miércoles, 28 de agosto de 2019

Los mosquitos, guardianes de Roma




 



Alessandro Algardi 

Atila frente al papa León el Magno
(1646)

Relieve de mármol
Basílica de S. Pedro del Vaticano
Roma



La historia de la Roma antigua aparece entrelazada con la de la malaria o paludismo, una enfermedad parasitaria transmitida por mosquitos, y que era frecuente en las insanas marismas pontinas que rodeaban a la ciudad.  No en vano Florence Nightingale se refería a ellas como «el valle de la sombra de la muerte». Algo que tanto los propios romanos como algunos de sus enemigos, como los cartagineses o los bárbaros, ya habían podido comprobar bastantes siglos antes. 
                      Foros imperiales. Roma.                   
Recordemos, por ejemplo, las guerras púnicas, en las que se decidió el dominio político y militar del Mediterráneo, y que enfrentaron  a cartagineses y romanos en tres grandes contiendas (264-146 a.C.). 


La II Guerra Púnica terminó en las llanuras de Reggia con un combate entre el general cartaginés Aníbal y el joven Publio Cornelio Escipión "el Africano". Aníbal fue derrotado en la batalla de Zama (202 a. C.), que significó el final de un conflicto que había durado diecisiete años. 


Francisco de Goya: Aníbal, vencedor, contempla por primera vez Italia desde los Alpes. Óleo sobre lienzo, 87 x 131,5 cm. Fundación Selgas-Fagalde. Cudillero (Asturias)

Pero el declive del ejército cartaginés había comenzado mucho antes, en las ciénagas pontinas. Los mosquitos se cebaron con las tropas cartaginesas, que habían acampado en las cercanías de la ciudad, transmitiendo numerosos casos de paludismo. El insecto Anopheles contribuyó a proteger a Roma de Aníbal y su ejército, que habían incluso intentado trasladar hasta allí a sus temidos elefantes. Roma, liberada ya de la amenaza de Cartago, su enemigo de la ribera sur, pudo seguir optando al dominio del Mediterráneo.


J. Leonardo. Alarico, rey godo.
Museo del Prado. Madrid. 
Siglos más tarde, los visigodos, capitaneados por su rey Alarico, fueron los primeros bárbaros en atacar Roma. Forzaron primero que el emperador romano Honorio se refugiara en Rávena y los ejércitos visigodos sitiaron la ciudad, que tenía aproximadamente un millón de habitantes, en tres ocasiones distintas (408-410). En una de estas ocasiones saquearon la ciudad durante 6 días (agosto de 410). 
Tras el saqueo de Roma, los visigodos abandonaron la ciudad y se dirigieron al sur, dejando tras de sí un rastro de sangre y ruinas. Querían alcanzar África, el granero de Roma, y regresar luego para acabar de arrasar Roma. Pero las tropas de Alarico estaban diezmadas por la malaria. El propio rey, el primero en saquear Roma, murió de malaria en el otoño de 410 en las cercanías de Cosenza. El mosquito había vuelto a salvar a la ciudad eterna.

Las ruinas de los foros imperiales. Roma.


















Otro bárbaro, el huno Atila, había sido derrotado por una coalición de visigodos y romanos cerca del bosque de las Árdenas (junio de 451). Tras esta derrota, Atila y sus hunos se dirigieron hacia el sur iniciando la rápida invasión del norte de Italia. A su paso sembraban el pánico, la destrucción y la muerte. Pero una pequeña fuerza romana logró detener a los hunos que avanzaban en las tierras pantanosas cercanas al río Po. Bandadas de mosquitos comenzaron a atacar al ejército invasor causando múltiples casos de malaria y frenando el temido avance huno. Una vez más, los mosquitos Anopheles habían salvado a Roma, inoculando a los temibles Plasmodium, productores del paludismo


Raffaele Sanzio. Encuentro de Atila y el papa León el Magno.
Fresco. Estancias de Rafael. Museos Vaticanos. Roma. 

Es conocida la leyenda de que el papa León I salió a las puertas de Roma a entrevistarse con Atila. La historiografía romántica forjó la leyenda de que el papa convenció a Atila de que abandonara el asalto de la ciudad santa. Aunque el relato ha sido propagado una y otra vez, su misión propagandística para la Iglesia Católica es claro. Pero pocos generales se dejan convencer tan fácilmente. Parece mucho más probable que el ejército de Atila, diezmado por el paludismo y asaeteados continuamente por los mortíferos mosquitos, consideraran más estratégico abandonar tan insanas marismas. La respuesta de Atila a la súplica del Papa no fue más que una artimaña para salvar la cara. Lo más prudente era que el rey de los hunos regresara a la alta estepa más allá del Danubio, fría y seca, un lugar seguro, donde los mosquitos Anopheles no podían seguir acosándole.  

Tal vez por esta prudente decisión Atila no murió víctima de l paludismo como Alarico. Sin embargo, dos años más tarde murió por las complicaciones de su alcoholismo inveterado. A su muerte, la división y las luchas tribales internas acabaron con la frágil unidad de los hunos, que se diluyeron entre otros pueblos germánicos. 


Plasmodium falciparum en una extensión de sangre

El paludismo está causado por un protozoo del género Plasmodium (P. falciparum, P. vivax, P. ovale, P. malariae), que es transmitido por la picadura de los mosquitos Anopheles. La mayoría de los casos actuales (438.000 muertes al año, actualmente) están producidos por P. falciparum (+ de 75%) y P. vivax (20 %). Los síntomas iniciales de paludismo (malestar, náuseas, vómitos, tos) son muy poco específicos y se confunden frecuentemente con otras infecciones bacterianas o víricas (gripe, brucelosis, fiebre tifoidea...) 

Mosquito Anopheles picando
El historiador Timothy C. Winegard, estima que la malaria, transmitida por las hembras de mosquito Anopheles ha causado la muerte de 52.000 millones de personas del total de 108.000 millones que han existido a lo largo de la historia de la Tierra.  Entre 1980 y 2010 el paludismo acabó con la vida de entre 1.200.000 y 2.780.000 personas cada año, lo que supuso un aumento de casi el 25 % en tres décadas. Según el informe de la OMS (2017) la malaria mató a 435.000 personas (entre 219 millones de casos), de las cuales dos tercios eran menores de cinco años. Pocos años atrás las muertes anuales por esta enfermedad eran todavía más.
A la vista de estos datos podemos concluir que el paludismo ha sido, probablemente, la enfermedad que ha causado la muerte de más personas a lo largo de la historia. 



Bibliografía

Winegard TC. The Mosquito: A Human History of Our Deadliest Predator. Penguin Random House, 2019. 



El paludismo




Malaria. Plasmodium vivax



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