miércoles, 17 de marzo de 2021

Hipocampo: (I) de la mitología al arte







Hipocampo


Mosaico. Termas de los cistarios.
 
Ostia Antica 




Según la mitología griega, el hipocampo (en griego  Ίππόκαμπος Hippókampos ippokampos, literalmente "caballo monstruoso"; de ἵππος, "caballo" i κάμπος, "monstruo") era un ser mítico, con la cabeza y parte superior del cuerpo de caballo y la parte inferior en forma de pez, con una cola cubierta de escamas. 

Además de la cola, los hipocampos pueden presentan aletas, tal vez para insistir en la idea de que eran seres híbridos, parecidos a los peces, auténticos caballos acuáticos, que tanto podían ser propios de ambientes marinos como de las aguas dulces. Unas aletas que a veces se transforman en auténticas alas, similares a las que a veces aparecen en las representaciones de otros animales míticos, los dragones. 


Mosaico con una nereida montada en un hipocampo. Museo del Bardo. Túnez.


Aunque muchos hipocampos conservan sus patas delanteras con características equinas, terminadas en los habituales cascos, en algunas interpretaciones pueden presentar las patas delanteras con dedos palmeados, como los ánades, en lugar de los cascos propios de los equinos. 

Los hipocampos son descritos por Pausanias en su Descripción de Grecia (II, I: 7-8), por Virgilio, en las Geórgicas y por Apolonio de Rodas, en la Argonáutica. También aparecen en la Ilíada (XIII. 24, 29) como atributos propios de Poseidón, que precisamente era el dios del mar y de los caballos y en otros muchos textos clásicos. 

El carro de Poseidón (Neptuno para los romanos), que recorría los mares tirado por estos caballos marinos, es citado repetidamente en textos literarios y representado profusamente en numerosas esculturas y mosaicos. 


Mosaico representando el carro de Neptuno (s. II d.C.) Museo del Bardo. Túnez. 


Los hipocampos también pueden aparecer vinculados a otras divinidades marinas, como Anfitrite, la ninfa de la espuma, la ninfa que míticamente fue fecundada por el esperma de los testículos de Urano (cercenados por Cronos), y originó a Afrodita. En el mosaico de Neptuno, en el frigidarium de las termas de Buticosus, de Ostia, podemos ver a Anfitrite cabalgando un hipocampo. 

En los lugares en donde la referencia a los seres acuáticos era obligada, como en las termas, solían decorarse con mosaicos pródigos en representaciones de símbolos marinos (delfines, nereidas, peces...). Es fácil encontrar también hipocampos compartiendo con ellos la decoración de los baños de muchos lugares del Imperio, tanto en la península Itálica como en el norte de África o incluso en lugares más alejados como en las termas de Aquae Sulis o Bath (Britania). 


Hipocampos en el Mosaico de Neptuno 
en el frigidarium de las Termas de Buticosus. Ostia Antica. 



Termas de Neptuno. Ostia Antica. 


Pero los hipocampos no son exclusivos de la mitología griega y romana, sino que es un mito compartido por otras culturas mediterráneas. Tal vez la primera vez que encontramos hipocampos es en algunas pinturas de tumbas etruscas. En esta cultura también encontramos leones (leokampoi ) y toros (taurokampoi), leopardos (pardalokampoi) y cabras (aigikampoi), con cola de pez. Por cierto que una de estas últimas, una cabra con cola de pez es la que se representa en la constelación de Capricornio, dándole el nombre. 

Encontramos hipocampos también entre los fenicios. En antiguas monedas acuñadas en Tiro aparecen estos caballos marinos, un símbolo muy adecuado para esta civilización de navegantes que comerciaba por todo el Mediterráneo.  

La tradición de estos seres míticos persistió en la Edad Media y el Renacimiento, siendo incluso usados en heráldica. Aún hoy, en el escudo de la ciudad de Belfast campean estos seres marinos, tomados del escudo de armas de Sir Arthur Chichester, el fundador de la ciudad, que recibió la carta de ciudadanía de manos del rey Jaime I de Inglaterra en 1630.  Tanto los hipocampos como el barco que figura en el escudo atestiguan la importancia del puerto de Belfast y su vocación marinera.  


Escudo de la ciudad de Belfast, en la que pueden verse 
hipocampos como motivo heráldico. 


Los hipocampos vuelven a aparecer con fuerza en el arte barroco, especialmente en las esculturas de las fuentes, de las que encontramos múltiples ejemplos, desde el Biancone de Piazza Signoria de Florencia al Neptuno de Madrid. Pero tal vez la más paradigmática es la Fontana di Trevi de Roma, donde todo tipo de personajes mitológicos acuáticos aparecen en la teatral decoración. 


La fuente de Neptuno, en Florencia, obra de Ammanato y conocida popularmente como Il Biancone, por la blancura y pesadez del mármol 



La fuente de Neptuno, en el Paseo del Prado madrileño,
también muestra el mítico carro del dios del mar tirado por hipocampos. 




Hipocampo en la Fontana di Trevi, Roma. 



En tiempos más cercanos también seguimos encontrando hipocampos en las representaciones artísticas. En la obra de algunos pintores academicistas, como Bouguereau, por ejemplo. William-Adolphe Bouguereau (1825-1905) fue un pintor academicista francés que frecuentemente se inspiraba en temas clásicos. Pintó unos paneles para una casa parisina decorada con un estilo inspirado en las pinturas encontradas en Pompeya. En esta escena aparece el poeta griego Arión, que logró escapar de los piratas huyendo a lomos de una criatura marina que había acudido atraída por su canto. 


William-Adolphe Bouguereau. Arión montado en un hipocampo (1885)
Pintura sobre panel. 71,3 x 111,8 cm. Museo de Cleveland. 


Como vemos, los caballos marinos míticos han persistido a través de los tiempos, hasta llegar a nosotros.  Y como veremos en otras entradas del blog, dieron su nombre a ciertos animales marinos y hasta a una parte vital de nuestro encéfalo. 




Hipocampos en las calles de Dublín



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