viernes, 30 de agosto de 2019

San Martín socorriendo al leproso





Autor desconocido

San Martín partiendo 
la capa con un mendigo
(1531)

Escultura en piedra calcárea, 
procedente del Valle del Loira 
Museo Calouste Gulbenkian. Lisboa



Es conocida la leyenda según la cual Martín, un oficial romano, se dirigía a Amiens en un día de crudo invierno, montado en su caballo y envuelto en su capa. Al llegar a la ciudad encontró  cerca de la puerta de la muralla a un mendigo tiritando de frío. Martín se apiadó del pordiosero y le quiso socorrer. A pesar del conflicto ético que le representaba prescindir de su capote (que era propiedad de las legiones romanas) decidió partirlo con su espada y ofrecer media capa al viejo.  Los militares romanos en el s. IV llevaban un conjunto de vestidos y armaduras tan completo que incluso dificultaba su marcha. A este completo equipo se le llamaba impedimenta, y ha pasado a las lenguas romances modernas como impedimento, algo que dificulta una determinada acción. O sea que probablemente, la media capa del oficial era un donativo sobrado.  En la noche siguiente, Martín tuvo una visión: Jesús se apareció vestido con la media capa para agradecerle su gesto y premiarle por esta solidaridad humana reinterpretada ya en caridad cristiana. La identificación de Jesucristo con los pobres toma en esta imagen una auténtica dimensión de declaración ideológica. Según la leyenda, Martín se convirtió al cristianismo, llegando a ser obispo de Tours, y así ha pasado al santoral católico: San Martín de Tours. 


Un detalle de la cara del leproso, que presenta diversos tumores redondeados
en la escultura del Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa. 


La escultura que aportamos hoy representa esta escena, una iconografía que por su fuerza ha sido representada numerosas veces y que ha llegado a ser uno de los iconos hagiográficos más populares del catolicismo. En muchas ocasiones se añade el detalle de que el mendigo era un leproso. Los mendigos leprosos eran muy frecuentes en la Edad Media, teniendo en cuenta que se les marginaba y apartaba de la comunidad, y se veían obligados a vivir de la mendicidad, a las puertas de las ciudades. Así, lo encontramos representado con los estigmas de la enfermedad, como en el retablo del círculo de Konrad Witz (Museo de Arte de Basilea) que ya hemos comentado en el blog. Una de las pocas representaciones en las que el mendigo no es leproso es el cuadro del Greco del Museo del Prado, donde no se ve rastro alguno de la lepra. Pero, en la mayoría de los casos el mendigo de San Martín es además un leproso. 


El Greco: San Martín partiendo la capa con un pobre
 (Museo del Prado)
En esta pintura, El Greco representó al mendigo sin
ningún tipo de sintomatología sugestiva de lepra. 
La pieza que nos ocupa es de autor desconocido, aunque sabemos que procede de Francia, en donde hay una acendrada devoción a San Martín. Es interesante la vestimenta del santo y los arreos del caballo, que nos aportan interesantes datos sobre estos elementos en el s. XVI.  El pordiosero presenta claros signos de padecer la lepra, aunque ligeramente idealizada. En las épocas anteriores era tal el temor que infundía la enfermedad que ni siquiera se atrevían a representarla de forma realista. Esto cambia a partir de finales del s. XV y a partir de este momento la representación es mucho más realista, como en el retablo de Basilea. En el caso de la escultura del museo lisboeta, nos encontramos a medio camino. Los lepromas están representados como tales en la cara del pobre, pero algo estilizados, todavía con cierta contención. Aparecen pequeñas tumoraciones redondeadas, no muy grandes, dispersas en la zona facial. Incluso en un examen superficial podrían ser confundidos con nevus intradérmicos si no fuera por la leyenda asociada a San Martín.  En el s. XVI podemos encontrarnos con otras representaciones similares, ni totalmente simbólicas ni plenamente realistas, como la de Cosimo Roselli, en la Capilla Sixtina de San Pedro del Vaticano.   


La pierna del leproso aparece amputada y semiflexionada,
cubierta por un protector de cuero sujeto con correas.
En cambio las alteraciones nerviosas y tróficas se han representado con mayor soltura. El mendigo se apoya en un bastón o muleta y sostiene el equilibrio con dificultad. También presenta la pierna izquierda amputada a causa de la lepra. La pierna aparece semiflexionada y recubierta por un protector de cuero sujeto con correas, que probablemente tenía la función de que el leproso pudiese apoyar su muñón en el suelo para facilitar un cierto desplazamiento.  En otras representaciones de leprosos medievales podemos ver algunos complementos similares. 

Finalmente cabe señalar la luenga barba del mendicante, que no cumple solamente una función estética. La larga barba y rizada quiere sugerir un cierto desaliño que subraya la marginación y abandono a la que se sometían a estos enfermos. 

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