miércoles, 22 de abril de 2015

Arrugas en el Antiguo Egipto





 Autor desconocido 

Cabeza verde de Berlín
(350 a.C.) 

Escultura en pórfido verde. 22 cm.
Museo Egipcio (Neues Museum), Berlín



Mi buen amigo Marc Orriols, doctor en Egiptología y notable erudito en estos temas es un lector habitual de este blog. Amablemente me remite algunas imágenes poco frecuentes de arrugas en el arte egipcio. Le agradezco mucho su colaboración y asesoramiento. 

La Cabeza verde de Berlín es una escultura hecha de pizarra pulimentada y que está considerada una de las obras cumbre del arte egipcio. Está datada en el s. IV a.n.e. en la época del período Tardío de Egipto, concretamente bajo la dinastía XXX (378 - 341 a.n.e.). Esta dinastía, originaria de Sebennitos, comenzó expulsando a los persas de Egipto y conquistó Judea, aprovechando la decadencia del Imperio Persa.


Detalle de la Cabeza Verde de Berlín, mostrando las patas de gallo

La escultura representa probablemente a un sacerdote, con la cabeza rapada. Los sacerdotes egipcios solían rasurarse  la cabeza cada dos días para mantener su cuerpo limpio y libre de toda impureza. Pero lo que más sorprende en este caso es su realismo, poco habitual en el arte egipcio, caracterizado habitualmente por su idealización e hieratismo. En general, en Egipto las representaciones artísticas se ciñen a unos cánones rígidos y concretos: los personajes mantienen siempre su faz tersa y libre de arrugas en una juventud eterna a pesar del paso de los años. La vejez, que se relacionaba con la muerte, era un tabú en una sociedad basada en la esperanza de una vida más allá de la muerte. En cambio, en este caso, la cara del sacerdote, de semblante grave, presenta algunas arrugas alrededor de los ojos (patas de gallo, ceño fruncido) y marcadas bolsas suborbitarias. 

El realismo que podemos observar en la Cabeza Verde podría estar influído por la escultura griega, que se decantaba claramente por el realismo, y que no rehusaba la representación de la vejez o de la enfermedad.  


Representación de un hombre añoso en el Reino Antiguo:
Sheikh el-Beled. No se observa en él arruga alguna.

En el arte egipcio anterior, encontramos escasas representaciones de arrugas u otros signos de envejecimiento, tal vez con la sola excepción del breve período de arte amárnico (Akhenaton, dinastía XVIII, 1353-1336 a.n.e.) que inició una cierto acercamiento al realismo. En algunas de las representaciones de Akhenaton podemos observar discretas arrugas de expresión en los surcos nasogenianos. 




El faraón Akhenaton. Obsérvense las arrugas en cuello y surco nasogeniano.

Poco después de la revolución amárnica, en la tumba de Horemheb (Dinastía XVIII, 1323-1295 a.n.e.) podemos ver algunos prisioneros con arrugas, pero hay que subrayar el hecho de que no son egipcios. Las arrugas, pues, son representadas con intención peyorativa y con desprecio y sólo se pueden encontrar en los enemigos y prisioneros, a diferencia de los egipcios, que presentan siempre la cara tersa y juvenil. 


Grupo de prisioneros nubios, con arrugas en la cara. Tumba de Horemheb, Sakkara.








Sennenmut, representado con el rostro arrugado en diversas ostraka

Tal vez podemos encontrar algunas excepciones en la tumba de Sennenmut en Deir el-Bahari. Sennenmut fue el brazo derecho de Hatshepsut, y se rumoreaba que era su amante. Tal vez era de una edad algo avanzada, o tal vez  fuera un personaje poco popular y por eso fuera representado de forma algo despectiva. De todos modos, sus arrugas se representan de forma muy tímida y levemente insinuadas. Un pequeño graffiti - de probable intención sarcástica -  lo representa copulando con una mujer tocada con el nemes (tocado real, atributo del faraón), lo que permite identificarla con la propia  Hatshepsut. Una sátira a una relación probablemente mal vista por el pueblo?


Pareja copulando: ¿Sennenmut y Hatshepsut? Deir el-Bahari

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