domingo, 17 de diciembre de 2017

El color de la piel de los romanos






Tondo de Djemila
(199 d.C.)

Pintura mural 
Staatliche Museum zu Berlin




En este tondo procedente de Djemila (Argelia) se representan cuatro personajes. En la parte superior, detrás de las otras figuras, al emperador Septimio Severo y a su esposa, la siríaca Julia Domna; y delante de ellos a sus hijos Caracalla (derecha) y Geta (izquierda). Este última o presenta el rostro borrado, probablemente por una damnatio memoriae (condena al olvido) cuando su hermano Caracalla lo asesinó y se hizo con el poder absoluto. Uno de los detalles que saltan a la vista de este grupo imperial es el marcado tono oscuro, muy moreno, de la tez del emperador Septimio Severo. 

Arco de Septimio Severo en una de las vías
de su ciudad natal, Leptis Magna (Libia) 
Septimio Severo (146-211) fue emperador desde 193 a 211 d.C. y con él se originó la llamada dinastía de los Severos, a la que dio el nombre. Había nacido en la ciudad norteafricana de Leptis Magna (actualmente en Libia). Su familia materna eran ciudadanos romanos que habían emigrado de la península Itálica y por parte de padre, eran libio-púnicos, por lo que debía tener el color de la piel bastante similar al de los libios actuales. 

Algunos historiadores dicen que Septimio Severo hablaba latín con un marcado acento cartaginés, delatando su procedencia africana. Desde luego debía estar orgulloso de su origen porque embelleció considerablemente a su ciudad, que aún hoy es uno de los yacimientos arqueológicos romanos más espectaculares que se conservan. 


Victoria alada. Arco de Septimio Severo. Leptis Magna. 

Entre el 264 y el 146 a.C, el Mediterráneo estaba partido. Roma, una potencia emergente, al norte, se enfrentaba con Cartago, una potencia norteafricana (en el actual Túnez). Tras diversas vicisitudes Roma resultó triunfadora e incorporó a su territorio la totalidad de Hispania y el norte de África, con la consiguiente aportación étnica que esto supuso. Aunque la mezcla étnica era ya muy importante con anterioridad: en el ejército cartaginés, formado por mercenarios destacaban por su valentía y arrojo los soldados celtas procedentes de la Gallaecia (actual Galicia). O sea que la mezcla racial era ya de cierta importancia tras esta primera expansión de Roma, y fue adquiriendo cada vez más importancia con el paso del tiempo. 

En los inicios del s.III el Imperio Romano se había convertido ya en un crisol de culturas, religiones y etnias. Hacía casi 100 años de las conquistas de Trajano (98-117) que había realizado una gran expansión territorial, anexionando la Dacia (territorio que comprende la actual Rumania y Moldavia, con algunas zonas de los países adyacentes), el reino de los nabateos (Jordania y península del Sinaí), y Mesopotamia, llegando a las mismas puertas de la India.  Por cierto que Trajano convirtió la Dacia en un auténtico campo de concentración: allí deportaba a bárbaros vencidos, malhechores y esclavos fugitivos. Algunos historiadores creen ver el origen de la gran diversidad de fototipos actuales de Rumania en este hecho histórico.  


Monumento a Septimio Severo en Leptis Magna.
Al fondo, mausoleo de Gasr Duirat (s. II d.C.)
Aunque las fronteras (limes) romanas sufrieron un cierto repliegue a partir de la época de Adriano (117-138), esta formidable extensión territorial facilitó una increíble mezcla de etnias, culturas y religiones. Los romanos tenían una gran tolerancia a todo tipo de creencias y las integraban fácilmente. Era la llamada "concordia" romana, integradora de una sociedad múltiple y de gran diversidad de etnias, culturas y lenguas. Ni siquiera el idioma oficial era común, ya que el latín era usado en la mitad occidental del territorio, pero en las partes orientales no consiguió desbancar al griego, que era usado habitualmente, incluso en documentos oficiales. Lo único que se requería para considerarse súbdito del Imperio era prestar culto al emperador como una divinidad más, lo que equivalía a una especie de reconocimiento del poder del Estado. Precisamente este punto se convirtió en un motivo de conflicto para las creencias monoteístas: la judía y sobre todo, la emergente religión cristiana. Los cristianos se negaban a adorar al emperador, ya que para ellos eso era idolatría, lo que originó diversas persecuciones y ejecuciones de los rebeldes seguidores de Cristo. En cambio las religiones politeístas no tenían inconveniente en añadir una divinidad más y eran aceptadas sin problema. Era el caso de los cultos de Isis, Mitra o Dionisos


Lucerna romana con cabeza de rasgos negroides
Pero dejando aparte los temas ideológicos, lo importante es comprender que Roma integraba fácilmente a los pueblos conquistados, lo que previsiblemente convertía a su población en un auténtico mosaico, una mezcla de culturas y etnias. Como vemos, el propio emperador Septimio Severo era norteafricano y la emperatriz, siria, lo que ya nos da una idea del "melting pot" en el que se había convertido el Imperio. 


Mosaico de los baños de Timgad:
negro orinando
Septimio Severo estaba casado con una mujer siria (¡tampoco la emperatriz había nacido en Roma!), con quien tuvo a sus hijos Caracalla y Geta, que le sucedieron compartiendo el trono imperial. Pero pronto el mayor, Caracalla, hizo asesinar a su hermano y se hizo con el poder absoluto. Por eso en el tondo que aportamos Geta tiene el rostro borrado. Es probable que tras su asesinato se quiso hacer desaparecer completamente su recuerdo. 


Busto de Caracalla.
Museo Archeologico Nazionale.
Nápoles. 










En el año 212, Caracalla  (188-217) promulgó un edicto por el que se reconocía la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio. Hasta entonces solamente eran ciudadanos romanos los hombres libres y miembros de familias patricias y los hijos que nacían en el seno de sus familias legítimas. A partir del edicto de Caracalla accedieron a la ciudadanía los nativos de los territorios conquistados (excepto los esclavos y las mujeres). Los motivos de base de esta apertura eran fundamentalmente económicos, ya que hacían falta cada vez más contribuyentes para sostener un Imperio tan extenso. Pero el caso es que esto abrió todavía más las puertas a la creciente mezcla étnica del pueblo de Roma. Un auténtico antecedente de la globalización, como afirma la ilustre romanista Mary Beard.

Busto de Septimio Severo. Museo de Trípoli (Libia)
En otra entrada nos preguntábamos por el color de la piel de los egipcios, que ha quedado como un secreto al que no tenemos acceso y sobre el que hay diversas opiniones. Más claro está que los romanos tenían diversos tonos de piel, como afirma Antoni Janer en su magnífico blog Batecs Clàssics: es decir, el mundo romano era multirracial. Aunque en las clásicas películas de "peplum" estábamos acostumbrados a ver los soldados romanos con una piel blanca bastante uniforme, en las legiones romanas reales combatían legionarios negros y de otros fototipos oscuros. 

En un video de divulgación histórica para niños de la BBC (que se adjunta al final de este artículo) aparece un legionario romano de piel negra dando órdenes a sus legionarios destacados en Britania. Una lectura mucho más adecuada de la historia de la tradicional, en la que se consideraba que todos los romanos tenían la piel blanca. 


       

En los retratos del Fayum (época romana) encontramos 
pruebas evidentes de la multietnicidad de los pobladores del Imperio, 
con coloración cutánea bastante oscura



Life in Roman Britain History. The Story of Britain




Bibliografía


Altares G. Mary Beard: Los romanos crearon el mundo globalizado. El País 8 junio 2016
http://elpaissemanal.elpais.com/documentos/mary-beard-los-romanos-crearon-mundo-globalizado/

Janer A. Eren blancs els romans? 

http://www.antonijaner.com/miscel-lania/item/1126-eren-blancs-els-romans

Beard M. SPQR. Una historia de la Antigua Roma. (3ª ed.) Ed. Crítica. Barcelona, 2016. 

No hay comentarios: