jueves, 4 de marzo de 2021

Las principales epidemias de la historia

 




Pieter Brueghel el Viejo

El triunfo de la muerte
(1563)

Óleo sobre tabla 
117 x 162 cm 
Museo del Prado. Madrid. 




Pieter Brueghel el Viejo es uno de los grandes maestros de la pintura flamenca del s. XVI. Junto con El Bosco, Jan van Eyck y Rubens está considerado como uno de los cuatro grandes de la pintura de esta época. 

El triunfo de la muerte es una obra de carácter moral en el que se insiste en que todas las cosas mundanas acaban con la muerte indefectible de todos nosotros. En primer plano, la Muerte capitanea un ejército de esqueletos, que destruye el mundo de los vivos, conduciéndolos a un enorme ataúd, sin esperanza de salvación. Algunos intentan luchar contra su fatal destino, otros se abandonan resignados a su suerte. Sólo una pareja de amantes, en la parte inferior derecha, permanece ajena al futuro que ellos también han de padecer. La pintura está en la línea con la Danza de la Muerte, un tema habitual en la literatura medieval, con influencias también de las danzas macabras medievales (como la que todavía hoy se realiza durante la procesión del Jueves Santo en Verges, Catalunya). 



Dansa de la Mort. Procesión de Jueves Santo. Verges (Catalunya)


El tema de la muerte masiva nos recuerda que muchas veces esta se ha producido por enfermedades epidémicas. Un tema de gran actualidad en unos momentos en los que la pandemia de COVID-19 extiende su amenaza por el planeta. 

Sin embargo no ha sido esta la primera vez que esto sucede. Las pandemias se han sucedido a lo largo de la historia de forma repetida y han producido numerosos episodios de muertes colectivas. La que estamos viviendo no es (al menos por el momento) la peor de ellas ni la que ha causado mayor mortalidad (siempre considerando el momento actual).  




Cuáles han sido, pues las epidemias más mortales de la historia?

Peste negra

Clásicamente se tiene a la peste negra como la epidemia con mayor mortalidad, ya que aunque no tenemos un censo totalmente exacto se considera que terminó con la vida de entre 75 y 200 millones de personas, lo que supone entre un 30 y un 50% de la población europea. El desequilibrio demográfico que causó tardó casi dos siglos en recuperarse.


Difusión de la Peste negra. En verde, las áreas de menor incidencia.



Se acepta que esta pandemia comenzó en Asia central y se extendió a través de las rutas comerciales hacia Europa hasta alcanzar su pico máximo entre 1347 y 1353. Durante siglos se ha culpado de la transmisión de Yersinia pestis a las pulgas de las ratas, pero recientes estudios (2018) sugieren que se propagó también a través de las pulgas y los piojos humanos. La forma invernal era la peste neumónica, que se transmitía por vía aérea. 


Viruela

El síntoma más llamativo de la viruela eran las vesículas y pústulas que aparecían en la piel. Se trata de una enfermedad muy antigua, ya que ya tenemos constancia de ella en momias del antiguo Egipto, pero que causó brotes periódicos que azotaron el mundo durante los s. XVI, XVII y XVIII: 400.000 personas morían cada año en la Europa del siglo XVIII y un tercio de aquellos que lograban sobrevivir desarrollaba ceguera o quedaban desfigurados. También se trasladó al continente americano, y la gran mortalidad que produjo entre los indígenas favoreció considerablemente la colonización de estos países por los europeos, llegándose incluso a usar intencionadamente para eliminar a poblaciones enteras de indígenas americanos. 

La vacunación antivariólica logró contener la enfermedad, que se declaró erradicada oficialmente en 1980 (excepto por las reservas en estado criogénico que todavía quedan en dos laboratorios de Rusia y Estados Unidos, y a pesar de algunos accidentes de laboratorio). Aún así, la viruela causó la muerte de 300 millones de personas en el s. XX. 


Esquema donde se representan las epidemias con mayor mortalidad de la historia. En el esquema no aparece la COVID-19 actualizado. 
La mortalidad actual por COVID-19 es de más de dos millones y medio en el momento actual (marzo de 2021).



La gripe "española"

A pesar de su nombre la gripe española no se originó en España, sino en los Estados Unidos. Un combatiente americano de la I Guerra Mundial la trajo a Europa, en plena contienda. 

En el contexto de una guerra mundial, se censuró la información sobre una enfermedad que afectaba a las tropas y que por lo tanto podía dar datos sobre la situación del ejército enemigo. Sin embargo, al ser España una potencia neutral, los diarios españoles informaban ampliamente sobre la epidemia y sus consecuencias. Por este motivo, solamente llegaban las noticias de la gripe en España, de donde proviene el nombre con el que se conoció pronto a la pandemia.  




Se trataba en realidad de un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1. A diferencia de otros virus que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables entre 20 y 40 años, una franja de edad que probablemente no estuvo expuesta al virus durante su niñez y no contaba con inmunidad natural. 

Se calcula la gripe de 1918-1920 produjo cerca de 50 millones de muertos (300.000 en España) 


Plaga de Justiniano

Aunque la información sobre las enfermedades del pasado es mucho más confusa y desconocida, existen evidencias que sugieren que la llamada Plaga de Justiniano se encuentra en cuarto lugar entre las pandemias más devastadoras, con cifras de mortalidad entre los 30 y 50 millones. Esto supondría entre el 13 y el 26 % de la población. Toma su nombre del emperador bizantino Justiniano, ya que durante su reinado tuvo lugar uno de los episodios más virulentos. 

Probablemente, como en la peste negra medieval, se propagó a partir de las ratas que viajaban cientos de kilómetros en los barcos mercantes, que navegaban hacia los distintos rincones de Eurasia entre el año 541 y 549.  La plaga fue recurrente en las zonas cercanas a los puertos del Mediterráneo, donde se dieron sucesivos brotes hasta el año 750, aproximadamente.


Sida (infección por VIH)

Desde su aparición en 1976, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha matado a 32 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud. A día de hoy aún hay entre 31 y 35 millones conviviendo con la enfermedad, sobre todo en África.

El virus infecta las células del sistema inmunitario, mermando la capacidad del organismo para combatir enfermedades. En las etapas más avanzadas del virus sobreviene el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida o SIDA, que ha tenido un gran impacto en la sociedad no solo a nivel de salud, sino como fuente de discriminación.

A pesar de que en la actualidad el VIH/sida ya no es una enfermedad mortal, sigue siendo uno de los problemas de salud pública más graves del mundo, especialmente en los países de ingresos bajos o medios, según la OMS. A mediados de 2017, 20,9 millones de personas estaban recibiendo terapia antirretroviral en todo el mundo. Sin embargo, solo el 53% de los 36,7 millones de personas que vivían con el VIH estaba recibiendo el tratamiento en 2016 a nivel mundial.


COVID19

Todavía inmersos en plena pandemia de Covid-19 no podemos todavía valorar adecuadamente su mortalidad. En el momento de escribir estas líneas se calcula que ya ha producido más de 2.600.000 muertos, y su virulencia es sigue siendo muy alta. Las vacunas son una esperanza de futuro. Esperemos que se detenga pronto esta macabra danza de la muerte, a la que aludíamos al hablar de la obra de Brueghel. Lo que es seguro es que no es la primera vez que la humanidad se enfrenta a amenazas de este tipo. 



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