lunes, 30 de marzo de 2015

Gaspar Casal y la pelagra








 Francisco de Goya

El médico 
(1634)

Óleo sobre lienzo 136 x 167 cm 
Museo del Prado, Madrid


Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746 - Burdeos, 1828) fue un pintor y grabador español a caballo entre el s. XVIII y el XIX. Su personal estilo revolucionó la pintura artística y supuso no sólo el inicio del Romanticismo sino también el nacimiento de la pintura contemporánea. 

Entre los cartones para tapices de Goya encontramos éste, titulado El médico. Fue diseñado por Goya para la realización de un tapiz decorativo destinado al dormitorio de los Príncipes de Asturias. En esta obra el autor, preocupado por reflejar la luz de las distintas estaciones del año, se anticipa el impresionismo. Muestra los personajes agrupados frente a la hoguera en un crepúsculo de invierno. Las figuras, iluminadas a la luz de la lumbre, nos recuerdan algunas escenas de Bassano y Tintoretto.  La capa del doctor ocupa buena parte del cuadro y centra toda la atención, mientras dos estudiantes aparecen al fondo. 

Suele identificarse la figura de este médico con Gaspar Casal (Girona, 1680 - Madrid, ) uno de los más brillantes representantes médicos de la Ilustración. Formado como médico en Sigüenza, aprendió botánica y ciencias naturales con Juan Manuel Rodríguez de Luna, boticario del papa Inocencio XI. Tras un breve período en Madrid, se instaló en Asturias, donde residirá durante 34 años. En 1720 es nombrado médico de la ciudad de Oviedo y en 1729 médico del Capítulo de la Catedral.


Durante esta etapa, Casal mantiene amistad y correspondencia con importantes intelectuales de la época, como el P. Benito Feijoo y el P. Sarmiento y realizó interesantes descripciones de Historia Natural, como el ámbar asturiano, así como contribuciones al estudio y taxonomía de la flora del Principado.

Grabado de la obra Historia Natural y médica del Principado
de Asturias
(1762) representando las alteraciones cutáneas de
la pelagra. Obsérvese el collar de Casal, alrededor del cuello
y la afectación de la cara dorsal de manos y pies. 

Pero su principal aportación la realizó en el año 1730, describiendo una nueva enfermedad que denominó "el mal de la rosa", y que posteriormente fue conocida como pelagra, nombre derivado del italiano 

"pelle agradenominación propuesta por el médico milanés Francesco Frapolli en 1771. 

Casal describe sus teorías médicas en el libro Historia Natural y médica del Principado de Asturias, que se publica en 1762, tres años después de su muerte. En esta obra analiza las influencias climáticas de la región según las teorías hipocráticas con numerosos comentarios sobre sus observaciones de la flora (describe el visco corylino o muérdago de roble) y mineralogía (concepto de sal). Describe también las principales enfermedades endémicas de la zona como los gusanos intestinales, los cálculos de los riñones y los ataques histéricos, entre otros, que ilustra con historias clínicas y observaciones personales. Destaca las enfermedades que considera más endémicas de Asturias: la sarna, la lepra y el mal de la rosa o pelagra. Aquí es donde describe con todo detalle el llamado Collar de Casal y la afectación psíquica. Casal establece las bases del concepto de enfermedades carenciales y defiende un empirismo racional, es decir, basado en la observación clínica unida a las ciencias básicas, la química, la anatomía y la descripción histórica natural del ambiente.


En 1751 Casal volvió a Madrid, ya que fue nombrado médico de cámara del rey Fernando VI y más tarde, Protomédico. Durante su estancia en la Corte, el doctor Gaspar Casal se relacionó  con Thiery, médico de Luis XV de Francia, que dió a conocer la obra de Casal a la facultad de Medicina de París, incorporándose desde entonces a la ciencia médica universal. Sauvages, médico y botánico de Montpellier (1706-1767) incluyó el mal de la rosa en su clasificación de las enfermedades Nosologia Methodica, en el cuadro de las caquexias, con el nombre de Lepra Asturiensis. 

Gaspar Casal murió en Madrid en 1759 siendo enterrado en secreto en la parroquia de san Sebastián de esta ciudad. 















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