Sepulcro de Hipólito
(s. III d.C.)
Mármol con relieves. 200x110x113 cm
Torre del Pretori. Tarragona. |
El "sarcófago de Hipólito" es un sepulcro helenístico de piedra con bajorrelieves, que fue encontrado por unos submarinistas en 1948, cerca de Punta de la Mora, un cabo cercano a la ciudad de Tarragona, a unos 6 metros de profundidad. Actualmente se encuentra en la Torre del Pretorio de esta ciudad.
El sarcófago es un paralelepípedo de mármol con relieves de figuras, que relatan el mito de Hipólito y Fedra. Un mito que ha sido recogido por diversas obras literarias, entre las que destaca las de Eurípides y de Séneca.
Hipólito era hijo de Teseo (Θησεύς: «el que funda») rey de Atenas y de una amazona. Vivía en palacio con su padre y su esposa legítima, Fedra. Hipólito veneraba a Artemisa, diosa de la caza, pero despreciaba a Afrodita, divinidad del amor. Afrodita, herida por el poco aprecio que le tenía el joven, decidió urdir un plan para perderlo. Para ello hizo que Fedra, la madrastra de Hipólito, se enamorara perdidamente de él. Esta es una historia de despechos, pasiones y calumnias, de venganza y de muerte.
Hipólito era hijo de Teseo (Θησεύς: «el que funda») rey de Atenas y de una amazona. Vivía en palacio con su padre y su esposa legítima, Fedra. Hipólito veneraba a Artemisa, diosa de la caza, pero despreciaba a Afrodita, divinidad del amor. Afrodita, herida por el poco aprecio que le tenía el joven, decidió urdir un plan para perderlo. Para ello hizo que Fedra, la madrastra de Hipólito, se enamorara perdidamente de él. Esta es una historia de despechos, pasiones y calumnias, de venganza y de muerte.
La historia que narra el sarcófago comienza por una de las caras laterales menores, en la que se relata el regreso de Hipólito, hijo de Teseo, y sus amigos de una partida de caza. Dos sirvientes están descargando un venado que ha llegado a lomos de un asno.
Escena cinegética. A la vuelta de una montería, dos cazadores cargan un venado sobre un asno. |
En la siguiente escena, que ocupa uno de los lados mayores, Hipólito, el protagonista de la historia, aparece en el centro del sarcófago, enmarcado por un arco sustentado por capiteles corintios. Está rodeado por sus compañeros cazadores y los perros que les han acompañado en la caza. Enone, la nodriza de Fedra aparece a su lado, y le susurra al oído la invitación de Fedra (la madrastra de Hipólito), que loca de pasión, intenta seducirle. Pero Hipólito, con su mano derecha, hace un gesto de rechazo y evita así el encuentro lascivo con la esposa de su padre.
Hipólito, en el centro de la escena hace un gesto de rechazo ante la proposición erótica de Fedra, que le hace llegar Enone (la figura de la izquierda de Hipólito, con la cabeza medio rota) |
La escena del siguiente lado es la peor conservada y de más difícil lectura. Una posible hipótesis es que representa el momento en que Hipólito es acusado de haber intentado violar a Fedra, aunque es difícil afirmarlo con seguridad ya que faltan todas las cabezas de los personajes.
Las dos figuras femeninas que probablemente representan a Afrodita (a la izquierda, con una concha en la mano) y a Fedra, en el momento de acusar falsamente a Hipólito. |
Las dos figuras femeninas de la izquierda son las únicas que están casi enteras. La primera por la izquierda, ya en la arista, lleva en la mano una venera (concha de vieira). Por este detalle podemos identificarla con la diosa Afrodita, la diosa del amor, cuyo símbolo es la concha de este molusco. Afrodita ha sido la culpable de que el corazón de Fedra se haya inflamado de pasión y haya intentado seducir a Hipólito, sin éxito.
A su lado, otra figura de mujer podría ser Fedra, y parece que se apoya en un personaje masculino central, probablemente su esposo Teseo. Fedra, despechada por el rechazo de Hipólito, y queriendo vengarse, no duda en calumniarlo, comentando entre sollozos a su esposo que durante su ausencia, Hipólito la ha intentado violar. Aunque no vemos la cara de Teseo, que se ha perdido, podemos ver como aprieta el puño, lleno de rabia por el supuesto intento de adulterio. Tras él se adivina una figura femenina de la que solo se conserva la túnica larga y los pies, y que se ha interpretado como la nodriza de Fedra, Enone. Finalmente, en el otro extremo, Hipólito junto con un amigo y un perro.
Teseo, lleno de oprobio por el que cree incalificable delito de su hijo Hipólito, suplica a Poseidón, dios del mar y de los caballos que dé muerte a Hipólito. Cuando Teseo advierte la situación, decide alejarse de la casa de su padre en su carro de caballos, pero Poseidón, atendiendo a la petición de Teseo hace surgir del mar un monstruo marino, que aquí toma la figura de un toro (posible referencia al Minotauro con el que se había enfrentado Teseo en su juventud). Los caballos de Hipólito se asustan ante el monstruo que surge de las olas y se desbocan, por lo que el desventurado Hipólito cae del carro y muere en el accidente.
Detalle con Hipólito caído tras el accidente del carro. |
En el sarcófago esta escena aparece esculpida con un relieve más bajo, ya que sin duda estaba destinada a estar contra la pared. En el extremo izquierdo aparece una figura femenina sentada, probablemente Afrodita, culpable de toda la tragedia, que aparece como espectadora disfrutando de su objetivo: la muerte de Hipólito. A su lado vemos el terrible toro y de pie, empuñando su atributo, el tridente, aparece Poseidón. A continuación, los caballos desbocados, y Hipólito, caído, a sus pies. En el extremo derecho, un mensajero comunica la funesta noticia a Teseo, que aparece pensativo, mesándose la barba, transido de dolor.
Aparte de la tragedia, la muerte por accidente de tráfico era ya de cierta incidencia en el mundo antiguo, y en la actualidad es todavía más habitual, constituyendo una de las causas de muerte más frecuentes, a pesar que su incidencia ha disminuido en los últimos años. En nuestros días se producen cada año entre 1,5 y 2 millones de muertos por causa de los accidentes de tráfico, y en muchos países desarrollados constituye la principal causa de muerte entre los menores de 25 años. Las distracciones de los conductores son el mayor peligro, como lo fue en el caso de Hipólito, por la brusca aparición del monstruo enviado por Poseidón, que produjo una desestabilización de la cuadriga del infortunado muchacho.
Detalle del toro (el monstruo de Poseidón) en la escena de la caída de Hipólito. Sarcófago de Hipólito. Torre del Pretorio. Tarragona |
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