martes, 24 de noviembre de 2020

La rosácea de la campesina






Vincent van Gogh

Joven campesina con sombrero de paja amarillo

(1890)

Óleo sobre lienzo. 92 X 73 cm
Colección particular. 





La mayoría de los retratos elaborados por Van Gogh a lo largo de su vida representan a personas de su entorno, con las que mantenía una relación cotidiana y que destacaban por su carácter como en esta joven que aquí observamos. 

La figura aparece casi de cuerpo entero, con cierto volumen y peso, plácidamente sentada ante un campo de trigo, y destacando claramente sobre el abocetamiento de la vegetación circundante, mucho más esquemática. Su silueta se destaca con una línea negra típica de las obras de Bernard y Gauguin

Los colores amarillos con tintes verdes del trigal contrastan con el color intensamente morado de la blusa de la chica, jugando con los colores complementarios que ya avanzó Delacroix y que hicieron suyos los impresionistas. La blusa está sembrada de pequeños lunares anaranjados que por su parte se relacionan con la sombra del sombrero. Una vez más, Van Gogh utiliza una pincelada rápida y empastada con la que busca su propio lenguaje, su elemento identificativo. 

Las mejillas de la campesina aparecen intensamente rojas, y establecen por su parte un cierto diálogo cromático con las amapolas rojas que surgen entre el trigo y que parecen reflejarse en las enrojecidas mejillas de la campesina. 

La muchacha presenta sin duda una rosácea, enfermedad que se caracteriza por un vivo eritema facial, que a veces puede presentarse con pápulas o incluso con pústulas. Los pacientes con rosácea presentan también con frecuencia accesos de un mayor enrojecimiento facial que puede estar desencadenado por estímulos emocionales o por la ingesta de algunos alimentos (café, alcohol, picantes...) pero sobre todo por los cambios de temperatura o por la exposición al sol, como probablemente le sucedía a la campesina pintada por Van Gogh. 

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