polares, en los tórridos desiertos, en las profundidades marinas... Incluso en medios de una acidez extrema, como en las cubas de electrolisis del cobre... 

Los microorganismos pueden desarrollarse también fuera del planeta. La ISS (Estación espacial internacional)  rebosa de bacterias y hongos microscópicos. Según un estudio publicado por la revista  Microbiome (8 de abril de 2019). Durante 14 meses los investigadores tomaron muestras de diversas superficies del módulo americano de la estación espacial. El resultado permitió identificar 133 poblaciones de bacterias diferentes y 81 hongos. Destacaron los estafilococos (26%) y los bacilos (11%). Los japoneses encontraron resultados similares en su módulo. Probablemente, los microorganismos han sido llevados hasta allí por los propios astronautas. Algunas de estas especies son potencialmente patógenas, como Staphilococcus aureus, encontrado en un 10% de las muestras. 

Recientemente ha creado una cierta alarma la irrupción de una "nueva" especie de hongo, Candida auris, que ha producido diversas epidemias en los hospitales, especialmente en personas inmunodeprimidas especialmente en pacientes críticos ingresados en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) o Unidades de Reanimación (REA), con una mortalidad que puede llegar a ser del 70%.  


   
    ¿A quien suele afectar Candida auris


   1. Personas que han sido intervenidas quirúrgicamente y están hospitalizadas en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) o Reanimación. 

 2. Enfermos que reciben múltiples tratamientos farmacológicos, especialmente con antibióticos de amplio espectro y/o corticoides a dosis altas. 

   3. Pacientes que reciben alimentación parenteral a través de catéteres intravenosos. 

 4. Individuos que padecen enfermedades graves metabólicas o inmunitarias (inmunodeficiencia, diabetes, neutropenia, etc..) 



            

El hongo fue aislado por primera vez en 2009, a partir de una muestra del conducto auricular de un paciente japonés que padecía una infección del oído (otitis). Por este motivo se le dió el nombre de "auris" (de la palabra latina Auris = oreja, oído). Se trata de un hongo unicelular resistente a muchos tratamientos de los que disponemos en la actualidad, como el fluconazol, uno de los más empleados. Además, algunas cepas han mostrado resistencia a otros fármacos antifúngicos como voriconazol, anfotericina B o las equinocandinas.

Candida auris
tiene una gran tendencia a adherirse a todas las superficies (paredes, muebles, objetos...) por lo que las normas de higiene son imprescindibles para evitar su propagación.
En algunos hospitales ingleses han optado por evacuar las habitaciones de los enfermos contagiados por Candida auris y a desinfectarlas a fondo con lejía y vaporizaciones de agua con peróxido de hidrógeno. Hay que prestar atención a ciertos objetos como los termómetros, que pasan de paciente en paciente y que pueden contribuir a producir nuevos contagios. La presencia de catéteres intravenosos y sondas urinarias o haber sido sometidos a una intervención quirúrgica extensa reciente pueden ser factores facilitadores de la adquisición de la infección. En muchos dispositivos médicos se ha comprobado la formación de biopelículas de Candida auris lo que hace que aumente su resistencia a la eliminación. 


Evolución de la resistencia de los antifúngicos en plantas y humanos en el mundo.
Tomado del art. de  Fisher y cols. en Science (2018) 



Candida auris puede colonizar de forma transitoria o persistente la piel y las mucosas humanas, y puede causar infecciones leves de heridas, sobre todo quirúrgicas, de oído y otras infecciones superficiales. Desde estos focos iniciales, puede causar infecciones graves por diseminación por la sangre (candidemia) con posterior invasión y multiplicación en uno o varios órganos corporales (candidiasis invasora). La clínica de las candidiasis invasoras por Candida auris es indistinguible de las infecciones causadas por otras especies de Candida o por otros hongos. Tampoco existe una sintomatología patognomónica de las micosis que las diferencias de infecciones invasoras bacterianas o protozoarias. Candida auris se aísla en los medios de cultivo habituales de laboratorio. En muchos pacientes, Candida auris se aísla de cultivos de vigilancia de mucosas y piel antes de que se produzca la infección. La detección de biomarcadores como el betaglucano, el manano y los anticuerpos antimanano o los anticuerpos antimicelio puede ayudar al diagnóstico. 


Cultivo de Candida auris: las típicas colonias en gota de cera del género Candida

Aspecto de Candida auris al microscopio


Aunque no hay pruebas concluyentes, algunos han apuntado la posibilidad que la súbita emergencia de Candida auris haya sido consecuencia del uso masivo de pesticidas en la agricultura (en particular fungicidas de la familia de los azoles). Hace un año, un artículo del equipo de  Sarah J. Gurr en la revista Science alertaba de que el número de hongos patógenos resistentes a los fungicidas comunes había aumentado alarmantemente en los últimos años. 

Los azoles (grupo al que pertenece el fluconazol) constituyen un amplio grupo de fungicidas que son usados en agricultura, veterinaria, y para la preservación de las maderas de construcción, además de ser fármacos habituales para tratar infecciones en humanos, como en diferentes tipos de candidiasis. Es posible que el uso extenso de antifúngicos en diversos campos haya creado una presión selectiva que favorece las formas más resistentes y haya contribuido a la emergencia de una especie que hasta ahora había pasado desapercibida. El intercambio de pacientes entre distintos hospitales, la globalización del turismo o la creciente exportación de frutas y verduras habrían facilitado la extensión de la enfermedad a todo el mundo.  

En todo caso este es un nuevo peligro para la población más vulnerable y frágil inmunológicamente. Habrá que estar atentos a como evoluciona este nuevo riesgo en el futuro. 

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Mientras estoy escribiendo estas líneas me llega la noticia de que en el hospital de la Vall d'Hebrón de Barcelona han muerto dos niños prematuros (y por lo tanto muy vulnerables) por una sepsis por Klebsiella sp.,  un germen multirresistente. Otro ejemplo de los peligros invisibles que nos acechan cada vez más. 


Bibliografía 

Lemke C. La Station spatiale internationale est pleine de bactéries et de champignons. Science et Avenir https://www.sciencesetavenir.fr/espace/l-iss-est-un-nid-a-bacteries-et-a-champignons_132848


Checinska A. y cols. Characterization of the total and viable bacterial and fungal communities associated with the International Space Station surfaces. Microbiome, 2019 https://microbiomejournal.biomedcentral.com/articles/10.1186/s40168-019-0666-x
  1. Fisher MC
  2. Hawkins NJ
  3. Sanglard D
  4. Gurr SJ 
Worldwide emergence of resistance to antifungal drugs challenges human health and food security. Science 2018: 360 (6390), 739-742

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