viernes, 7 de agosto de 2015

El mítico cabello de Sansón (II): El secreto de la fuerza


Anton van Dyck. Sansón y Dalila (1618-1620)
Dullwich Picture Gallery, Londres.



Anton van Dyck

Sansón y Dalila 
(1618-1620)

Óleo sobre lienzo
Dullwich Picture Gallery, Londres



Tras las afrentas de la boda y el incendio de los campos filisteos,  la enemistad de Sansón con los filisteos había llegado a un punto de no regreso. Para evitar la contienda, los filisteos pidieron que se les entregase a Sansón, para juzgarlo por sus delitos, prometiendo respetar su vida. 

Al final, los israelitas, amedrentados, entregaron a Sansón, maniatado, a sus enemigos, Pero su fuerza era tan descomunal que rompió fácilmente sus ligaduras y cogiendo una quijada de asno mató a mil filisteos. Tras esta hazaña, Sansón fue proclamado juez de Israel, gobernando a su pueblo durante veinte años.

Anton van Dyck. Sansón y Dalila (1630)
 Kunsthistorisches Museum, Viena.


Un día Sansón fue a Gaza, donde encontró a una prostituta que fue de su agrado. Se quedó a dormir en su casa, y los filisteos le tendieron una emboscada para apresarlo. Cerraron las puertas de la ciudad para que no pudiera escapar. Pero Sansón, con su fuerza descomunal, arrancó las enormes puertas de cuajo y se las llevó al monte.

Más tarde, Sansón se enamoró de otra mujer filistea, Dalila. Los filisteos la sobornaron prometiéndole una importante suma de monedas de plata, si lograba descubrir cuál era el secreto de la fuerza de Sansón (Jue 16: 5, 18). 

Mathias Stommer: Sansón y Dalila.
Dalila, coqueta,  comenzó a sondear a Sansón para obtener su secreto.  Pero Sansón, que desconfiaba de ella la engañaba con falsas respuestas. Un día le dijo que sería vencido si conseguían atarlo con siete cuerdas húmedas. Dalila se lo creyó y lo ató de esta manera, pero Sansón rompió las cuerdas con suma facilidad. Dalila protestó por el engaño y se lamentaba continuamente de ello. Para calmarla, Sansón le dijo que las cuerdas tenían que ser nuevas. Dalila volvió a probar, pero también las cuerdas fueron rotas por el forzudo Sansón.

Jan Lievens. Sansón y Dalila. 
Dalila insistía una y otra vez en saber el secreto del héroe. Esta vez le dijo que para debilitarle bastaría con atar sus siete trenzas con hilos, sujetándolas con clavos. Nuevo fracaso de Dalila: Sansón seguía tan fuerte como siempre.

Tras mucha insistencia por parte de la mujer, Sansón le confesó que perderá toda su fuerza si le cortaban el cabello. Así que durante el sueño, Dalila ordenó a un sirviente que le cortase el cabello (nótese que, según la Biblia, no fue Dalila quien lo cortó personalmente, aunque en la iconografía posterior así se representa, subrayando el hecho de que fue ella la responsable última de esta acción).

Traicionado y desprovisto de su fuerza, Sansón es finalmente capturado por los filisteos, quienes le cegaron, arrancándole los ojos y lo llevaron a Gaza, donde trabajaba como prisionero moliendo el grano para sus enemigos.

Pompeo Girolamo Batoni.       Sansón y Dalila.  
Un día, los filisteos organizaron una fiesta para honrar a su dios Dagón. Llevaron a Sansón al templo, donde fue exhibido y escarnecido por la multitud. El templo estaba abarrotado: más de tres mil personas se habían reunido en este festejo. Atado firmemente con cadenas a dos de las columnas principales, asistía imperturbable a la impía fiesta de los filisteos, aguantando sus insultos y sus befas.


Pero durante su cautiverio, a Sansón le había crecido nuevamente el pelo, y había recuperado su fuerza. Tras implorar ayuda a Yahvé, su Dios, Sansón en un titánico esfuerzo derribó las columnas a las que estaba atado, provocando el derrumbe del edificio entero, mientras gritaba:
«Así muera Sansón con tres mil filisteos»
En su última y suprema venganza, Sansón mató más filisteos que en todo el resto de su vida.



Peter Paul Rubens. Sansón y Dalila:





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